Bolsonaro, un reflejo imperfecto para Macri
En sus primeras horas como presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro está corroborando que es un líder antisistema. Las declaraciones de su entorno desafían intereses y tradiciones que alimentan inercias poderosas de su país. La gran incógnita, por lo tanto, es hasta dónde sus iniciativas lograrán sobreponerse a esas tendencias.
Un ejemplo: la Confederación Nacional de la Industria rechazó con una declaración la definición del futuro ministro de Hacienda, Paulo Guedes, acerca de que "el Mercosur no es una prioridad" para el futuro gobierno. Los industriales advierten que, si la pretensión de Guedes es eliminar el arancel externo común que protege a los miembros del bloque respecto de terceros países, "el principal beneficiario será China, que ya se viene quedando con el mercado brasileño en toda América Latina".
Quedó al descubierto lo que ya era obvio: antes que para los demás socios del Mercosur, el librecambismo de Guedes sería agresivo para los productores brasileños. En especial para los de las terminales automotrices. El primero en demostrarlo fue Carlos Zarlenga, líder de General Motors para Brasil y la Argentina. En una entrevista con el diario brasileño Valor, dijo que "ningún país puede prescindir del otro, y más allá de los gestos iniciales, no vemos riesgos en la relación bilateral ni en el Mercosur". Una elegante forma de quejarse. Por la positiva.
Los industriales miran con recelo a Guedes. No tanto por sus declaraciones como por la posibilidad de que quede a cargo de un gran ministerio que subsuma a la cartera de Industria y Comercio, que ha sido la defensora de sus demandas sectoriales.
Este es el contexto en el que anunció que Chile será el primer destino internacional del presidente electo. Esa predilección obedece a varios factores. Uno de ellos es que Sebastián Piñera apostó a Bolsonaro bien temprano. De paso por España, tres días después de la primera vuelta brasileña, dijo conocer poco al candidato, pero que "su programa económico va en la dirección correcta". Una devolución de gentilezas: Bolsonaro había dicho que se inspiraría en el modelo chileno.
Guedes es también crucial en esta preferencia. Como buen exalumno de Chicago admira esa experiencia. Y tiene numerosos amigos en Santiago. También Bolsonaro: el abogado Francisco Javier Leturia, que preside el Consejo para la Transparencia, un organismo autónomo del Estado chileno, cultiva un antiguo vínculo con la familia del nuevo presidente. Piñera tuvo varias comunicaciones con Bolsonaro. Hablaron de integración comercial y de infraestructura. En especial de constituir un corredor bioceánico con la Argentina. Brasil es el principal socio comercial de Chile en América Latina.
La visita a ese país tiene una carga simbólica. Significa un proyecto de apertura y, en una dimensión subliminal, un acercamiento a la Alianza del Pacífico. Pero esos objetivos deben pasar la prueba ácida de las pujas sectoriales. Por eso un viejo conocedor de la trama económica de la región, como es Félix Peña, aclaró que antes de opinar sobre el nuevo gobierno espera que se expresen Bolsonaro y, sobre todo, el futuro canciller. Hay que escuchar a este experto. No solo por su larga experiencia, sino porque es el padre de Marcos Peña. Aunque el jefe de Gabinete ya demostró en innumerables ocasiones que es rebelde a influencias familiares.
La identidad del nuevo titular de Itamaraty, la cancillería brasileña, seguía anoche siendo un enigma. La versión insistente menciona a José Alfredo Graça Lima, un diplomático profesional, experto en comercio internacional, que fue representante de su país ante la OMC y que sufrió alguna marginación en los años del PT por su inclinación aperturista. Graça Lima dijo en las últimas horas, en una entrevista con Marcia Carmo para la edición brasileña de BBC News, que "el Mercosur fue un éxito político, pero un fracaso económico".
El guiño hacia Chile forma parte de esta orientación general. Sin embargo, un funcionario de Itamaraty explicaba ayer desde Brasilia: "Más allá de las simpatías que pueda tener el nuevo presidente, es obvio que nuestra relación con la Argentina tiene una densidad incomparable. Eso podría quedar registrado también en el viaje inaugural. Que viaje a Santiago no impide que Bolsonaro haga una escala en Buenos Aires". Y remató con sorna: "Veremos qué sucede cuando la política exterior quede en manos de especialistas".
En la Casa Rosada confían en que se construya una buena relación. A pesar de la insistencia, que a la luz del resultado parece desmedida, en aclarar que Mauricio Macri era amigo del candidato del PT, el exalcalde paulistano Fernando Haddad , con quien coincidió cuando era jefe de gobierno porteño. Los expertos en imagen del oficialismo temen que la proximidad de Bolsonaro contamine a Macri, quien se empeña en no ser encuadrado como un líder de derecha. Algo parecido le pasa con Donald Trump, a cuya victoria, en su momento, tampoco apostó. Estos resquemores quedarían, ahora, de lado. En el Gobierno analizan agasajar al nuevo presidente brasileño ofreciéndole un lugar estelar en la vidriera que será la Cumbre del G-20.
Guedes dijo que el Mercosur no es una prioridad. Y tiene razón. Ni siquiera lo es la estrategia de comercio internacional. El principal objetivo del nuevo gobierno brasileño será resolver la cuestión fiscal. El nuevo presidente se propone un programa drástico desde el primer momento. Será muy interesante saber cómo le va, ya que está en minoría en ambas cámaras. Aunque en Brasil el sistema electoral y la plasticidad de los partidos permiten ampliar con rapidez la capacidad parlamentaria, el modo en que Bolsonaro consiga realizar sus iniciativas es el principal interrogante de quienes lo observan. Quien mejor analizó hasta ahora este problema es Rogério Bastos Arantes para el sitio Jota (https://www.jota.info/opiniao-e-analise/artigos/tres-cenarios-para-bolsonaro-28102018). Macri repitió hasta el cansancio que "debimos evitar ser Venezuela". ¿Bolsonaro dirá "debemos evitar ser la Argentina"? El partido de gradualismo vs. shock se juega ahora a escala regional.
Guedes tendría dos pretensiones inmediatas. Que el Congreso sancione en pocos meses la reforma previsional que Michel Temer no pudo conseguir y que es, desde hace décadas, la clave del desequilibrio fiscal brasileño. Y privatizar empresas públicas para, con los recursos obtenidos en esa operación, recomprar deuda. Si lo logra, Brasil fascinaría a los mercados. Y el real registraría una sensible apreciación. Es posible que esta secuencia, por el efecto que tendría sobre el peso, sea la principal derivación de la llegada de Bolsonaro para la Argentina. Como señalaba ayer un entendido: "Sucedería lo mismo que con las decisiones de Trump, que no impactó sobre nosotros por la cuestión de los limones, sino por la suba de la tasa de interés". Corolario: el nuevo gobierno brasileño influirá sobre los vecinos por lo que haga hacia adentro más que hacia fuera del país.
Los funcionarios de Macri, sobre todo Nicolás Dujovne y su segundo, Miguel Braun, celebran que en Brasilia haya un presidente favorable a la liberalización comercial. Pero están más ansiosos por el dinamismo económico que consigan Bolsonaro y Guedes en el corto plazo. La demanda brasileña de bienes argentinos influirá en la resolución de la gran encrucijada oficialista: qué duración y qué profundidad tendrá la recesión.
El Gobierno apuesta a que la reanimación brasileña se agregue a un descenso rápido de la inflación, a cierta recomposición de los salarios por las nuevas paritarias, y a un efecto expansivo del negocio agropecuario. Es una expectativa cargada de ansiedad, porque la imagen de Macri y de su administración está muy deteriorada. En algunos estudios de opinión, como el que acaba de realizar Federico Aurelio, por primera vez el Presidente está peor que Cristina Kirchner.
La situación tiene un efecto paradójico. Hace que el peronismo no kirchnerista se vuelva más cooperativo. Esta dinámica se verifica en la sanción del presupuesto. Pero también en la estrategia electoral. La mayor parte de los gobernadores del PJ está analizando adelantar las elecciones de sus provincias respecto de la competencia nacional. Esos caudillos temen ser perjudicados por una expresidenta que, fortalecida, avanzaría con candidatos propios en sus feudos, desplazándolos del poder, muchas veces a favor de una lista de Cambiemos. Solo Alicia Kirchner, en Santa Cruz, y Gildo Insfrán, en Formosa, harían coincidir su calendario con el nacional. Ambos se benefician aliándose con la señora de Kirchner. Juan Manuel Urtubey, en Salta, haría lo mismo, pero confiado en que su eventual candidatura a presidente favorecería sus listas locales.
Este ajedrez desnuda dos suposiciones de los dirigentes del PJ Federal. La primera es que todavía no apareció un candidato propio capaz de desplazar a Cristina Kirchner de la escena. La segunda es que, antes que el regreso de su antigua jefa, prefieren la continuidad de Macri. Desde el fondo de su crisis, estos peronistas también desean, en defensa propia, que Bolsonaro reanime la economía de Brasil.
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