Carlos Melconian: "Al gobierno de Cambiemos le puse un diez en el rumbo y cero en macroeconomía"
Cero en macroeconomía. Así califica Carlos Melconian, presidente del Banco Nación entre 2015 y 2017, al Gobierno que encabeza Mauricio Macri, de quien supo autodefinirse como "soldado incondicional". Federico Sturzenegger, Alfonso Prat-Gay y Marcos Peña aparecen entre los blancos favoritos a la hora de criticar el "programa inconsistente" que, según su visión, se aplicó desde el 10 de diciembre de 2015. "Había una mala herencia, se hizo un mal diagnóstico y hubo mala praxis. Lo que más me preocupa es que va todo junto en un embudo al 10 de diciembre de 2019", apunta el economista, quien recientemente publicó Cantar la justa (Planeta), que combina su visión del pasado y consejos para un futuro gobierno. En diálogo con LA NACION, disparó contra la "inacción fiscal" y el "shock monetario" de Cambiemos, y alerta sobre los riesgos de no atender el equilibrio de las cuentas públicas.
-¿Qué falló?
-Es un conjunto de cosas, donde lo que más salta es lo fiscal. Hubo una herencia asintomática. Se decidió no planteárselo a la sociedad, y lo peor fue que se decidió no resolverlo en los primeros dos años. En la Argentina hay que volver a recuperar el concepto de gradualismo, porque lo que no puede ocurrir es que alguien crea que lo que acaba de ocurrir en la Argentina fue gradualismo y fracasó. En la Argentina vino primero la inacción y después, el plan picapiedras. El déficit no se redujo, y se financió con deuda. Cuando se terminó la deuda, vino el Fondo y ahí se gatilló el quilombo.
-¿Por qué critica la gestión de Federico Sturzenegger en el Banco Central?
-A mí me preocupó el shock monetario y cambiario. Me refiero al tipo de cambio libre y flotante con metas de inflación. Eso fue un shock, y yo hubiera sido más gradual, también en lo fiscal. El programa era inconsistente porque semejante shock monetario vino de la mano de inacción fiscal. La Argentina es un país que en ese momento, para las metas de inflación, todavía necesitaba una serie de correcciones en sus precios relativos. Todo el mundo sabía lo que valía la luz, el gas, el boleto de colectivo y el propio tipo de cambio. Además, en un país tan dolarizado, la salida cambiaria iba a tener un pass through a los precios, y alguien compró equivocadamente que los precios estaban ya a $16, y eso no es así. El régimen cambiario flotante, en esas circunstancias queda a la deriva, porque libera todo y hace que la tasa sea la que tenga que valer.
-Y esas tasas generaron las Lebac que aceleraron la crisis en 2018...
-Una primera cuestión fue que recibiste un agujero y terminó la idea de financiarlo con emisión directa y reservas, porque no tenías. Fuiste a otro problema, que fue financiarlo con deuda. Por eso hablo de corresponsabilidad. Uno en el agujero y por no reducirlo. Tomaste deuda en dólares para financiar gasto en pesos, y generaste un segundo quilombo, que es no solo atraso cambiario, sino una suerte de emisión indirecta, porque (Luis) Caputo traía los dólares al Central, que emitía pesos, y los terminaba absorbiendo con Lebac para seguir sus metas de inflación incompatibles. Era un intríngulis todo. Había un problema macroeconómico intrínseco. Ahora están las Leliq, que son un primo hermano.
-¿Hubo espacio político o social de evitar esa política fiscal?
-El balurdo era grande, pero se podía haber avanzado gradualmente, cosa que no ocurrió. Hay un famoso dicho que dice que las que van fuerte al ángulo, son gol, pero las que van a las manos no te las metas adentro. El fondo de reparación histórica es un ejemplo, o medidas de compromiso político como la eliminación de las retenciones o la baja de Ganancias. Y se gastó la bala de plata del blanqueo en gasto corriente.
-¿Qué hizo bien este gobierno?
-He ponderado abiertamente el rumbo, el alineamiento de la Argentina al mundo estable. Esa es una discusión cerrada. Le puse un diez al rumbo y cero a la macroeconomía. Ahí me cuesta entender por qué se hicieron las cosas tan mal.
-¿Hubo mala comunicación?
-Este gobierno hizo gala de tener una estrategia de comunicación fenomenal y para mí fue pésima. Pero debo a su vez admitir que lo que digo en que no se comunicó, si acto seguido no acomodás las cosas... ¿Qué te brinda comunicar? El hecho de decir "denme tiempo adecuado porque esto es así y así, y yo tengo que hacer todo esto. Y hasta puedo perder la primera elección legislativa". Y hay otra cuestión que es que los gobiernos quedan embretados cuando llegan al gobierno porque durante toda la campaña se miente. No cuentan lo que van a hacer, y a los 10 días o en la primera crisis quedan expuestos, porque al electorado no le planteaste las cosas como son. Si eso no cambia, vamos a seguir avanzando siempre a fuerza de crisis.
-Plantea que la conferencia de prensa del cambio de metas de inflación del 28 de diciembre fue una "anécdota". ¿Por qué? ¿Fue un punto de quiebre?
-Es una anécdota, en el sentido de que no estoy de acuerdo con lo que se hizo ese día, pero no es que veníamos fenómeno como diría Federico (Sturzenegger) y desde ese momento me enterraron. Pero bueno, ese día también lo forzó gente que no entendía nada, por eso Federico tiene razón. Pero no hay que echarle toda la culpa a esa conferencia.
-Apunta a Marcos Peña...
-No. Yo despersonalizo las cosas, y mucho más para la crítica. Puedo hablar objetivamente. Ese fue un error de rumbo. Lo marqué desde el primer día, incluso desde antes de empezar el Gobierno de cómo se decidió enfrentar la herencia.
-¿Qué consejo le da al próximo gobierno? ¿Hay margen para políticas expansivas?
-Hay cuestiones más evidentes. Haciendo honor a las siglas del FMI en inglés (IMF), It's Mostly Fiscal. Es evidente. Después, hay temas estructurales, como los costos extralaborales o previsionales. Son los temas del debate público, pero hay que hacerlo de forma razonada e integrada. El tema fiscal no lo planteo como ideología, sino como algo central. Es como le pasa a un almacenero común, no hablando desde Wall Street. Vos tenés un ingreso y un gasto. En el ingreso, hoy hay una presión impositiva insoportable y aun así no hay equilibrio. Entonces, si vas a hablar de mayor gasto, hablame también de quién o cómo se financia. Simultáneamente, el tipo que se queja de la higiene fiscal pide disminuir la presión fiscal para las pymes. Entonces, el próximo ministro tiene que ser David Copperfield. Pero como Copperfield no existe, si no atacás los problemas terminás cayendo sistemáticamente en ajustes que te impone la realidad.
-¿Dónde puede crecer la Argentina?
-Brasil tiene un mercado interno de mucho volumen. Chile está obligado a crecer por la exportación. Argentina hay veces que pienso que eso ayuda y otras que no, porque tiene las dos posibilidades. Por su perfil de territorio y la pampa húmeda, la exportación agropecuaria y todas sus ventanas es un regalo. Más allá de las gansadas de la discusión entre campo e industria y el valor agregado, que hay que hacerlo. Hay una base exportadora que hay que seguir nutriéndola. Pero simultáneamente tiene un mercado interno no despreciable.
-Muchas veces el tipo de cambio termina reflejando esa tensión. ¿Cuál debería ser ese valor?
-El tipo de cambio tiene que ser una variable muy competitiva, no solo para exportar sino para evitar el drenaje de las reservas. El país si tiene el dólar muy bajo genera consumo excesivo y salida de capitales, si lo tiene muy caro genera aumento de los bienes de los productos, por eso me opuse desde el primer día a un tipo de cambio libre y flotante, aun creyendo en los beneficios que ese régimen tiene. Pero cuando salgo a la calle, hay que adecuarse a las circunstancias.
-La oposición insiste en el camino portugués. ¿Es replicable?
-Al tener el Banco Central Europeo, Portugal elimina la volatilidad de los bonos y aún con más del 100% de deuda sobre el PBI, tienen tasas del 3%. No tienen el problema de la inflación ni el riesgo de espiralización cambiaria, pero tienen que ir al Congreso a bajar 18% los salarios y las jubilaciones. Esa es la parte que algunos no cuentan. Hay que terminar con la grieta aun en la economía.
-¿Lo contactó Alberto Fernández? ¿Está trabajando en un plan?
-Dialogamos ininterrumpidamente desde 2005. Una cosa es hablar con él hace tres meses, cuando no se enteraba ni el loro, y otra es ahora, cuando puede ser presidente en dos meses. Ahí se intensifica el diálogo, las preguntas son diferentes y más profundas. Es el respeto al ciudadano, de la misma manera que lo hice al lado del presidente actual. Yo hincho para la Argentina. Al próximo presidente quiero que le vaya bien. Si me llaman, yo contesto.
-¿Aceptaría un cargo si le ofrece Alberto Fernández?
-No me interesa responder eso, porque no lo tengo hoy en el análisis. Las cosas en la vida llegan. Dejá que corra el agua.
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