Axel Kicillof se prepara para resistir los ajustes que prevé el Gobierno sobre la provincia
Advierte que saldrá a dar batalla contra los recortes de subsidios y transferencias
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El gobierno de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Axel Kicillof, se prepara para resistir el impacto de los recortes que puedan implicar en territorio bonaerense las metas fijadas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El mandatario provincial ya anticipó una postura más dura esta semana, al advertir que “en el conurbano y el interior [de la provincia] no da más la situación social”, pero las críticas y la diferenciación pueden endurecerse más aún en medio de la interna que sacude al Frente de Todos entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, y los sectores que responden a ambos.
Según pudo saber La Nación de fuentes cercanas al gobernador, la preocupación central es por el impacto de la quita de subsidios que se aplicarán en las boletas de luz y de gas, presumiblemente a partir de junio. Después de la ciudad de Buenos Aires, el territorio bonaerense será donde más se sentirá el impacto de las subas de tarifas consecuentes.
“No vamos a permitir que impacte sobre los sectores más vulnerables de la provincia”, advierten, en sintonía con la disputa entre el sector kirchnerista que maneja los temas energéticos (Darío Martínez, secretario de Energía; Federico Basualdo, subsecretario de Energía Eléctrica; y Federico Bernal, titular del Enargás) y el ala económica que responde a Alberto Fernández, encabezada por el ministro Martín Guzmán.
Pero no es el único disparador de la resistencia bonaerense a la política económica del Gobierno. También se preparan para rechazar cualquier intención de aplicar lo que figura como uno de los compromisos ante el FMI: la reducción de partidas a las provincias.
La provincia de Buenos Aires recibió el año pasado 239.000 millones de pesos por fuera de los envíos automáticos que gira la Nación, lo que representó un tercio del total de transferencias.
“Estamos preparándonos para enfrentar cualquier intento por reducir los giros a la provincia, porque eso implicaría afectar aún más a sectores de la población que hoy ya están sufriendo”, anticipó a La Nación un importante funcionario bonaerense. Evalúan que esa oposición se plasmaría en críticas más fuertes aún al gobierno de Alberto Fernández y en acciones que podrían complicar la percepción social del Gobierno.
Desde el entorno de Kicillof incluso sugieren que ante la amenaza de resistencia de los gobernadores, el presidente Alberto Fernández ni siquiera se atreverá a amagar con un recorte.
Si bien en el círculo de confianza de Kicillof no observan una situación de crisis social terminal, sí consideran que hay mucho malestar y que se está “al borde de la ruptura del contrato electoral”. Afirman que el capital más importante de Kicillof es “su relación con la gente” y buscan preservarlo, todavía con la expectativa de buscar su reelección el año próximo.
El gobernador señaló el martes que la provincia de Buenos Aires no puede soportar ajustes. “Los muchachos del FMI no sé si el español lo dominan, pero en la provincia no puede haber ajuste, lo tienen que entender”, dijo en la localidad de Arrecifes. Y completó: “En el conurbano y el interior no da más la situación social”.
Fuentes de confianza de Kicillof explican que “era necesario marcar diferencias” y que no pueden “seguir pagando costos por malas decisiones”. Y remarcan la pertenencia primordialmente cristinista del mandatario, aunque sin dejar de sostener una relación institucional con el Presidente.
Las críticas públicas al acuerdo con el FMI y, últimamente también al gobierno nacional en forma directa, se dan, según afirman cerca del gobernador, después de haber fracasado en los intentos de incidir sobre las propuestas del Presidente.
“Si uno le dice varias veces las cosas, le lleva propuestas, le señala errores, y no ve reacción, eso empieza a desbordar hacia el discurso público”, se justifican cerca del gobernador bonaerense para explicar la escalada verbal de los últimos días.
Para las aspiraciones políticas de Kicillof, el impacto del acuerdo con el FMI en el territorio que gobierna es clave. Su objetivo es ir por la reelección sin apelar al desdoblamiento electoral con la Nación (cerca suyo dicen que Máximo Kirchner le sugirió instalar anticipadamente el tema para marcar la cancha ante el posible avance de otros aspirantes peronistas).
En esa carrera hacia 2023, el gobernador tiene un competidor interno: Martín Insaurralde, su jefe de Gabinete, quien alienta el desdoblamiento y asegura tener el aval de Máximo. El tironeo de poder entre ambos se admite en reserva en los despachos de La Plata. Los dos están por estos días alertas ante los posibles ajustes económicos que afectarían a la provincia, pero la disputa interna es un hecho y algunas fuentes bonaerenses se preguntan si tendrá mucha vida la convivencia pacífica que hoy se muestra públicamente. Cerca del gobernador señalan que el exintendente de Lomas de Zamora busca posicionarse por si Kicillof juega a nivel nacional en las elecciones del año que viene.
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