Atraso cambiario y fuerte apertura de la economía
La gestión de Martínez de Hoz quedó en la memoria popular por la "plata dulce", la "tablita" y la "bicicleta financiera"
José Alfredo Martínez de Hoz es, en la memoria colectiva, símbolo de la "plata dulce", el atraso cambiario, el crecimiento brutal de la deuda externa pública y privada, y la apertura indiscriminada de la economía. Es cierto, pero parcial. No hay duda de que los planes del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional fracasaron en materia económica como en otros terrenos, y dejaron una herencia de alta inflación, alto endeudamiento y sin poder sacar al país del estancamiento, a pesar de algunos períodos breves de recuperación y descenso del ritmo de incremento del costo de vida.
El recuerdo popular remite a la segunda parte de la segunda vez que Martínez de Hoz fue ministro de Economía de un gobierno de facto. Su primer plan en la última dictadura incluyó una devaluación para fijar un tipo de cambio alto y competitivo; la unificación del mercado cambiario; la actualización de salarios, aunque por debajo de la inflación y, luego, su congelamiento; acuerdos con los empresarios para controlar los precios y disminución del déficit fiscal que, según el historiador Roberto Cortés Conde, llegaba a representar la mitad de los gastos del Estado.
Pero con las crisis bancarias posteriores, el ministro que defendía la disminución del papel del Estado en la economía llegó a la intervención de grupos empresarios enteros. La del Grupo Greco fue una de las más resonantes y el Estado terminó administrando no sólo un banco intervenido, sino bodegas, fábricas, fincas, un diario y hasta el hotel de montaña que es símbolo del agua mineral Villavicencio.
En La economía política de la Argentina en el siglo XX , Roberto Cortés Conde explica que en marzo de 1976: "En medio de la violencia y de los atentados terroristas desatados por grupos armados de extrema izquierda y derecha, y la cruenta e ilegal represión con que se respondió -que ya venía del gobierno anterior- el nuevo régimen militar exigió a la conducción económica que no se afectaran los niveles de empleo porque temía que con desempleo se abriría un peligroso camino de agitación que podría volver a los trabajadores del lado de quienes se habían embarcado en la violencia política".
La devaluación inicial favoreció al sector agropecuario, que creció fuertemente durante dos años y mejoró la balanza comercial; la actualización de las tarifas de los servicios públicos, entonces en manos del Estado, disminuyó el enorme déficit fiscal.
Sobre el final de 1976, la inflación comenzó a repuntar y se hizo una tregua de precios por 120 días. En Progreso y d eclinación de la economía argentina, Cortés Conde detalla: "En el primer trimestre de 1977 la tendencia [inflacionaria] continuó. Los militares y el ministro se preguntaron qué pasaba, ya que los sindicatos no presionaban, los salarios estaban congelados y el tipo de cambio estable".
Entonces se optó por comenzar con la apertura de la economía. "Hasta entonces -dice el historiador- se habían eliminados impuestos a la exportación, pero seguían existiendo restricciones a la importación y aranceles elevados." Y terminan los controles de precios y los acuerdos de salarios.
En esa liberación aparece la ley de entidades financieras de 1977 paralela a la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central. Las tasas de interés pasaron a ser libremente pactadas y, por primera vez en mucho tiempo, fueron mayores que la inflación y la devaluación en forma estable. El gobierno continuó financiándose con emisión, pero también con la Cuenta de Regulación Monetaria, un esquema que incentivaba los depósitos a plazo fijo y que permitía al Banco Central financiar el rojo fiscal de manera inflacionaria.
Apareció la "bicicleta financiera". Tasas libres y garantía ilimitada de los depósitos. La "tablita" surgió en diciembre de 1978, en un intento de hacer una devaluación programada y anunciada que desalentara expectativas que, se creía, alimentaban la inflación y desalentaban la inversión. Cortés Conde y otros especialistas muestran que el ritmo de inflación demoró mucho en alinearse con el de la devaluación. La inflación en dólares creó un fenomenal atraso cambiario, según coincide la mayoría de los especialistas, por lo menos desde 1979, lo que derivó en déficit de la balanza comercial.
Devaluaciones
Cortés Conde recuerda que las tasas mayores que la inflación significaron la eliminación de un subsidio a través de los préstamos que hasta entonces habían tenido los privados y el Estado. La devaluación programada, señala el historiador, y las tasas locales mayores que las internacionales permitieron a privados endeudarse en el exterior para hacer aquí colocaciones financieras especulativas.
El esquema comenzó a derrumbarse en febrero de 1981 y Martínez de Hoz se despidió como el único ministro de Economía del presidente de facto Jorge Rafael Videla y tal como había llegado: con una devaluación. El mercado laboral y la producción fabril local estaba en serias dificultades y las cosas no harían más que empeorar rápidamente tras su salida del ministerio.
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