Aunque ganó por poco, Jorge Macri cumplió el cometido de su primo Mauricio y buscará ganar en octubre sin necesidad de ballottage
El candidato de Pro deberá cristalizar el resultado obtenido por Juntos por el Cambio en las primarias porteñas para evitar la segunda vuelta; el sutil mensaje de Lousteau para marcarle la cancha
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A duras penas Jorge Macri logró cumplir con el cometido que le encomendó su primo, Mauricio Macri: con su triunfo en las primarias porteñas sobre su rival Martín Lousteau (UCR), le garantizó al expresidente que será un candidato macrista de pura cepa quien llevará la bandera de Juntos por el Cambio a las elecciones de octubre, en las que buscará prolongar, por otros cuatro años, el dominio de Pro sobre la ciudad.
El ahora candidato de Juntos por el Cambio a jefe de gobierno porteño debió sufrir hasta el final para confirmar los resultados debido a las dificultades y demoras en el escrutinio por los severos inconvenientes detectados por las boletas electrónicas. Con casi la totalidad de las mesas escrutadas al cierre de esta edición, el kirchnerista Leandro Santoro, candidato de Unión por la Patria, se presenta como el principal candidato a vencer en las elecciones generales.
Jorge Macri se refriega las manos: de cristalizar el resultado que obtuvo la marca Juntos por el Cambio en las primarias (55%), la ilusión será ganar en primera vuelta en octubre y evitar el ballotage. Según la Constitución porteña, quien obtenga la mayoría absoluta –más del 50% de los votos sin contar los nulos y el voto en blanco- se convierte automáticamente en el nuevo jefe de gobierno.
Pero nada se presenta tan lineal para Macri: para lograr su cometido deberá contener los votos de su rival Lousteau y que éstos no drenen a las filas de Santoro o del libertario Ramiro Marra, quien salió tercero en la contienda pero que buscará capitalizar en octubre el batacazo de Javier Milei a nivel nacional. Para ello ambos –Macri y Lousteau- tendrán que superar las tensiones que atravesaron durante la campaña y exagerar una postal de unidad a lo largo de los dos meses que restan hasta octubre.
Una primera postal se exhibió anoche, ya pasadas las 11, cuando ambos rivales se mostraron juntos sobre el escenario del búnker. “Quiero pedirle un aplauso a Martín y a todos sus candidatos”, fue la primera reacción de Macri al exaltar el desempeño electoral de Juntos por el Cambio. Lousteau, si bien reconoció estoico su derrota y ofrendó sus propuestas de gobierno al flamante ganador, destacó que su lista Evolución Radical ganó en 11 de las 15 comunas de la ciudad. Una sutil marcada de cancha a Macri.
Habrá que ver de qué manera el candidato de Pro toma nota de los resultados. Durante la campaña advirtió que, de llegar a gobernar la ciudad, buscará armar “el mejor equipo de gobierno posible” pero no “loteará” su gabinete entre las fuerzas aliadas de Juntos por el Cambio según los votos obtenidos en las primarias. Una advertencia a la de la UCR porteña que, con Emiliano Yacobitti y el operador Daniel Angelici a la cabeza, anhelaba desembarcar con toda su estructura partidaria en el bastión de Pro.
Macri, de intendente bonaerense a candidato porteño
En su derrotero hacia su triunfo en las primarias, Jorge Macri contó con varios apoyos. El primero fue el de su primo Mauricio. Para entronizarlo como candidato único de Pro, el expresidente presionó para que Horacio Rodríguez Larreta, el actual jefe de gobierno porteño, apartara al sanitarista Fernán Quirós de la competencia. Patricia Bullrich, su madrina política, aportó lo suyo y logró que su aliado Ricardo López Murphy depusiera su candidatura. Al poco tiempo hizo lo propio el legislador Roberto García Moritán, de Republicanos Unidos.
Despejado el camino político, el único obstáculo que le restaba sortear era el judicial. Ni bien formalizó su precandidatura porteña en junio pasado, a los tribunales porteños llegaron sendas impugnaciones a su postulación que formularon el exsenador radical Nito Artaza (con el auspicio tácito de Lousteau) y Vanina Biasi, de FIT, que denunciaron que el exintendente de Vicente López, bonaerense de nacimiento, tampoco cumplía con el requisito de cinco años de residencia en la ciudad que exige la Constitución porteña.
La justicia porteña, en doble instancia, echó por tierra las impugnaciones y le abrió el camino al exintendente bonaerense para competir. Sin embargo, pese a los favores recibidos, Macri no pudo sacarse del todo esa mácula de advenedizo que le endilgaron sus competidores. De hecho, fue el latiguillo que utilizó Lousteau a lo largo de su campaña y que sus simpatizantes sintetizaron en el cántico “¿de qué barrio sos, Jorge Macri?” que popularizaron en las redes.
“Él fue intendente de Vicente López y diputado provincial, quiso ser gobernador y no pudo, entonces cambió de distrito, yo no hago eso”, asestó Lousteau para marcar diferencias.
No fue la única estocada de Lousteau que soportó Macri. El pico de mayor tirantez se desató en torno a la candidatura de Franco Rinaldi, primero en la lista de legisladores porteños de Macri y foco de polémica cuando se conocieron declaraciones suyas discriminatorias hacia distintas minorías. Fue el momento más difícil del candidato de Pro, que debió aceptar la renuncia de Rinaldi ante la fuerte presión mediática fogoneada por Lousteau. “Le están pegando en el piso”, le reprochó.
Después de una campaña intensa, Jorge y Mauricio Macri respiran tranquilos. Esperaban una victoria más holgada –de hecho Macri había arrancado con bastante ventaja respecto de Lousteau- pero el veredicto de las urnas fue más mezquino que el anhelado. Igualmente se ganó. Como en el fútbol, no importa qué bien o mal se haya jugado el partido, lo que cuenta es el resultado final.
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