Bochorno: la dura reprimenda de dos madres del dolor que hizo pasar vergüenza a los diputados
Las madres de Facundo Astudillo Castro y de Blas Correa, invitadas a dar su testimonio en la Cámara baja sobre la muerte de sus hijos, debieron presenciar una bochornosa pelea entre oficialistas y opositores
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Los diputados escuchaban cabizbajos, con el rostro avergonzado. Cristina Castro, madre de Fernando Astudillo Castro, el joven desaparecido hace poco más de un año presuntamente por agentes de la policía bonaerense, los reprendía sin piedad. La mujer había sido invitada a una videoconferencia con legisladores para dar su testimonio sobre la muerte de su hijo, pero debió presenciar una bochornosa pelea entre oficialistas y opositores que se echaban culpas sobre la responsabilidad de la violencia institucional en el país.
“Es muy triste lo que ha pasado –lamentó Cristina Castro cuando finalmente se le dio la palabra–. Estamos hablando de violencia institucional y ver estos arranques de violencia, ver que no dejan por un segundo la bandera política de lado, duele. Duele porque estamos hablando de víctimas, de seres humanos. De personas. Duele saber que estas son las personas que nos representan. Por favor, ustedes representan a todos los argentinos, dejen sus banderas políticas de lado, es necesario que nos unamos para que no haya más víctimas. Porque a nuestros hijos no los devuelve nadie”.
Cristina Castro hablaba sin levantar su voz, pero cada palabra suya era un mazazo para los legisladores, que la escuchaban en silencio, abochornados.
“Perdonen que los abandone (de la videoconferencia), pero ya dejé de lado dos horas de mi trabajo y tengo que volver a trabajar. Porque las mamás que estamos acá somos laburantes. Nos dedicamos a eso. Una vida entera cuidando a nuestros hijos con mucho esfuerzo para que mueran en manos del Estado”, se disculpó y cortó la comunicación.
También María Soledad Laciar, madre del joven cordobés Blas Correa –muerto de un balazo el año pasado por agentes de la policía provincial– pidió retirarse.
“Tengo a mis hijos que esperan que les haga de comer, un marido que no trabajó hoy para cuidarlos porque me parecía muy importante estar hoy acá para que ustedes nos escuchen. Pero lo que acaba de pasar es una falta de respeto para nosotros –reprochó–. De verdad lo digo. No tienen idea del dolor que estamos pasando. Estar acá y escuchar como pelean, si son de un partido o de otro, no me importa; esto me convence que nunca participaría en política. Porque ver esto… sentí que nuestra presencia importaba poco. Les pido que hagan un mea culpa: nosotros estamos peleando para que se haga justicia por nuestros hijos y acá se están peleando. Creo que lo podrían haber dejado para otro momento”.
Paula Penacca, presidenta de la Comisión de Seguridad Interior, debió pedir disculpas en nombre de todos los legisladores. La legisladora kirchnerista había intentado poner orden en el debate, pero por un momento la discusión, acalorada, se le fue de las manos.
La escena tuvo lugar durante el plenario de las comisiones de Seguridad Interior y de Derechos Humanos, esta última presidida por el kirchnerista Hugo Yasky. El motivo del debate era un proyecto de ley para prevenir la violencia institucional; para ello fueron invitadas a brindar su testimonio Cristina Castro, María Soledad Laciar y Patricia Isorni, madre de Franco, muerto también por la policía provincial en Santiago del Estero.
Los legisladores escucharon atentos el relato conmovedor de las madres. Todos coincidieron en la necesidad de avanzar en una legislación que impida que este tipo de situaciones se repitan. Sin embargo, las diferencias no tardaron en aflorar y pronto el debate se convirtió en un ida y vuelta de reproches mutuos.
“Se habla de violencia institucional, pero muchos olvidan que hubo un presidente que felicitó a un policía que mata por la espalda [en referencia a Mauricio Macri y el policía Chocobar]. ¿O el gobierno anterior encarceló a los responsables de haberle tirado gas pimienta a la diputada Mayra Mendoza (en la refriega policial cuando se debatía la reforma previsional) frente al Congreso?”, recriminó la oficialista Mara Brawer.
Fernando Iglesias, de Pro, tomó el guante. “El tratamiento de este proyecto tiene una mirada puesta en el futuro pero olvida el presente. Desde que comenzó la pandemia se registraron la mayor cantidad de violaciones de derechos humanos de la historia de nuestro país y nadie hace nada”, asestó.
Yasky, a su turno, reclamó que también sea considerado un hecho de violencia institucional la voladura de un local partidario del Frente de Todos en Bahía Blanca. Fue entonces cuando Iglesias, ofuscado, pidió una moción de orden. Penacca pidió priorizar a las madres invitadas.
“Como siempre, no son capaces de respetar un solo compromiso. Ni un pequeño compromiso son capaces de respetar. Me dijo que me iba a dar la palabra, ¿me la va a dar o no me la va a dar?”, dijo Iglesias.
Penacca le contestó: “¿No puede respetar a alguien que no sea usted mismo?”, a lo que Iglesias contestó en tono de voz alto y luego se retiró de la reunión.
La videoconferencia no continuó demasiado más. El diputado Sebastián Nicolás Salvador (UCR) cerró la reunión y pidió revisar el formato de las próximas reuniones para que estas situaciones no vuelvan a suceder. “Tenemos que hacernos cargo de lo que pasó”, admitió.
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