Aníbal Fernández, “los dibujitos” y el lenguaje de los violentos
El humor gráfico y político puede desencadenar en los poderosos desde un ataque de vanidad y la necesidad de poseer ese dibujo, por más que sea crítico, hasta la furia por sentirse herido en lo que consideran un poder superior
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El escandaloso mensaje intimidatorio del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, al humorista Nik me trajo a la cabeza varios recuerdos. Uno, que Aníbal Fernández se moleste con un humorista no es ninguna novedad. Ya lo hizo en 2010 con la historieta “La Nelly”, publicada en el diario Clarín por Sergio Langer. El otro recuerdo es mucho más inquietante, y me afecta personalmente. Involucra el uso de Aníbal Fernández de la palabra “dibujito”.
Mi padre, Hermenegildo Sábat, dedicó casi 70 años de su vida al humorismo gráfico y político. Él sabía lo que significaba exponer una opinión a través de un dibujo. Y yo crecí en ese ambiente. Aprendí el oficio y lo ejerzo. Lo que también aprendí es lo que mi oficio puede provocar en los poderosos. Puede ir de un ataque de vanidad y la necesidad de poseer ese dibujo, por más que sea un dibujo crítico, hasta la furia por sentirse herido en lo que consideran un poder superior. Que gente que se cree tan importante se sienta herida por un dibujo siempre me pareció incomprensible. Pero evidentemente les duele la falta de unanimidad, o les hiere la diferencia de opinión. Y puedo dar testimonio de eso.
Una vez, en mi adolescencia, atendí el teléfono en lo de mis padres. Era un llamado intimidatorio. No era el primero ni sería el último, pero sí fue el primero que atendí yo. Una voz me dijo: “Decile que se deje de joder con esos dibujitos”. Usó la misma palabra que hoy usa el Ministro de Seguridad de la Nación. Es una palabra despectiva, que desvaloriza nuestro trabajo, que lo hace inferior. Y es el lenguaje de los violentos. De los que se saben impunes y superiores. O de los que creen serlo. O más triste aún, de los que desean serlo, y lo usan para convencerse de su propio poder.
Que un ministro de la Nación use el púlpito de una red social para predicar en el lenguaje de los violentos es espantoso y nos retrotrae a las horas más oscuras de esta sociedad. Imposible pedirle sentido del humor a gente sin autocrítica: el sentido del humor empieza por ver nuestros propios errores, aceptarlos y reírnos, y así aprender. Lo que sí podemos pedir es que tengan memoria.
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