AMIA: un fallo que esfuma la última esperanza de encontrar a los culpables
A 26 años del ataque a la AMIA, el atentado terrorista sigue impune. La justicia hizo dos juicios y en los dos absolvió a todos. En 2004, lo había hecho con el propio Carlos Telleldín y los policías acusados de integrar la conexión local y ahora absolvió nuevamente al único acusado que tenía en sus manos, sindicado como el que entregó la camioneta Trafic al grupo terrorista que voló la sede de la mutual judía el 14 de julio de 1994.
La desazón, impotencia y frustración de los familiares de los 85 muertos y de los 300 heridos no tiene fondo. Ellos solo quieren una repuesta del Estado frente a un crimen de lesa humanidad semejante. Pero no esta respuesta. Fue un fracaso de la investigación, otra vez. Parece que nadie tuvo nada que ver con el ataque. Ni siquiera se pudo conectar el motor del coche bomba, la evidencia concreta hallada a horas de que estalló la bomba, con un culpable. Más difícil es imaginar condenar a lejanos instigadores iraníes, con pedidos de captura internacional. En Teherán deben estar celebrando.
A pesar de la absolución, para la Justicia nada cambió en cuanto a la mecánica del hecho. Creen los investigadores del ataque que la AMIA fue volada por una Trafic cargada con 300 kilos de amonal, manejada por un conductor suicida que la impactó contra el frente del edificio de Pasteur 666. Y ese vehículo es el que armó Telleldín, insisten en la Unidad fiscal AMIA.
Pero jueces del Tribunal Oral Federal N° 3 Andrés Basso, Javier Ríos y Fernando Canero, por unanimidad entendieron que, si bien el motor de la Trafic es el de Telleledín, la carrocería no coincide. Dispusieron su absolución directa, no fue una cuestión del beneficio de la duda.
El motivo de la absolución es que en el juicio no surgió ninguna prueba directa y objetiva de que Telleldín supiera el destino que iba a tener la camioneta que el vendió el 10 de julio de 1994. Había indicios que no se corroboraron en el juicio o fueron descartados allí. Quedó un agujero negro en la investigación, el mismo del primer juicio: el motor hallado enla AMIA era de la Traffic que compro Telleldín pero no se sabe nada de la carrocería con la que se armó. NUnca pudo determinarse el origen de esa carrocería. No hubo nueva prueba contra Telleledín en estos años y a pesar de que daba el porte del "sospechoso perfecto" por su pasado en la frontera entre el mundo del hampa y la policía, no hubo evidencia de que supiera que la Trafic para armar un coche bomba.
La acusación de los fiscales Roberto Salum, Santiago Eyherabide y Santiago Roldán y de los querellantes por la AMIA, DAIA y familiares de las víctimas era que Telleledín no era parte de la organización terrorista, pero que intervino con "dolo eventual", es decir que se debió representar la posibilidad de generar muertes al entregar la camioneta. No hacía falta en la acusación fiscal establecer que quien recibió la Trafic fuera el terrorista o siquiera que Telleldín conociera los planes criminales. Bastaba la entrega. Se parece a la acusación que se realiza cuando se corren picadas ilegales. Un conductor corriendo carreras clandestinas en la calle a alta velocidad mata a alguien y al haber actuado con indiferencia y egoísmo sobre las consecuencias de su acción, se debió representar la posibilidad del homicidio.
La AMIA y la DAIA dijeron lo mismo, aunque en lugar de homicidio hablaron de estrago con dolo eventual, pero el principio era el mismo.
Sin embargo, los jueces del tribunal oral no lo entendieron así. Directamente absolvieron. Fue una cuestión de pruebas. No coincidió el motor con la camioneta y no hubo ni indicios para aceptar la hipótesis del dolo enventual.
Desde que la causa llegó de la Corte con la indicación de hacer un nuevo juicio hasta ahora se incorporaron pocas nuevas pruebas. En el juicio se estableció que el comprador de la Trafic tenía acento extranjero y que después de la explosión de la AMIA, Telleldín se mostró alarmado por el ataque, supuestamente porque lo vinculó con la Trafic que él vendió. Pero esos indicios no persuadieron de la culpabilidad al tribunal, que absolvió al exmecánico.
Telleldín ya hace cuentas del reclamo económico sideral que le hará al Estado para compensar la década que pasó tras las rejas
Entre los investigadores del ataque terrorista se consuelan con que hay antecedentes similares de otros atentados con la misma mecánica donde el único condenado es el miembro del Hezbollah, mientras que el proveedor del coche bomba fue absuelto. Salim Jamil Ayyash, antiguo miembro de Hezbollah, fue condenado en ausencia en agosto pasado por un tribunal respaldado por la ONU por el atentado de 2005 que mató a Rafik Hariri, exprimer ministro del Líbano. El proveedor del coche bomba nunca fue condenado.
Telleldín pasó diez años y dos meses preso por el atentado, con cargos por los que fue declarado inocente. Ya hace cuentas del reclamo económico sideral que le hará al Estado para compensar esa década en la que dejó la mecánica y se recibió de abogado tras las rejas. Abrió estudio jurídico en El Calafate donde defiende a los acusados de asesinar al exsecretario de los Kirchner Fabián Gutiérrez.
En 2004, Telleldín ya había sido absuelto por la causa AMIA. Se probó que era el dueño del motor de la camioneta usada como bomba, pero no que la camioneta que armó fuera a ser empleada para el atentado. La Corte consideró que era válida la investigación que descubrió que Telleldín fue el último tenedor del motor que habría utilizado el coche bomba y mandó a juzgarlo de nuevo, proceso que culminó hoy sin probar su participación en el ataque. No hubo nada nuevo que sumar en 16 años.
Con este fallo se diluye la posibilidad de conectar a los lejanos iraníes con el atentado y de que alguna vez alguien sea castigado por el ataque a la AMIA
Así, en dos juicios, en aquel de 2004 y en este, absolvieron a todos los acusados y en el tercero, de 2019, los únicos que terminaron condenados son los que realizaron la investigación: el exjuez federal Juan Galeano, los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, el exjefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, el propio Telleldín -por cobrar 400.000 dólares para declarar en el caso-, y otros exfuncionarios. Carlos Menem fue absuelto.
Lo que queda en pie de la causa AMIA son esas condenas, un fiscal muerto -Alberto Nisman- y media docena de pedidos de captura internacional contra Moshen Rabbani, Ahmad Vahidi, Mohsen Rezai, Ahmad Reza Asghari, Samuel Salman El Reda, Alí Fallahyjan y de Imad Mougniyeh, ya muerto. Hadi Soleimnaumpur y Ali Akbar Velayati no tienen alerta roja porque ostentan cargos relevantes en el gobierno iraní hace años. Velayati es asesor de alto rango del Líder Supremo de la República Islámica de Irán. Fue canciller entre 1981 y 1997, y se desempeñaba en ese influyente cargo en el momento de la voladura de la AMIA. En tanto, Hadi Soleimnaumpur, exembajador iraní en Buenos Aires en1994, tiene pedido de captura desde 2006 y en noviembre del año pasado el juez reiteró el pedido de detención.
Después de este fallo sobre algo tan cercano como el hallazgo de un motor entre las ruinas del edificio comunitario, parece diluirse la posibilidad de conectar a los lejanos iraníes con el atentado y de que alguna vez alguien sea castigado por el ataque a la AMIA.
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