Antonio Aracre, jefe de asesores del Presidente: “Hasta tanto crezcamos, ¿no tendríamos que buscar un nuevo impuesto?”
Recién desembarcado en la Casa Rosada, el extitular de Syngenta sostiene que es mejor pensar en incrementar tributos que en “hachar” derechos; las internas del Gobierno y su pronóstico sobre la inflación
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Antonio Aracre se subió al barco del que muchos se bajan. Tras dejar su cargo como CEO de Syngenta, el gigante del mundo agro en el que trabajó durante 36 años, asumió como jefe de asesores presidenciales. Desde entonces ocupa el despacho en el primer piso de Balcarce 50 donde antes estuvieron Juan Manuel Olmos y Julián Leunda, ambos de extrema confianza del mandatario. El primero salió de allí para ser vicejefe de Gabinete el segundo fue eyectado en medio del escándalo por los chats de Lago Escondido.
Sentado en su escritorio con vista al Parque Colón, Aracre recibe a LA NACION con una enumeración. “Me parece que una de las características que ha tenido siempre el peronismo es la ampliación de los derechos. Podemos mencionar la AUH, la jubilación para las amas de casa, el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género o el aborto”, afirma, para saltar directamente a las urnas: “Estas elecciones son muy importantes porque lo que se define es el tipo de modelo de país y el consecuente modelo económico”.
–¿Qué modelos están en juego?
–Si vos pensás que hay un derecho que es inapelable, que lo tenés que dar, porque no le podés negar la salud o la jubilación a un determinado grupo de personas, entonces la discusión no es si la puedo pagar o no, sino cómo financio ese derecho. Y a veces no queda otra que hacerlo a través de un impuesto. Eso no quiere decir que no se pueda eficientizar el gasto y cortar aquellas cosas que no sean productivas o necesarias, pero convengamos que también hay un límite en eso, porque hay una proporción muy grande del gasto público que está relacionado con los sueldos de los jubilados, los docentes, la policía, las Fuerzas Armadas, los médicos. En el otro modelo político, lo económico prima con el siguiente planteo: “Para que mi modelo funcione, tengo que cortar de cuajo tres puntos del PBI, para alcanzar un cierto superávit fiscal que me permita pagar los intereses de la deuda y no afectar las variables macroeconómicas”. Nunca se van a plantear, o por lo menos en los últimos años se han negado terminantemente, una revisión de la estructura tributaria. Entonces siempre el planteo pasa por eliminar esos tres puntos de déficit. El gasto de la política es muy marketinero, pero es muy poco significativo, con lo cual tenés que terminar erosionando los ingresos de los jubilados, de los médicos, de los maestros.
–¿La planta del Estado no es significativa?
–Si se afecta la planta del Estado se termina generando un proceso de desocupación que altera el equilibrio social, entonces también hay un limite ahí. Me parece interesante esto porque la discusión es: ¿Cómo llegamos a esos equilibrios macroeconómicos? Por supuesto que se puede ir eficientizando el gasto, pero hasta tanto crezcamos y la base imponible sea lo suficientemente alta para que la recaudación sustente ese gasto, ¿no tendremos que buscar algún nuevo tributo? Podemos ser más progresivos para poder generar esa recaudación o simplemente tenemos que mirar con el hacha a quién vamos a castigar y a recortar para alcanzar ese equilibrio. Esos son los modelos que se juegan.
–Cuando dejó Syngenta, en octubre, dijo: “Si mañana me llama Alberto, estoy. Si el año que viene gana Larreta, también”. ¿No hay una contradicción según los modelos que Usted plantea?
–Sí, es posible, por eso creo que me uní a este Gobierno y no esperé un año. Tengo una afinidad intelectual e ideológica progresista y me siento más cerca de Alberto Fernández y del Frente de Todos. También puedo decir que no me parece que [Horacio Rodríguez] Larreta y [Patricia] Bullrich representen lo mismo en términos de modelo país.
–En varias oportunidades mencionó la necesidad de construir consensos y terminar con las grietas. ¿Cómo vive las diferencias internas que atraviesan el Frente de Todos?
–Desde hace algunos años tenemos dos frentes políticos en la Argentina con una diversidad de pensamiento intrínseca muy amplia, que es propia de los frentes. Antes no pasaba esto con los partidos políticos, que eran como más congruentes. Ahora que tenemos dos frentes se ve en ambos momentos de tensión. Me parece que en el Frente de Todos hay una muy buena noticia que está pasando, que es que el Presidente convoca a esta mesa política. Allí hay que definir la estrategia electoral. Tal vez se logre generar un mensaje congruente hacia la sociedad de cara al electorado. Y eso es una cosa muy positiva. Me preocupa más la otra grieta porque paraliza, bloquea la gestión. Hay un montón de leyes esperando para ser tratadas en el Congreso y hay otras tantas que seguramente se podrían ir gestando durante este año y no está sucediendo. Y ahí me gustaría ayudar. Capaz con una mirada ingenua, tal vez, pero lo voy a intentar.
–¿Tiene diálogo con la oposición?
–Hablo con todo el mundo. Con dirigentes, por supuesto, colegas míos del gabinete -algunos que incluso dentro del Frente están asociados a otros espacios-, pero también con dirigentes de la oposición y me encantaría poder generar puentes. Por ejemplo, ayudarlo a Germán Martínez [presidente del bloque del FdT en Diputados] a definir, frente a los temas en los que la discusión está empantanada, los otros proyectos que son importantes para la vida cotidiana de la gente, para la evolución de la economía, para el bolsillo de las personas. Yo no quiero intervenir en la agenda de nadie, sino sumar, trabajar en equipo, sinergizar, ver si puedo aportar, si puedo ayudar en algo.
–¿Cree que el Presidente debe ir por la reelección?
–Eso es una decisión muy personal. A mí me parece que Alberto, con todas las restricciones que tuvo: pandemia, guerra...
–Cuestionamientos internos.
–También. Bueno, él mismo lo ha reconocido, pero yo diría que la pandemia y la guerra fueron dos restricciones que hoy parece que nos hubiéramos olvidado o que no las tuviéramos en cuenta. Con todos esos problemas y con un préstamo del FMI que obligaba a pagar en los dos años siguientes, se puso una mochila al hombro, renegoció con los bonistas, con el Fondo y de los tres años de su mandato hasta ahora, en dos crecimos mucho. Y es posible que este año más moderadamente podamos volver a crecer. Hay un montón de cosas para mejorar, sin duda.
–El ministro Sergio Massa pretende llegar a un 3,8% de inflación en abril. ¿Lo cree viable?
–Enero y febrero de este año nos jugaron una mala pasada, porque la forma en que se plasmó la sequía en los últimos dos meses del año y las lluvias que comenzaron fuerte después cambiaron la lógica de retención de ganado. En enero y febrero eso nos va a resultar complicado y a eso hay que agregarle que marzo siempre es un mes difícil porque empiezan las clases en los ajustes del colegio, los útiles. Entonces, yo creo que en abril está toda la oportunidad de llegar a ese escalón. Yo prefiero hablar del 4%. En el segundo trimestre del año tenemos toda la posibilidad de alcanzar ese 4% mensual. Primero, porque hay un objetivo político claro de que eso pase. Y cuando hay todo un frente político encolumnado atrás de un objetivo, es difícil que haya un boicot.
–¿Fernández y Massa deberían ir a una interna?
–Eso, como te decía antes, son decisiones personalísimas, así que solamente ellos saben.
–¿Qué lugar le asigna hoy a Cristina Kirchner?
–Es un faro dentro de la política argentina, más allá del Frente de Todos. Es un cuadro político muy trascendente. Además es un faro porque fue senadora, presidenta dos veces, vicepresidenta.
–¿Cree que efectivamente está proscripta?
–Sí. A ver, digamos, si vos te referís a la letra estricta de la ley, no. Pero digamos en una circunstancia como la que está la vicepresidenta, cualquier juez te puede correr en medio de la campaña, con una sentencia más o menos definitiva y me parece que ella con mucha generosidad decidió correrse, como ella misma lo dijo, para no someter a su frente político a esa situación de tensión.
–El Gobierno decidió llevar a juicio político a la Corte Suprema. ¿No cree que eso perjudica el horizonte económico y genera inseguridad jurídica?
–Creo que no. Lo que se está haciendo en el Congreso es una instancia constitucional prevista. Se puede estar más o menos de acuerdo con los argumentos que la sustentan y en todo caso eso se va a ver en la discusión parlamentaria. La Constitución es bastante exigente y ácida con las mayorías requeridas para que se pueda llevar a cabo, con lo cual nadie debería tener miedo institucional de que se puedan cometer discrecionalidades, porque justamente esas mayorías te protegen. A mí me parece que nadie debería tener miedo. Y me parece que así como una parte de la sociedad se espanta por el proceso de juicio político a la Corte hay otra parte que está igualmente espantada con los contenidos de los chats de Lago Escondido que involucran a personas muy cercanas a la Corte. Y que es cierto, bueno, los chats son ilegales, pero el contenido parece bastante verosímil y nadie parece estar interesado en investigar ese contenido y ver qué pasó. Entonces, me parece que si hay algo que genera inseguridad jurídica en todo caso es ver que siempre la mirada está puesta de un lado y no del otro. Entonces, estaremos ante una Justicia ecuánime o una que siempre está mirando para un mismo lado. Un juez tomó el tema del chat y lo desestimó en 24 horas. En Brasil una situación similar condujo a una investigación porque el contenido era de tal relevancia institucional que decidieron seguir adelante. Entonces, cuando la justicia no se muestra lo suficientemente ecuánime frente a denuncias de cualquier índole, a eso te sobreviene la duda de la seguridad o inseguridad jurídica.
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