Boudou juró y ya prepara su nuevo rol
La Presidenta le asignó tareas en el Senado y, a la vez, ocupará un despacho en la Casa Rosada
Seguía el discurso atento, sentado a su izquierda y con sonrisas de ocasión, hasta que Cristina Kirchner lanzó esa frase. "No digo nada de [Amado] Boudou porque si no mañana van a decir que estoy peleada", ironizó la Presidenta, en un tiro para despejar dudas sobre el vínculo, y generó un aplauso cerrado. Incluido el del propio vicepresidente.
El ahora ex ministro de Economía se mostró ayer exultante durante la ceremonia de asunción. Sólo unos pocos allegados lo acompañaron: sus padres, sus hermanos Juan y Sebastián, y su novia Agustina Kämpfer, todos ubicados justo detrás de Máximo y Florencia Kirchner.
"La famosa campanita existía", se divirtió Boudou, casi infantil, cuando la descubrió sobre el estrado. En rigor, comenzó hace semanas a interiorizarse sobre el funcionamiento del cuerpo, según sostienen cerca suyo. Pidió un escaneo completo de los senadores -quiénes son, a quién responden y cómo votaron- y el reglamento interno del Senado. No quiere exhibir desconocimiento en el manejo de la Cámara que la Presidenta considera como su "casa" por haber pasado por allí.
Desde que fue ungido candidato, el vicepresidente intensificó el contacto con el jefe de la bancada, Miguel Angel Pichetto. Hasta ahora, el senador había monopolizado las negociaciones parlamentarias. Asoma un esquema de trabajo diferente, con mayor gravitación de la figura del vicepresidente, aunque siempre con Cristina Kirchner como vértice final. Por ejemplo, la jefa de Estado pidió que en los próximos días le eleve el listado completo de la conformación de comisiones en el Senado para dar su aprobación final.
"Daré todo por acompañarla", escribió Boudou vía Twitter, poco después de prestar juramento. El único momento gélido de ayer fue cuando saludó a su antecesor en el cargo, Julio Cobos, a quien días antes había solicitado públicamente que no asistiera a la Asamblea.
Boudou no se recluirá en el Congreso. El martes pasado personal del Ministerio de Economía recorrió con el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, el despacho que corresponde al vicepresidente en la Casa Rosada, según confiaron a LA NACION fuentes oficiales. La oficina está ubicada en el primer piso de Balcarce 50, el mismo que aloja a la Presidenta. La antesala -que comparte con el colaborador presidencial Juan Carlos Mazzón- es uno de los pocos reductos del edificio que no fue remodelado.
Aún sin directivas precisas, Boudou continuará con un pie en la gestión. La designación de Hernán Lorenzino, un hombre de su confianza, como su sucesor fue considerada un triunfo por ese espacio. Ayer, después de jurar como ministro en el Museo del Bicentenario, en un gesto inusual, Lorenzino cruzó el escenario para saludar emocionado a su ex jefe.
Después de la campaña, Boudou dejó de organizar encuentros con dirigentes, ya no toca la guitarra en actos y procura un perfil más cuidado. "Ya pasaron las elecciones, eso no tiene sentido ahora", explica un funcionario que tributa a su grupo. La exaltación de ese costado liviano y la aparición en revistas de frivolidad no se digieren en Olivos.
Si bien aminoró la celeridad con que había comenzado a hilvanar su propio armado, juega en subterráneo en un equipo que decantará como la avanzada del "cristinismo". A esa mesa -que apunta a la estratégica provincia de Buenos Aires- se sientan el flamante jefe de Gabinete, Juan Abal Medina; el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto; el titular de la Anses, Diego Bossio, y José Ottavis, en representación de La Cámpora. Ayer, cruzó abrazos con todos.
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