Boleta Única de Papel: la iniciativa barre con prácticas “punteriles” y modera la necesidad de contar con “aparato”, según especialistas
El proyecto, girado con modificaciones a Diputados este jueves, elimina un amplio espectro de trampas que empañan la legitimidad del sistema electoral y nivela la cancha en favor de las fuerzas políticas más chicas
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“La principal denuncia el día de las elecciones es el robo de boletas, la rotura de boletas, el cambio de boletas, etc.”, apunta Claudio Bargach, director de la red Ser Fiscal, una de las organizaciones que promueve activamente la Boleta Única de Papel (BUP), que en la madrugada del jueves avanzó varios casilleros en su camino para convertir en ley nacional.
“Durante el día los fiscales prácticamente no son necesarios. No tienen que llevar boletas, ni reponer”, agrega Lourdes Lodi, directora del Observatorio Político Electoral de la Universidad de Santa Fe, provincia en la que el sistema rige hace más de una década. “Lo que vemos acá con la boleta única es que los fiscales de los partidos en elecciones provinciales llegan a las cinco y media de la tarde”, grafica.
Cada uno de los promotores de la boleta única consultados por LA NACION destaca con especial énfasis alguna de las muchas ventajas que este mecanismo, según describen, tiene por sobre la denominada boleta partidaria, el esquema que rige a nivel nacional.
Todos coinciden en que una de sus principales virtudes de la BUP es que, al volcar toda la oferta partidaria en una sola papeleta, elimina de raíz un amplio espectro de prácticas ligadas a una lógica “punteril” –posibles solo con la multiplicidad de las boletas partidarias– las cuales, a su vez, demandan a todos los partidos políticos un gran despliegue territorial; para bien o para mal.
La directora del Cippec, Gala Diáz Langou, advierte que estas prácticas no quiebran el rito electoral, pero sí alcanzan a empañarlo. “En la Argentina no hay evidencia de que hayan cambiado el resultado. El fraude, como tal, no existe. Existe la sospecha de fraude y eso deslegitima el proceso. La BUP sirve para hacer frente a eso”, explica y destaca que el instrumento, entre otras ventajas, “traduce mejor las preferencias del votante” y contribuye a mitigar la “crisis de representación” actual.
“La boleta única acaba con todas las prácticas informales propias de nuestro sistema”, afirma Lodi. “Si los que están a la mañana decidieron hacerte volar las boletas –ejemplifica–, en esa mesa no competís, porque los fiscales la tiraron a la basura, pasó uno con una mochila y se la llevó, o pusieron en las generales boletas de las elecciones primarias”.
La BUP, cuyo rechazo dejó en soledad a los bloques de Unión por la Patria este jueves, ofrece distintas variantes, cada una de ellas ofrece luces y sombras, resaltan los consultados. Sin embargo, la lógica detrás de todos los modelos es la misma: si en el “cuarto oscuro” falta alguna de las fuerzas políticas, faltan todas. “Nadie las roba, nadie las trucha, nadie las clona”, insiste Lodi.
De entre las derivas políticas saludables, la experta destaca el efecto “igualador” que tiene en favor de las fuerzas políticas más chicas. “El partido pequeño que no tiene músculo económico, territorial o de militancia para sostener esa elección tiene su lugar en la boleta igual que el oficialismo”, resalta.
“Sabés que llegás [al cuarto oscuro] y no vas a tener el problema que pasa muchas veces, de que tu boleta no está”, refuerza Josefina Canale, exlegisladora provincial de Cambia Mendoza. En esa porción del territorio cuyano, la BUP es realidad electoral desde el 2022. Canale integra ConstituYa, otra de las organizaciones que milita el cambio de boleta, y al igual que Lodi señala que casi no se necesitan manos para supervisar el transcurso de la votación. “Necesitas fiscales para el recuento, pero no durante el día”, lo que se traduce en una menor estructura, al no tener que garantizar, por ejemplo, el almuerzo o el traslado durante la mañana, explica.
Esquema “punteril” y negocio electoral
Bargach, de Red Fiscal, coincide y señala que la boleta única impacta en el corazón de un esquema “punteril” con dos fases temporales: la distribución de la boleta propia –con el “bajo puerta” como emblema–, y el robo de la ajena.
“Con la boleta partidaria, quien tiene mayor estructura puede llegar a mayor cantidad de gente. Si soy intendente, por ejemplo, y tengo empleados municipales y militantes, puedo hacer un trabajo de mayor distribución de boletas que aquellos que no tienen siquiera un concejal”, grafica. “Si se complementa esa distribución con el robo de la boleta, hace que mucha gente se quede sin votar, sobre todo a los partidos más chicos”, agrega.
Detrás de esta dinámica se esconden distintos métodos para supervisar que los votantes sufraguen según el dictamen del puntero, explica.
“Esa estructura ‘punteril’ tiene que ver con una cuestión de cómo podemos mantener un empleo o mantener un ‘kiosco’”, asegura, sin dejar de distinguirla con la genuina militancia, degradada, según entiende, por esta dinámica clientelar.
“No estamos hablando de los grandes dirigentes de los partidos políticos –la sangre de la democracia–, sino de los punteros. Con ellos lo que está en juego es un empleo”, dice. Como ejemplo de esa estructura, señala que es común que un concejal disponga de una determinada cantidad de contratos.
Las ventajas del sistema, destacan, no se agotan en anular el sabotaje de boletas. “Limpia a aquellos políticos qye ganan guita con la plata que le da el Estado para imprimir boletas que nunca imprimen”, cuenta Bargach.
“[Con el sistema actual] algunos imprimen siete veces el padrón electoral, otros le imprimen solamente la vez que les paga el Estado, y a veces ni siquiera eso, porque se queda la plata para otras cosas”, señala Lodi. “En Santa Fe –ejemplifica– hubo partido que en una elección local presentó 10 listas internas para cobrar por el canal de la impresión de boletas. Después no obtuvieron ni el 1,5% de los votos. Pero claro, el padrón electoral de Santa Fe es de 2.800.000 electores y cobraron por imprimir eso 30 veces”.
Efectos políticos
La BUP acarrea implicancias netamente políticas. Con ella, el “efecto arrastre” se ve atemperado. “Uno no es rehén de un pedazo de papel. Con la BUP, en el momento en que te di una birome, te permito hacer una crucecita para gobernador, una para senador, una para diputado, una para intendente y otra para concejal”, explica Lodi.
Diaz Langou recoge muchas de las ventajas aludidas y refuerza esta idea. “La boleta partidaria permite que los partidos que tienen una figura fuerte, un líder –sobre todo a nivel nacional– tengan un efecto que sirva para arrastrar los votos en las otras categorías. Es positivo que haya menos efecto arrastre y que sea una selección más concienzuda lo que prime por parte del electorado en la selección de los representantes”.
Los consultados no vislumbran que la BUP, de implementarse, contribuya a una proliferación de partidos políticos. “No creo que aliente la creación de nuevos partidos”; apunta Lodi. “Armar un partido no es tan sencillo, la Justicia y la ley electoral impone requisitos de firmas y avales, de carta órganica, de autoridades, etc. Sí puede ser un incentivo para la competencia de partidos chicos, que mejoren su desempeño” completa Lodi.
En la misma línea se para Bardach. “Creería que solo iguala la competencia. Es gravoso hacer un partido: adhesiones, fichas, abogados, juzgados, etc. Estamos en un mundo líquido donde las figuras sobresalen por sobre los partidos y las coaliciones son la respuesta a esta realidad”.
Los consultados extienden la lista de ventajas de la BUP. Algunas de ellas son: la facilidad que otorga la lista para seleccionar candidatos de distintas fuerzas –no hay “corte de boleta”–; los beneficios ecológicos y económicos que sobrevienen por la reducción en la impresión de las boletas –se necesita, de mínima, solo una papeleta por elector-; el “box” o “biombo” que remplaza al “cuarto oscuro” habilita el sufragio en simultaneo de varios electores en un mismo espacio físico y se gana velocidad; el sobre también se vuelve innecesario –la boleta única se dobla directamente–.
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