“Basta, ya es demasiado”, la reacción del Presidente antes de la decisión de salir a responderle a Cristina Kirchner
La confrontación con la vicepresidenta terminó por devorar la agenda de la primera jornada de gira europea del Presidente
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MADRID.- Mientras la tarde se despedía lentamente de Madrid, en la embajada argentina en España los funcionarios releían las últimas declaraciones contra Cristina Kirchner que había lanzado Alberto Fernández. “No hablan por teléfono, pero encuentran maneras de enviarse mensajes”, se resignaba uno de los colaboradores del Presidente, mientras veía cómo se desmoronaban todos los esfuerzos por reencauzar la agenda del Gobierno hacia otro lugar que no sea la interminable interna del Frente de Todos.
La sociedad entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner se transformó en el panel de un programa de televisión. Se lanzan declaraciones a través de los medios de comunicación, cada vez más directas, cada vez más personales. Pero el resultado final es una obturación dramática de la gestión.
“Yo no me subí a ningún ring”, dijo el Presidente a los periodistas que cubren la gira por Europa, mientras volaba por encima del Atlántico e insistió en que su adversario era la oposición. En el sentido de la respuesta presidencial, la culpa de la escalada recae sobre la vicepresidenta y La Cámpora, a quienes en el Gobierno señalan por el daño que sus críticas generan sobre el trabajo del ministro de Economía, Martín Guzmán.
Pero horas después, Fernández expresó su preocupación por la “obstrucción” de las medidas impulsadas por el Gobierno y dijo que la vicepresidenta tiene una mirada “parcial” cuando traza un diagnóstico negativo de la economía, porque en la evaluación pasa por alto el efecto de la pandemia. Volvió a subirse al ring.
Del rincón de Cristina Kirchner argumentan que la política económica del ministro lleva a acrecentar el malestar social y a la destrucción de su capital político. Por eso, La Cámpora resolvió marcar su propia agenda económica desde el Congreso con la presentación de proyectos de ley. Y las iniciativas ya anunciadas que proponen adelantar el pago de salarios y extender las jubilaciones no fueron los últimos, según adelantó a LA NACION un miembro de la agrupación kirchnerista.
Sin embargo, Máximo Kirchner y La Cámpora tampoco pueden avanzar con la puesta en marcha de sus iniciativas. Nadie tiene finalmente el control real de la política económica. Y Guzmán mismo advierte que no hay plan posible sin apoyo político. El bloqueo es mutuo.
La semana pasada, Fernández resolvió responder por un efecto de acumulación, según reconstruyen en la comitiva del Gobierno. “Primero fueron las críticas del Cuervo Larroque, después la propia Cristina Kirchner y se dijo: ‘Basta, ya es demasiado’”, reconstruyen. El Presidente ordenó entonces a Guzmán y al ministro de la Producción, Matías Kulfas, que salieran a responder.
Pero existe una dimensión psicológica que impide a Fernández mantenerse al margen de la confrontación con su vicepresidenta. Ayer ocurrió lo mismo cuando el diario El País insistió en preguntarle por las críticas de Cristina Kirchner. El Presidente pretende reconducir el debate hacia la oposición, pero la turbación que le generan las críticas internas terminan por imponerse en su ánimo. “Es un debate de ideas en on, como quería Cristina Kirchner”, respondían en la comitiva presidencial para justificar la retahíla de declaraciones.
El encuentro con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y con el rey Felipe VI quedaron devorados por la nueva escalada. “Todo es mucho menos racional de lo que se imaginan”, reconocía con cierta claudicación en una sala del palacete de Fernando el Santo 15, sede de la diplomacia argentina en Madrid, un funcionario interesado en reconducir la discusión. Fue imposible. El ring sigue en el centro.
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