Apertura de sesiones: solo quedan cenizas de aquel llamado a la unidad
Cuando, hace poco más de un año, Alberto Fernández se dirigió a la Asamblea Legislativa al tomar posesión del cargo, pronunció un discurso que prometía dar paso a una presidencia que dejara atrás las profundas divisiones de la sociedad argentina y llevara adelante ciertas políticas y algunas reformas que permitieran al país avanzar en las tres esferas de la vida pública seriamente dañadas: encontrar una vía de crecimiento económico, comenzar a resolver el problema de la pobreza y la marginalidad, robustecer las instituciones.
Aquel discurso permitió entrever a un hombre que, devenido casi fortuitamente en presidente, estaba dispuesto a capturar la oportunidad única que le dio la historia para inscribirse en la genealogía de los pocos presidentes cuya altura fue la necesaria para mirar por encima de las mezquindades de facción. Hoy, en la inauguración de sesiones del Poder Legislativo, ante la misma Asamblea que hace quince meses, Alberto Fernández corroboró que de aquel impulso de estadista solo quedan cenizas.
Cenizas de los llamamientos a eso que él mismo denominaba "la unidad de los argentinos": su discurso estuvo organizado sobre una mezquina dialéctica de los contrarios, según la cual su propio gobierno es la sede de todo lo bueno y la oposición la responsable de todo lo malo. Autocomplaciente, persuadido de virtudes de las que manifiestamente carece y orgulloso de logros que solo el autoengaño puede mostrar como tales, Alberto Fernández actúa fuera de la historia, convencido de que todos los problemas del país son resultado del gobierno que lo precedió.
Esa convicción no solo produce un mayor ahondamiento de las divisiones que supuestamente venía a reparar. Es indicio de un universo mental rudimentario, en el cual los vicios y las virtudes estarían distribuidos a lo largo de líneas partidarias, de modo tal que si no hubiera existido el gobierno de Cambiemos Argentina sería una tierra próspera e igualitaria.
La idealización del reciente pasado kirchnerista que surge de esa interpretación de la historia provoca escozor, porque señala una importante incapacidad para comprender la naturaleza y la gravedad de los problemas de nuestro país y, por tanto, para imaginar y proponer soluciones adecuadas.
Negador y confrontativo
Cenizas, también, porque el hombre que hoy habló ante la Asamblea Legislativa -autoindulgente, negador, confrontativo- no solo careció de la estatura del hombre de estado sino de la calidad de un presidente.
Sus palabras no estuvieron dirigidas a una sociedad angustiada por el triple desafío sanitario, económico y social que se interpuso en las vidas cotidianas y en los proyectos de una ciudadanía que acumulaba frustraciones e incertidumbres que se vieron, por la pandemia, potenciadas exponencialmente. Fernández le habló a los propios y a los enemigos, no a la sociedad.
Buscó el aplauso de quienes solo necesitan el gesto retórico que enciende la ovación, y recurrió a la confrontación con la oposición para justificar cada una de las imposibilidades de su propio gobierno. Para quien solo existen los propios y los contrarios no hay sociedad. Y la sociedad fue, hoy, la gran ausente del discurso de un presidente incapaz de entender qué significa la crisis para quienes, alejados de los privilegios del poder, necesitan que la política produzca visiones del futuro que sean a la vez movilizadoras, estimulantes y esperanzadoras.
Alberto Fernández había venido demostrando, a lo largo de su primer año de gobierno, que no dispone de las herramientas conceptuales necesarias para interpretar la complejidad del mundo contemporáneo. No había que hacerse ilusiones, por tanto, de encontrar en su nuevo discurso ideas atractivas. Lo que queda es, entonces, un burócrata camino del fracaso, empeñado en librar las batallas que le indica su facción.
Otras noticias de Alberto Fernández
Más leídas de Política
"Estos hechos eran ciertos". Habló Petri tras la destitución del jefe de la Fuerza Aérea
La reacción de la vice. Sorpresa y conmoción de Villarruel por las críticas de Milei
Caso Chocolate. El Senado bonaerense se resiste a entregar a la Justicia a una legisladora acusada de corrupción
"Así son los zurdos". Maduro volvió a insultar a Milei, lo acusó de desfinanciar a las universidades y el Presidente le respondió