Binner: el médico de bajo perfil que busca mover el tablero político
Una charla íntima con LA NACION en su sobria casa de Rosario; los costados menos conocidos del primer gobernador socialista del país
ROSARIO.- A metros del boulevard Oroño, la calle San Juan al 2000 no sobresale ni se destaca por sobre las demás. Predominan departamentos y casas de hace décadas, sin una arquitectura llamativa. En el 2352 hay un sencillo chalet de dos pisos, de puertas negras, paredes exteriores blancas y persianas ajadas. A la vista, simple y antiguo, definitivamente sin lujos.
Cuesta imaginarse que el que abrirá la puerta de la casa es el gobernador del tercer distrito electoral de la Argentina y candidato a la presidencia. Se podría decir, entonces, que Hermes Binner es un buen reflejo de su hogar en Rosario: sobrio, sin estridencias, algo anticuado y de bajo perfil.
Sus personas de mayor confianza aseguran que Binner es igual en su vida íntima y en la gestión pública: reservado, aunque abierto al diálogo. Cuando los micrófonos se activan y las cámaras se encienden, se repliega y transmite cierto hermetismo.
La prueba más contundente de este rasgo de su personalidad es que su heramno mayor, Dante, lo llama "hermético".
La prolongada charla con LA NACION transcurrió en el living de su casa de Rosario, donde vive desde 1985. Binner se retrae y baja la mirada cuando hurga en su intimidad, quizás porque le gusta más escuchar que hablar. La música, por ejemplo, es un placer para sus oídos: el gusto de su padre por el violín era tal que le puso Hermes por la relación que tenía con el violinista chaqueño Hermes Peressini. "Alguna vez he rasgueado alguna guitarra", cuenta, entre mate y mate.
Cuando la conversación deriva en la política, su lenguaje corporal cobra vigor: entra en el terreno de su gran pasión junto con la medicina.
Profesión y vocación
Ambas lo atraparon desde joven. Quizás haya sido en la primaria de los Hermanos Maristas, donde organizaban kermeses para juntar plata para pintar una pared del colegio o se rotaban para ir a leerle cuentos a un compañero enfermo de leucemia. Ese espíritu participativo y de servicio también lo tomó de su hermano. Dante era nueve años mayor y se llevó a vivir de Rafaela a Rosario, donde hacía las prácticas de medicina en el Hospital Centenario.
Entre apuntes y jeringas, Binner comenzó la militancia en el Partido Socialista, a los 16 años, luego de una decisiva influencia de El ABC del Socialismo, de Leo Huberman. Fue consejero, delegado, referente del Centro de Estudiantes y también discípulo: Guillermo Estévez Boero, reunificador del PS en 1972, fue siempre un guía para él. Entre la medicina y la política encontró convergencias. "Salud es un tema que el 90% de los políticos piensa que no hace ganar elecciones, pero sí puede hacer perder. Hermes se jugó a salud pública como su eje de construcción política y llegó adonde llegó por este eje", sostiene el doctor Pablo Bonazzola, compañero de militancia de Binner y ex director del Hospital de Quemados y Ramos Mejía, entre otros.
De las dos pasiones, fue la medicina la que prendió en sus hijos: tres de los cuatro mayores (Agustín, Carolina y Varinia) son médicos. Sin embargo, han esquivado la política. "No han tenido esa vocación por un rol de mayor compromiso. Hubiese querido, pero si no lo sienten es mejor que no lo hagan", explica Binner, que desde que llegó a la gobernación santafecina, en 2007, alterna su casa de Rosario con la de Santa Fe, donde vive con su segunda esposa y su quinto hijo, Emilio, de 11 años.
Uno de los actos más simbólicos que marcaron su gestión apenas asumió fue el levantamiento de las vallas que cercaban la Casa de Gobierno como protección ante eventuales manifestaciones. Así como en el barrio, todos saben donde vive y es él mismo quien abre la puerta de cu casa, la decisión de quitar las rejas de la Casa Gris es para Binner una manera de mostrarse abierto, en contraste con esa imagen de "hermético".
"A mí mismo a veces me cuesta escudriñar en su personalidad. Yo digo que es como el Chaco: el Impenetrable... También le digo 'hermético'". Quien traza con precisión la personalidad del candidato del FAP es nada menos que su único hermano en el libro de Daniel Attala, Hermes Binner, primer gobernador socialista de la Argentina.
Este perfil puede mermar sus aspiraciones electorales. Es que, a nivel nacional, su imagen todavía es desconocida para una gran parte de la población. Y él no parece dispuesto a modificar su estilo.
Cerca de concluir la aventura al frente del Ejecutivo provincial, el enorme desafío que asoma para Binner es el de poder seducir a todo un país con sus modales más europeos, heredados de sus abuelos inmigrantes, en una sociedad que está más acostumbrada a que la política se dirima entre agravios y gritos.
No se lo ve cómodo a la hora de confrontar, aunque en las últimas semanas buscó diferenciarse del Gobierno con duras críticas. No obstante, desde la oposición no descartan que se convierta en un aliado del kirchnerismo en el Congreso. Es que en el tramo final de la campaña quedó envuelto en una polémica inesperada por su visto bueno al parlamentarismo. Y más de una vez debió aclarar que esa postura del socialismo no implica una reforma constitucional que propicie la reelección indefinida de la Presidenta.
Si ratifica las tendencias y obtiene el segundo lugar, sabe que captará la atención de muchos. En tanto, conserva la calma y espera posicionarse como referente opositor. Si bien apenas pudo superar el 10% de los votos y en su provincia perdió ante Cristina Kirchner, confía en su performance del domingo.
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