Bajo presión kirchnerista, Victoria Villarruel busca alternativas para sostener el DNU de Milei en el Senado
La vicepresidenta tiene pisado el pedido de sesión especial del bloque que responde a Cristina Kirchner; los ataques del Presidente a los dialoguistas complican al oficialismo
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Como si fuera un castillo de naipes, cada embestida de Javier Milei contra la oposición obliga a Victoria Villarruel a empezar de nuevo con la construcción política que, con paciencia, viene llevando a cabo desde hace unas tres semanas para evitar que el kirchnerismo consiga la mayoría que le permita rechazar el DNU en el Senado.
La presión que debe enfrentar la vicepresidenta es cada vez más fuerte. Al nuevo pedido de sesión especial -ahora, para el próximo jueves- para tratar el decreto en el recinto de la Cámara alta, se suma el malestar por el último brote de bronca del Presidente que se va extendiendo como una mancha de aceite sobre el agua entre los bloques a los que Villarruel intenta tener de aliados.
“Está todo roto”, sentenció un senador radical para describir el estado de la relación con el Gobierno de Milei, y advirtió que Villarruel ya no tiene margen para seguir demorando la respuesta al primer pedido para tratar el DNU planteado por el bloque peronista de la Cámara alta. “Si lo hubiera hecho Cristina [Kirchner] estaríamos diciendo que es un escándalo”, completó el legislador.
La molestia en el centenario partido no tardó en salir a la superficie. Al crítico pronunciamiento oficial del Comité Nacional, su presidente y senador nacional, Martín Lousteau, le sumó declaraciones radiales en las que fustigó con dureza al jefe del Estado. “La idea de que tengo razón en todo y la democracia no sirve y trato de anularla y elegir un enemigo no es muy distinta a la lógica de Cristina”, sentenció.
La molestia del presidente de la UCR se transformó en una nota presentada en la Cámara baja en la que se le exige al presidente del cuerpo, el libertario Martín Menem (La Rioja), que designe a los diputados que deben conformar la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, que debió haber discutido el DNU 70/23.
“A más de dos meses de la renovación de la Cámara, después de solicitudes formales de los diferentes bloques y con los miembros del Honorable Senado ya designados hace semanas, su persistente demora en conformar la Comisión ya no puede ser atribuida a la inexperiencia en el cargo ni a los tiempos burocráticos”, sostiene la nota radical, que concluye con la advertencia de que están dispuestos a “actuar con todas las herramientas legales” a la mano para que se cumpla con el mandato constitucional.
Lousteau no es el único enojado. El malestar avanza al ritmo de los ataques de MIlei. “Es increíble la liviandad con la que te critican después de que los ayudás a resolver sus problemas”, se quejaba otro senador del centenario partido apenas unas horas después de que la UCR y Pro decidieran apoyar, a pesar de sus disidencias con el proyecto, la sanción de los cambios a la ley de lucha contra el lavado de dinero para que el Gobierno pueda cumplir con las exigencias del GAFI.
Los mensajes contra la Casa Rosada también parten del Pro. “Nadie puede gobernar por DNU; no puede seguir sin un acuerdo parlamentario mínimo”, sostuvo Luis Juez (Córdoba), jefe del bloque Pro. Tajante y de frases filosas, el cordobés no se anduvo con chiquitas. “El DNU no pasa el Senado”, sentenció.
Este último mensaje es el que escuchó Villarruel en la última reunión que mantuvo la semana pasada con los principales referentes de los denominados bloques dialoguistas, que van perdiendo su propensión a ayudar al oficialismo de manera directamente proporcional a las reacciones de Milei por el fiasco de la ley ómnibus.
La vicepresidenta en la encrucijada
Todas las bancadas coinciden en que el decreto de necesidad y urgencia 70/23 no soportará la prueba de ácido de su debate en el recinto. La carencia de necesidad y urgencia de la mayoría de su extenso contenido hace que casi ningún senador opositor esté dispuesto a avalarlo. Esa fue la razón principal por la que Villarruel decidió desoír el pedido de sesión especial para rechazar el DNU que le formuló el kirchnerismo para el 1 de febrero pasado.
La actitud de la vicepresidenta le valió una crítica conferencia de prensa del bloque del Frente de Todos, que conduce José Mayans (Formosa), que la semana pasada volvió a la carga con un nuevo pedido, ahora para el próximo jueves.
Por esa razón, Villarruel viene armando con los bloques dialoguistas una estrategia para tratar de desarmar la bomba de tiempo que, sabe, es el DNU 70/23 para su gestión al frente del Senado.
El plan B
Se barajaron varias alternativas, pero la que más fuerza estaba tomando era la de ir volcando en proyectos de ley aquellos tramos del decreto que contasen con amplio consenso. Esas iniciativas contendrían un artículo que derogaría los artículos correspondientes del DNU que, de esa manera, iría desactivándose poco a poco. Esta estrategia se completaría con el accionar de la Justicia, que terminaría tomando la decisión final en los tramos más conflictivos de la norma.
Hasta la semana pasada, a la vicepresidenta la ayudaba el reparo de los exsocios de Juntos por el Cambio, que no quieren convertirse en furgón de cola de una maniobra kirchnerista.
Sin embargo, el fracaso de la ley ómnibus en Diputados complicó las negociaciones y puso a Villarruel en una dura encrucijada. Sabe que el kirchnerismo, con 33 senadores, está a tan sólo cuatro votos de tener mayoría absoluta para aprobar lo que quiera; y que Milei tampoco ayuda con sus ataques a los bloques dialoguistas. Cuánto tiempo podrá esquivar el golpe político de la derogación del DNU en estas condiciones es la pregunta que se hacen por estos días en el despacho de la vicepresidenta.
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