Axel Kicillof apuesta a ser el líder de la resistencia opositora a Javier Milei, pero lo debilita la falta de fondos
El 11 de diciembre asume su segundo mandato, con más poder en el peronismo y menos recursos; la relación con los intendentes y la promesa de cambios “institucionales”
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LA PLATA.- Axel Kicillof llegó a la provincia de Buenos Aires como un forastero: sostenido por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, sin apoyo del Partido Justicialista, resistido por los intendentes y celado por el jefe de la bancada de Unión por la Patria, diputado Máximo Kirchner. Tuvo un primer mandato (2019-2023) con tensiones políticas, pero con un flujo de dinero facilitado por el tesoro nacional en manos del presidente Alberto Fernández. Kicillof se asoma, ahora, a un escenario inverso: ungido cómo incipiente líder político de la resistencia kirchnerista, del partido y de los intendentes, y con fondos limitados a la coparticipación. O al acuerdo de gobernabilidad que logre con el presidente electo, Javier Milei.
El gobernador tiene desde diciembre varios desafíos para su segundo mandato (2023-2027). Gobernar sin aportes del tesoro nacional, sin transferencias discrecionales y con el aviso de que no habrá grandes obras de infraestructura, son los más urgentes. Espera que la Justicia no le quite, además, los recursos coparticipables que aún están en disputa con el gobierno de la Ciudad.
La Corte rechazó la semana pasada las recusaciones del Gobierno en la causa de la pelea por los fondos coparticipables que en 2020 Alberto Fernández le quitó al gobierno porteño para darle a la provincia, en respuesta a un reclamo histórico bonaerense (Mauricio Macri había incrementado la coparticipación en favor de la Ciudad). Así surgió el Fondo de Fortalecimiento Fiscal. En el gobierno de Kicillof siguen con suma preocupación ese trámite judicial que podría derivar un virtual ahogo financiero, en caso de que la Corte falle como pretende la Ciudad.
La provincia contribuye a la recaudación nacional con el 37,3 por ciento del total de los recursos, pero por el régimen de coparticipación federal, recibe una asignación del 21,2 por ciento. Desde septiembre de 2020, el Fondo de Fortalecimiento Fiscal (que se creó con la reasignación que hizo Fernández) supuso giros por 60.300 millones en 2021, 110.000 millones en 2022 y 199.166 millones en lo que va de este año. Perder este flujo de ingresos llevaría a un pésimo escenario a Kicillof, sin un gobierno nacional que habilite transferencias más allá de la coparticipación federal de impuestos.
El gobernador por ahora mantiene la cautela. Sostiene un diálogo fluido con Guillermo Francos. Y evita referirse a Milei para no generar fricciones ya que sabe que de su buena voluntad para negociar dependerá, en gran parte, la situación financiera de esta provincia.
El territorio bonaerense concentra el 38,7% de la población nacional, reúne al 38,5% de los titulares de la Asignación Universal por Hijo y el 37% de los beneficiarios de las tarjetas alimentar. Tiene el 35% de los hogares con necesidades básicas insatisfechas.
Estabilizar las cuentas es el primer desafío de la provincia. Kicillof ya pidió tomar deuda por 150 millones de dólares a la Legislatura, pero la oposición le marcó el territorio y no votó ese pedido, que buscaba garantizar el pago del aguinaldo, pese a que hay municipios opositores sumamente urgidos financieramente como Adolfo Alsina, Arrecifes, Azul, Coronel Rosales, Olavarría, Púan, Nueve de Julio, Pinamar y General Pueyrredón.
Finalmente, el ministro de Economía saliente, Sergio Massa, habilitó los recursos. Kicillof se posicionó antes sus pares, los gobernadores, como gestor de ese último auxilio financiero. Ser primus inter pares es, acaso, uno de los anhelos políticos de Kicillof en su segundo mandato como gobernador.
Otros escenarios parecen más allanados: los intendentes peronistas que en el primer mandato albergaban desconfianza, ahora le reconocen un liderazgo incipiente. Kicillof apunta a construir poder sustentado en los 1,7 millones de votos que obtuvo sobre Néstor Grindetti en los comicios de octubre.
Kicillof, además de atender las urgencias financieras, prometió que va a impulsar cambios institucionales de fondo, como reformular la Constitución para ir a una Legislatura unicameral tras el escándalo por el caso de Julio “Chocolate” Rigau. Planea además eliminar la Jefatura de Gabinete para no dejar rastros de Martín Insaurralde, mientras la Justicia lo investiga por enriquecimiento ilícito.
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