Banderas, sirenas y gritos contra Cristina: escenas de la marcha de apoyo a Macri en Dolores
Medio millar de militantes y dirigentes de Juntos por el Cambio revolucionaron el ritmo de la ciudad para respaldar al expresidente
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DOLORES (Enviado especial).- “Se siente, se siente, Mauricio presidente”, gritaban y cantaban, megáfono en mano, Natalia Valenti y Laura Casco, dos platenses ubicados junto a una de las mesas en la vereda de “La Dulcería”, mientras la militancia todavía se sacaba fotos con reconocidos dirigentes de Pro. El expresidente estaba a 300 metros de la Plaza Castelli, dentro del juzgado federal, a la espera del interrogatorio que no fue con el juez Martín Bava.
La sombra cotizaba alto en este mediodía avanzado con más de 30 grados y más de medio millar de personas que convivieron amontonados frente al escenario, en las puertas del palacio comunal, donde Macri tuvo su contacto directo con quienes llegaron para apoyarlo.
Una manifestación que luego se puso en marcha para convertirse en caravana a lo largo de las tres cuadras que había que recorrer para llegar hasta la sede judicial, donde entonces se montó una vigilia durante más de una hora, entre cánticos de adhesión al exjefe de Estado y otros más duros, muy subidos de tono algunos, contra la actual vicepresidenta de la Nación, Cristina Kirchner.
La citación de Macri revolucionó en buena medida el ritmo de esta localidad, al menos en su centro cívico, donde desde temprano los vecinos debieron afrontar cortes de calles, presencia de móviles de televisión, cables que cruzaban la calzada, decenas de periodistas y cientos de fieles macristas, varios de ellos llegados desde otros destinos. Había banderas de La Matanza, Tandil, Olavarría, Pinamar.
Hugo Rígoli vino solo, desde Castelli, a unos pocos kilómetros de aquí. Es jubilado y de los primeros que llegó solo para estar junto a Macri en esta instancia. “No vino mi señora porque está enferma, si no estaría también acá, junto a Macri”, dijo. Justifica este viaje para “defender a un expresidente que venía sacando al país adelante, complicado principalmente por la oposición y los medios”. “Aquí estoy para defender la república”, remarcó.
Esa última frase lucía en banderas argentinas que por 300 a 500 pesos se vendían desde temprano en la Plaza Castelli, escenario de esta convocatoria. “Sí se puede”, se leía en otra, también estampada sobre las bandas celestes y blanca.
La espera se matizó allí con selfies junto a políticos que llegaban. El primero, organizador y hasta maestro de ceremonias del acto, Hernán Lombardi. Se sacó fotos con todos y alentó a seguir. “No nos vamos a rendir ahora, no tenemos miedo”, repitió ante quienes se acercaban por un saludo.
La llegada de Macri pasó casi desapercibida, quizás obra de una maniobra de distracción en la que quedó involucrado su primo Jorge, intendente de Vicente López, que acaparaba a los medios mientras el expresidente ingresaba al palacio comunal. “Hay gato para rato”, escuchaba desde las ventanas del despacho de Camilo Etchevarren, el intendente local con pretensiones de gobernador bonaerense en 2023.
Sorprendió una gorra de la Armada Argentina entre la militancia que cantaba y apoyaba. La lleva puesta Marcela Pastorini, de Mar del Plata y esposa de un actual submarinista que también luce en el pecho un pin de Pro. “Es muy triste que se haga esto porque están ensuciando la memoria de los 44 tripulantes del ARA San Juan”, dijo a LA NACION, convencida que Macri es inocente y que fue el presidente que más apoyo dio a las Fuerzas Armadas para que tengan entrenamiento y horas de navegación. “Mauricio les devolvió la dignidad”, remarcó.
El acto que duró media hora reunió a una pequeña multitud frente a un escenario improvisado con un acoplado de camión, revestido con dos largas banderas argentinas. Una cancha de Fútbol 5 le hubiese quedado grande para el público presente. “Dónde están los 400 micros que decían que íbamos a movilizar”, se escuchó en referencia a acusaciones del oficialismo, que desde los medios anticipaba una movilización multitudinaria. Nada de eso ocurrió. El propio Macri dijo que en la ruta quedaron algunos a mitad de camino: “Hoy estuvieron más celosos que de costumbre con los controles en la ruta”, dijo, con mucha suspicacia.
Néstor Grindetti, intendente de Lanús, fue el primero en asomar. Luego lo harían Jorge Macri y otros más de 20 jefes comunales. Entre ellos Martín Yeza, también citado a indagatoria por el juez Bava en otra causa por estafa con tarjetas del programa Alimentar en su municipio. Tras dos postergaciones, ahora tiene audiencia para el próximo jueves.
Todos se subieron al escenario, junto a legisladores y referentes políticos, encabezados por Patricia Bullrich, una de las últimas en llegar, poco después de las 11 y minutos antes del inicio del acto. “Hay Gato para rato”, le cantan al expresidente cuando sube, saluda y hasta firma algún ejemplar de su último libro.
El fin del acto pone a todos en marcha, a pie. Son 300 metros hasta la sede judicial. Macri fue a la cabeza, con una bandera argentina en mano que lo acompañaría hasta ingresar al juzgado. No lo soltaba Etchevarren. A menos de un metro, enfrente y durante todo el recorrido, decenas de cámaras y micrófonos. Un tropiezo y cayó un camarógrafo con sus equipos, y otros colegas y periodistas tambaleaban entre evitar caer y sostener al resto. Pero la marcha casi no tuvo demoras.
Trompetas, bombos y sirenas retumbaban en la esquina de calle Buenos Aires y Vucetich, un piso debajo de donde Macri esperaba por Bava, ya con el saco que se calzó en el hall del juzgado. La multitud, que entonces sí pareció multiplicarse, cantaba. Por su líder y también contra la oposición. “Asesina, asesina”, le dedicaban a Cristina Kirchner, una y otra vez.
La audiencia, trasciende, tiene demoras. Se hablaba de problemas informáticos pero luego se confirmaría que el juzgado omitió un paso fundamental: el relevamiento a Macri para que pueda ventilar cuestiones de Inteligencia. La espera ya era a calle y veredas completas. En la esquina, en la galería sobre veredas que tiene el bar Lago di Como, la escena era propia de una rave: todos amontonados, los que podían en mesas y el resto de pie, acalorados, cada uno con su bebida en mano. Todos a la espera de la salida de su líder.
La explosión en aplauso llega a las 13.06. Macri bajó las escaleras y salió por la puerta del juzgado. Rodeado por personal de seguridad, resguardado por efectivos de Policía Federal que intentaban frenar a periodistas y militantes, logró subir al Toyota monovolumen que lo trajo desde Capital Federal.
Las banderas se alzaron y lo despidieron con un “vamos Mauricio” y otros “fuerza Macri”, mientras lo veían partir por calle Buenos Aires, en sentido a Ruta 2. El acto de apoyo, muy celebrado, tuvo principio y fin. Pero la crucial audiencia de indagatoria, postergada y tan esperada, nunca comenzó.
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