Ataque a Clarín: los investigadores creen que identificaron a uno de los agresores y sospechan de un grupo anarquista
Cuando procesaron las imágenes de los nueve rostros con un programa de reconocimiento biométrico obtuvieron, en uno de los casos, un alto porcentaje de coincidencia con una persona; tres de los atacantes serían mujeres
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Los investigadores de la Policía Federal habría identificado a uno de los nueve agresores que atacaron con bombas molotov el edificio de Clarín la noche del lunes y trabajan con los rostros de los otros ocho sospechosos, entre los que se encuentran tres mujeres, para dar con sus nombres. Los primeros indicios apuntan a un grupo de anarquistas que se mueve por el barrio.
Los policías del Departamento Unidad de Investigaciones Antiterrorista (DUIA) trabajan con las imágenes captadas por las cámaras de la calle -tanto de la Ciudad como de particulares- que les permitieron tomar las fotos de los agresores. Al pasar del video a la fotografía, algunas imágenes a tienen más definición y otras, menos.
Al ampliarlas y pasarlas por un programa de identificación biométrica, una de las imágenes dio un alto porcentaje de coincidencia con una persona. Los policías están trabajando ahora para determinar si ese nombre encaja en el perfil de los sospechosos o si se trata de un reconocimiento erróneo.
Tres de las fotografías obtenidas serían de mujeres. La Policía no difundirá la imágenes por el momento y trabaja para lograr aclararlas y que los programas de identificación biométrica las trabajen.
Mientras tanto, los policías, al ampliar el radio de búsqueda con las cámara de la Ciudad, determinaron que el grupo atacante se movía con dos motocicletas y una bicicleta que dejaron a unas tres cuadras de Clarín.
“El sistema no reconoce todos los rostros por la definición de la imagen. Cuando se amplía queda muy pixelada. Estamos trabajando en uno de los sospechosos que posiblemente sea la persona que identificamos”, dijo a LA NACION una fuente de la investigación.
El mecanismo de identificación biométrica arroja un porcentaje de coincidencia que no se acerca a un valor como para considerarlo probable, excepto en uno caso.
Según pudo saber LA NACION, los detectives del Departamento Unidad de Investigación Antiterrorista (DUIA) de la Policía Federal Argentina tomaron la posta en el caso, luego de la actuación inicial de la Policía de la Ciudad, que estuvo haciendo las primeras medidas de prueba.
Los policías siguen trabajando con la huella digital encontrada en una de las bombas molotov que no explotó, pero no hubo novedades de a quién pertenece. Se esperan informes de cotejo en bases de datos de Interpol y de las policías del interior del país.
Además, los investigadores realizaron nuevamente el peritaje sobre una de las botellas donde se pudo rescatar una huella digital nítida para estar seguros del resultado. Hasta ahora, esa huella digital había sido comparada con la bases del Registro Nacional de las Personas (Renaper) y de personas con antecedentes penales. La comparación dio negativa.
De acuerdo con las fuentes consultadas, eso hizo pensar a los investigadores de la Policía de la Ciudad que el sospechoso puede ser extranjero. La Policía Federal buscará comparar la huella encontrada con la bases de datos del Sistema Federal de Identificación Biométrica para la Seguridad (SIBIOS) y con la base de datos de Interpol.
El sistema SIBIOS, creado en 2011, se basa en un reconocimiento automatizado de huellas dactilares y se alimenta de las huellas que toma el Renaper en los trámites de pasaporte y DNI, y de los datos de las personas con causas penales. Desde su implementación hace diez años, fuerzas de seguridad, tanto federales como provinciales, procesan rastros levantados de la escena del crimen sobre el SIBIOS, por eso es que tiene un alcance nacional, aunque no a todas las provincias.
Una fuente al tanto de la investigación dijo a LA NACION que los atacantes, antes de tirar las bombas en Clarín, hicieron una parada en Parque Lezama, donde se pusieron ropas oscuras.
El juez federal Luis Rodríguez le dio intervención al Departamento Unidad de Investigación Antiterrorista (DUIA) de la Policía Federal Argentina, que depende del gobierno nacional, con lo que los primeros trabajos ya no quedarán exclusivamente a cargo de la Comisaría 4 D de la Policía de la Ciudad como hasta ahora.
Es que esa seccional policial estaba desbordada porque es la misma donde cuatro efectivos fueron removidos por el asesinato de Lucas González de 17 años, el jugador juvenil de Barracas Central, que fue baleado en la cabeza en inmediaciones de la villa 21-24 de Barracas.
Los desconocidos, encapuchados, arrojaron ocho bombas molotov, que son explosivos caseros fabricados con una botella, con combustible y una mecha de trapo. De las ocho bombas arrojadas en una de las puertas de Clarín, sobre la calle Piedras al 1700, seis estallaron, una no explotó (la botella se rompió sin incendiarse) y la última quedó apoyada sobre la vereda, intacta. Esta botella es la que permitió aislar la huella digital.
Las bombas Molotov no produjeron daños materiales ni heridos. El caso es investigado por la justicia federal, a cargo de Luis Rodríguez, con la intervención del fiscal Gerardo Pollicita. El juez Rodríguez caratuló el caso como intimidación pública.
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