Buque hundido: el ministro que admite no saber de barcos
Puricelli dice que no es experto en el tema e insiste en el sabotaje
"No soy un experto en buques ni mucho menos", se sinceró ayer el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, antes de insistir en que el hundimiento del destructor Santísima Trinidad pudo haber sido el resultado de una "mano negra" o un sabotaje.
Admitió, incluso, que se le "cae la cara de vergüenza" cuando la presidenta Cristina Kirchner le pide que explique cómo pudo irse a pique un buque amarrado en la Base Naval de Puerto Belgrano, en el sur de la provincia de Buenos Aires.
Con su denuncia de sabotaje y la orden al jefe de la Armada, almirante Daniel Martin, de que investigue lo que ocurrió, el ministro quiso despegar al Gobierno del nuevo escándalo que sacude a la Marina, dos semanas después de haber cerrado con una fiesta kirchnerista en Mar del Plata el sofocón de la Fragata Libertad.
Abogado de profesión, Puricelli sembró un manto de sospecha sobre la Armada y le ordenó que investigue el episodio, que, según su denuncia, podría involucrar a miembros de la fuerza. "Si sospecha que hubo sabotaje, tendría que haberlo denunciado en la Justicia. Está obligado como funcionario público", observó una fuente castrense, extrañada por no habérsele encargado a la Prefectura Naval que hiciera los peritajes correspondientes.
"Tal vez no pidió peritajes a la Prefectura por su pelea con Nilda Garré", su antecesora y hoy titular del área de Seguridad, con quien rivaliza en el gabinete, añadió la fuente consultada por LA NACION.
En la propia Armada sorprendió la denuncia del ministro, que demostró desconocer la terminología naval. "Habló de un barco «estacionado» en el puerto", comentaron cerca del edificio Libertad, al advertir que Puricelli lleva ya más de dos años como ministro de Defensa y previamente pasó por la dirección de Fabricaciones Militares.
El ministro, que evitó ayer hablar con LA NACION, habló por radio y atribuyó el hundimiento del buque a una "válvula abierta", cuando el comunicado oficial de la Armada informó que se trató de "la rotura de una tubería de seis pulgadas".
En contraste con el buque insignia de Malvinas, Puricelli puso de ejemplo a la Fragata Sarmiento -la llamó por error corbeta-, convertida en museo en 1962 y que hoy se expone al público en Puerto Madero. Dijo que "tiene 100 años y no se hunde". Omitió decir que el centenario barco, antecesor de la Fragata Libertad, no puede irse a pique porque "tiene un sistema de fijación al muelle", según explicó a LA NACION Carlos J. Mey, presidente de la Fundación Histarmar, dedicada a sostener y preservar el patrimonio marítimo de la región.
Mey advirtió que el Museo Fragata Sarmiento, que recibe anualmente a 290.000 personas, tampoco recibe un mantenimiento adecuado. Tiene una dotación asignada de 30 personas y desde hace 40 años no es llevado a dique seco para hacer una revisión completa del casco.
Sucesión de errores
En la Armada perciben que los errores del ministro de Defensa se remontan a su asunción, en diciembre de 2010, cuando designó como vocero de prensa a un suboficial en actividad. "Tenía rango de subsecretario y protocolarmente tenía una jerarquía similar a sus superiores en la fuerza, lo que generaba situaciones incómodas", recordó un oficial.
El 25 de octubre último, en medio del escándalo por la Fragata Libertad, el ministro reconoció su responsabilidad en la inclusión del puerto de Ghana en el itinerario del viaje de instrucción. "El responsable de la Fragata es el Ministerio de Defensa. La planificación del viaje fue del ministerio, a partir de una propuesta de la Armada, y la escala en Ghana se decidió como un acercamiento político a África", explicó Puricelli a los tripulantes que regresaron anticipadamente por avión, ante la prolongación del embargo que retenía al buque escuela de la Armada.
A raíz de la conmoción que suscitó el embargo de la Fragata Libertad, Puricelli se vio obligado a resignar a una funcionaria de su confianza: la directora nacional de Inteligencia, María Lourdes Puente Olivera. En su gabinete, un sobrino suyo, el contador Arturo O. Puricelli, se mantiene al frente de la Subsecretaría de Coordinación.
Octubre no fue un mes feliz para el ministro de Defensa. Además de relevar al jefe de la Armada que había nombrado en febrero, el almirante Carlos Alberto Paz, pasó a disponibilidad a dos altos jefes: el secretario general naval, contralmirante Luis María González Day, y el ex director general de Organización y Doctrina, comodoro de marina Alfredo Blanco.
Ese mismo mes tuvo que soportar las protestas en la calle de prefectos, gendarmes y suboficiales de las Fuerzas Armadas por mejoras salariales. Las desestimó con una declaración que no fue bien recibida en el ámbito castrense: "Los sueldos militares son razonables y adecuados a la realidad económica".
Puricelli, cuyo patrimonio creció un 102% en un año, según la última declaración jurada presentada ante la Oficina Anticorrupción, había hecho firmar a la Presidenta los decretos 1305 y 1307, que eliminaban suplementos adicionales y provocaban distorsiones y reducciones en los salarios. Ante el sostenimiento de los reclamos y errores en la liquidación de sueldos, el Gobierno debió dar marcha atrás y suspender la aplicación de ambos decretos.
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