Boleta Única: las críticas de Cristina y el rechazo oficialista alertan sobre un nuevo fracaso en el Senado
La oposición no tendría el número de votos suficiente para lograr la mayoría especial que requiere; en 2016 los gobernadores peronistas ya hicieron fracasar la boleta única electrónica; ayer la vicepresidenta criticó duramente el sistema
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Como ocurrió hace más de cinco años, el Senado se perfila como el tormentoso mar donde la boleta única terminará hundiéndose ante la eventualidad de que el proyecto que impulsa la oposición logre salir de la Cámara de Diputados.
Sin una fuerza política con mayoría propia y con todas las vertientes del peronismo encolumnadas detrás del rechazo a cualquier cambio en las reglas electorales, es casi imposible que el proyecto logre sortear el obstáculo de la Cámara alta.
Mucho más después del mensaje que dio ayer la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien en un discurso en el Chaco criticó el sistema porque no se pueden ver todos los candidatos en la boleta impresa e hizo un juego de palabras para decir que “la boleta única es una boleta oculta”. “Es un pedazo de papel con una cantidad tremenda de partidos donde sólo se conoce al primer candidato. Una boleta donde vos votás una lista de diputados pero no sabés si hay chorizos, si hay ajos”, ilustró.
“No es un tema en agenda y ni siquiera lo aprobó Diputados”, responden en el oficialismo ante la consulta de este diario sobre como reaccionaria el Frente de Todos en el Senado ante un eventual debate de la implementación sobre la boleta única. “A nadie en el peronismo le conviene”, se sinceró poco después el senador kirchnerista.
Sin la participación del oficialismo, o al menos de una parte, es muy difícil que el proyecto pueda prosperar. Juntos por el Cambio tiene 33 senadores. Para alcanzar el quórum y la mayoría absoluta que requiere la Constitución para aprobar una reforma electoral, es decir 37 votos, la oposición necesitaría que se sumen los cuatro senadores que quedaron en medio de la grieta que divide casi en partes iguales a la Cámara alta.
Dos de ellos, el rionegrino Alberto Weretilneck y la cordobesa Alejandra Vigo, esposa del gobernador Juan Schiaretti, avalarían el tratamiento del proyecto. Así lo hicieron los diputados de sus respectivos espacios. El voto de la peronista disidente Clara Vega (La Rioja), en tanto, es una incógnita.
Sin embargo, la posibilidad de que el Senado convierta en ley el uso de la boleta única chocaría de frente contra la dura pared del rechazo del Frente Renovador de Misiones, que en Diputados se opuso a discutir el tema. Con este antecedente, la misionera Magdalena Solari Quintana continuará con el claro alineamiento que mantiene con el kirchnerismo desde que llegó a la Cámara alta.
El rechazo oficialista se explica en que la aplicación de una boleta única de papel implicaría un golpe casi mortal a los negocios que rodean a la impresión y reparto de las papeletas que se usan en la actualidad y a las prácticas fraudulentas que se realizan en el conurbano bonaerense, principal bastión del kirchnerismo, y en muchas provincias y que van desde el voto cadena hasta el cambio del contenido de las urnas.
Palabra de gobernador
La postura oficialista no parece haber variado con relación a noviembre de 2016, cuando el peronismo decidió postergar sine die el tratamiento en el Senado de la reforma política, que Diputados había aprobado un mes antes, y le propinó la primera gran derrota legislativa al gobierno de Mauricio Macri, que se acercaba a su primer año de gestión.
Los gobernadores peronistas, con Carlos Verna (La Pampa) y Gildo Insfrán (Formosa) a la cabeza, fueron los responsables de tomar aquella decisión y los que terminaron de inclinar la balanza en un bloque peronista que todavía funcionaba bajo la denominación de Frente para la Victoria y en el que, a medida que avanzaba en comisiones el debate del proyecto, fue animándose a mostrar su rechazo a la iniciativa.
El corazón de aquella reforma era la boleta única electrónica (BUE), que el macrismo pretendía trasladar a nivel nacional después de su exitosa implementación en la ciudad de Buenos Aires. Para esa época, el sistema también empezaba a extenderse en la provincia de Salta sin mayores inconvenientes.
La aprobación en Diputados había despertado interés en Cambiemos, que logró sacarle a Miguel Pichetto (Río Negro), por entonces jefe de la principal bancada de oposición, el compromiso de discutir el proyecto en comisiones.
Sin embargo, a fines de noviembre y ante la creciente resistencia subterránea de los mandatarios provinciales, que se traducía en las críticas de sus senadores, Pichetto optó por terminar con la novela y convocó a los mandatarios provinciales para que fijaran posición.
Al término de la reunión, senadores y gobernadores peronistas emitieron un comunicado en el que, amparándose en “las objeciones de los expertos informáticos en cuanto a la alta vulnerabilidad de algunos de los métodos electrónicos propuestos”, concluyeron en “la imposibilidad del apoyo al proyecto tal cual fue aprobado por Diputados”.
Además de Verna e Insfrán, en aquella reunión participaron Lucía Corpacci, por entonces gobernadora de Catamarca, y José Néder, vicegobernador de Santiago del Estero. Ambos, hoy son senadores y compañeros de bancada de Rubén Uñac, hermano de Sergio Uñac, actual mandatario de San Juan y también presente en aquella cumbre política.
Con este antecedente, aunque ahora el debate no sea por el voto electrónico sino por la boleta única de papel, todo indica que el peronismo se opondrá a discutirlo en el Senado, tal como ya lo hizo la semana pasada en Diputados.