Antonini acusó a Uberti de haberse llevado la otra valija
Dijo que el ex funcionario pasó por la Aduana US$ 4,2 millones; pruebas contra Chávez
MIAMI.– Pese a la tarea de demolición brutal que inició la defensa de Franklin Durán, único acusado que queda en pie en el juicio, Guido Alejandro Antonini Wilson aportó ayer indicios que afectan todavía más a Claudio Uberti y a Victoria Bereziuk en la niebla que rodea desde hace 13 meses los US$ 800.000 decomisados en el aeroparque Jorge Newbery.
"La maleta grande pasó [la Aduana] y Uberti se la llevó con él", es la frase con la que Antonini encuadró la existencia de los otros US$ 4,2 millones. Así es como aparece en una carta que redactó el FBI, que él firmó y que envió al presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Desclasificada por el fiscal Thomas Mulvihill, las dos carillas de la carta exponen su versión de los hechos. Pero con una aclaración relevante que sólo trascendió ayer: la carta no fue idea de Antonini ni del FBI, sino que se la pidió el cónsul venezolano en Miami, Antonio Hernández Borgo. Fue él quien le reclamó, por iniciativa propia o de Caracas, que contara lo que había pasado.
La carta inició entonces su camino hacia Chávez por los canales formales hasta llegar a su destinatario, según le confirmó el jefe de inteligencia, el general Henry Rangel Silva. Y lejos de desmentir su versión o sospechar una trampa, Caracas le comunicó que aceptaba todos sus pedidos. Es decir, US$ 2 millones, protección para su familia, documentos para justificar los US$ 800.000 y el cierre de la causa penal en la Argentina, con el consiguiente levantamiento del pedido de captura internacional que pesa sobre él.
Esa carta también permitió verificar que los canales formal e informal montados por Caracas se comunicaban entre sí. ¿Por qué? Porque sin que Antonini jamás le hubiera contado antes sobre esa carta, su entonces socio y amigo, Franklin Durán -acusado ahora de actuar como agente encubierto de Venezuela en Florida- le comentó que Chávez la había recibido.
Claro que Antonini tampoco salió indemne de su segundo día de testimonio. Por el contrario, trastabilló en cuanto comenzó a interrogarlo el abogado defensor de Durán, Ed Shohat (de lo que se informa por separado).
Pero lejos de exonerar a Uberti y a Bereziuk, los balbuceos de Antonini también acrecentaron las sospechas previas sobre, por lo menos, un eventual manejo oscuro de dinero que los unió a los tres y abrió, incluso, la sospecha de algún presunto pago de sobornos.
Su testimonio abrió también más interrogantes sobre su estrepitoso paso por la Argentina, que quizás halle respuestas con el transcurrir de su testimonio en la Corte Federal de Miami.
Por ejemplo, ¿por qué Durán escribió de su puño y letra en una suerte de memo que el dinero era para la "campaña" tras encontrarse con Antonini el 11 de agosto, es decir, apenas una semana después del decomiso de los dólares?
Para esa fecha, Antonini todavía no colaboraba con el FBI -los contactó el 16 de ese mes- y tampoco había contratado a su actual abogada, Theresa van Vliet -lo hizo el 14-, por lo que "el Gordo" se movía por su cuenta y sin asesoramiento.
"¿De quién era?"
Durante ese reencuentro, Durán lo atosigó a preguntas sobre el escándalo. "¿A quién pertenece el dinero?", fue una de ellas. "A Pdvsa", fue la respuesta, según consta en el papel que redactó Durán y ahora integra la evidencia judicial. ¿Reiter [Rafael, jefe de seguridad de Pdvsa] metió las valijas en el avión? Respuesta telegráfica textual: "Reiter metió con Claudio [dos maletas]".
Ese punteo de qué pudo haber ocurrido aquella madrugada del 4 de agosto de 2007 coincide casi a la perfección con el relato que un mes después se plasmó en la carta a Chávez. Pero es una versión que al menos de manera inicial comenzó ayer a desestabilizar el fiscal Mulvihill a los ojos del jurado.
El papel también incluye una anotación peculiar, sobre la cual Mulvihill no preguntó, ni se preocupó Antonini por aclarar, por lo que habrá que esperar a que Shohat hinque sus dientes en el asunto. La anotación dice: "Argentina - Venezuela. Seis meses - 10 años. Transferencia bancaria. US$ 6 millones".
Durante sus dos charlas telefónicas con Antonini, Rangel no aludió a esa cifra, como sí le comentó que su gobierno y el de la Argentina coordinaban cómo acallar para siempre el origen y el destino de aquellos fondos.
"Para nosotros, la estrategia en la que estamos trabajando en el Sur es una estrategia que es precisamente para enero", le explicó el jefe de la Dirección de Inteligencia (Disip), algo sobre lo que minutos después fue más asertivo: "Ya la estrategia está montada".
Esa estrategia, según relató el enviado de Caracas que ya se declaró culpable de actuar como agente encubierto, Moisés Maiónica, consistía en esperar hasta la feria judicial del verano, cuando todos se irían de vacaciones -"a Punta del Este", dijo- para modificar la calificación penal de delito a infracción, levantar el pedido de Interpol y cerrar el expediente en la Argentina.
Mulvihill le preguntó entonces si le habían comentado o sabía alguna cosa más sobre esa supuesta estrategia común, a lo que Antonini respondió que le hablaron de un "viceministro de Justicia argentino", cargo que no existe, pero al que también había aludido Maiónica durante su testimonio.
Pero, otra vez, el fiscal no ahondó en ese campo y el nombre, de existir, quedó por el momento en las sombras.
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