Aunque anémica, la economía fue el escudo de la Presidenta
De todos los funcionarios que esperaban a Cristina Kirchner en el recinto de Diputados los ministros Débora Giorgi y Axel Kicillof parecían los más animados y sonrientes. De hecho, ella casi bailaba al son de los cánticos de las barras kirchneristas, que hacen el "vengo bancando este proyecto, proyecto nacional y popular", con música tomada del grupo norteamericano Creedence Clearwater Revival y su conocido tema "Bad Moon Rising". Nada importaba a las grandes espadas de la sustitución de importaciones, la Presidenta pronto se apoyaría en sus supuestos méritos y logros para defender su gestión.
Ella también empezó con argumentos importados, que tomó de un tuit del periodista del Financial Times Joseph Cotterill para celebrar el aumento de las cotizaciones de los bonos del canje. Cotterill aclaró de inmediato que esa mejora se produce porque los inversores saben que ella se va en diciembre y que es más probable que luego haya un acuerdo por la deuda aún en default.
Lo concreto es que la Presidenta presentó el desempeño económico como uno de los puntos fuertes de su gestión, en el que mejor puede apoyarse y exhibirse confiada y feliz en medio de un escándalo político que claramente la pone de pésimo humor. No fue la precisión de las estadísticas, justamente, lo que usó para apoyarse. Y los errores se sucedieron, como hablar de sexto, séptimo y octavo quintil, que son quintas partes de algo y por lo tanto no puede haber más de cinco.
También utilizó un informe de una consultora extranjera para decir que la Argentina es el país que más se desendeudó, sacando cálculos sobre la base del PBI. Son cifras muy discutibles, porque para empezar el PBI no es el mismo si se usa para medir la inflación y el dólar verdaderos. Resulta más chico y, por lo tanto, la deuda es mayor.
La Presidenta tuvo hasta alguna palabra condescendiente con el FMI, como al pasar. Pero los informes del organismo dicen que entre los países que redujeron su deuda entre 2007 y 2013 están también Argelia, Bangladesh, Belice, Bolivia, Burundi, Ruanda, Tuvalu y muchos otros. Y que en América latina desde 2007 los únicos que no mejoraron fueron Venezuela, Chile y Brasil. Chile tuvo terremoto y tsunami y su relación deuda con PBI es mejor que la argentina.
Contrariando a quienes esperaban grandes anuncios, la Presidenta pareció apenas exhibir lo que hay y conformarse con que no haya un estallido para llegar a las elecciones con posibilidades de instalar un sucesor o volver a una banca desde donde exigir que se mantenga el modelo.
La reestatización de los trenes metropolitanos es mera cosmética. Los trenes nunca dejaron de ser del Estado, apenas se concesionó su operación. Por eso para sacar a los actuales concesionarios no hace falta una ley, como reconoció Florencio Randazzo al final de la sesión. Es sólo más épica y más relato, nada más.
Los que esperaban grandes anuncios económicos deben conformarse con el Ahora 12 y el subsidio estatal a la compra de bienes de sectores que tienen altísima protección, como el textil o las armadurías de Tierra del Fuego.
Una referencia insólita fue el reconocimiento de que el déficit fiscal es causado por el desabastecimiento energético y las colosales necesidades de importación, que causan escasez de divisas. Pero tampoco hubo anuncio alguno que apunte a solucionar tal desbalance, que fue mostrado como peligro hace años por el grupo de ex secretarios de Energía, quienes sólo recibieron agravios del Gobierno, que ahora les da la razón.
El mensaje parece ser: todo está bárbaro, impecable, reindustrializado, desendeudado y mejorando. Y si alguien quiere hacer la más mínima corrección en la próxima administración, será denostado por ella y sus seguidores.
Los 18 meses de caída de la producción industrial, la falta de mediciones de pobreza, el aumento del desempleo y la parálisis del mercado inmobiliario fueron completamente ignorados. El mensaje pareció ser que lo mejor que dejará como herencia será la economía y también la advertencia a los posibles sucesores de que ni se les ocurra querer cambiar algo.
La defensa cerril y admonitoria de los acuerdos con China fue la única porción dedicada a la economía en que claramente perdió la paciencia y se mostró preocupada y contrariada. Si no sale bien, será culpa de los que critican y preguntan, pareció advertir.
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