Alfredo Leuco: “El mausoleo de la corrupción K”
Le confieso que todavía estoy impresionado con la fotografía del Mausoleo de Néstor Kirchner que publicó ayer LA NACION.
Ya conocía ese verdadero monumento a la corrupción K, pero la toma desde el aire sintetiza y muestra en toda su dimensión lo peor de ese ladri progresismo feudal. Es cierto, como dice el diario, que el resto de las tumbas parecen villas miserias al lado de esa construcción faraónica que donó Lázaro Báez con el dinero robado a todos los argentinos. Legalmente es una especie de confesión de partes. Y por lo tanto, relevo de pruebas. Pero políticamente es la radiografía obscena del verdadero pensamiento de los Kirchner. Ahí, en esa desmesura y en esas diferencias abismales se nota cuál es su verdadera idea de equidad y justicia social. Pobreza para todos y riqueza solo para ellos. Nacional populismo cleptocrático. Insisto: se llenaron la boca diciendo que iban a redistribuir la riqueza y cumplieron: la redistribuyeron entre ellos. Todos enriquecidos ilegalmente. La familia entera. Néstor, Cristina, Máximo, Florencia y hasta el primero Carlos Santiago. El gabinete entero. Los secretarios personales. Y los empresarios cómplices. Todos magnates con fortunas colosales que jamás van a poder justificar. Lázaro, el que construyó ese palacio funerario, acaba de ser condenado a 12 años de prisión por el lavado de 60 millones de dólares. Y esta causa de la ruta del dinero K es una de las tantas que tiene pendientes.
Provoca indignación ver esa tumba majestuosa, edificada con coimas y sobreprecios que no tienen ni San Martín, ni Belgrano, ni Perón ni Evita. Y mucho menos, Hipólito Yrigoyen o Raúl Alfonsín.
La fastuosidad del lugar donde descansan los restos de Néstor Kirchner hace que también allí estén sepultadas promesas falsas como que “La patria es el otro” o “la búsqueda de la igualdad social”. El relato de falso progresismo también está enterrado en el cementerio de Río Gallegos.
Es algo que también está fuera de tiempo y de toda lógica. Solo los dictadores construyen sepulcros suntuosos como Lenin, Mao o Hugo Chávez. También personajes históricos como Napoleón o el emperador Adriano. En este caso, el “pingüino emperador” tiene esa megaestructura que parece una mansión berlusconiana, en medio de una necrópolis de gente sencilla.
La realidad del robo del siglo kirchnerista supera cualquier ficción. Escuche bien, por favor: no termina de asombrarme la magnitud del latrocinio más sistemático, descarado y en todos los rincones, que hicieron tanto Néstor como Cristina. No hay en la historia democrática nada comparable en voracidad y codicia. Millones y millones que Néstor se llevó, literalmente, a la tumba.
No se sabe cuál es el estado de la causa, pero en su momento, el juez Sergio Torres estuvo investigando quién pagó el Mausoleo de Néstor Kirchner.
Fue un regalo de Lázaro Báez a su amigo, socio, cómplice y patrón. Pero todo está flojo de papeles. Todo es sospechoso, como todo lo que ocurre económicamente alrededor de este concubinato para la megacorrupción entre la familia Kirchner y la familia Báez.
El juez necesitó hacer algunas preguntas. ¿Quién le pagaba mensualmente a los obreros y quién compraba los materiales que son carísimos? ¿Hay algún recibo al respecto? Por ahora, no sabe no contesta. Todo quedó en la nebulosa. ¿Se habrán usado fondos públicos? ¿No tuvieron escrúpulos ni en el momento de un entierro? ¿Aprovecharon también para robar en el momento de la muerte de Néstor? Todo se estuvo investigando y, de pronto, se frenó.
En un momento, Cristina cerró el Mausoleo porque Lázaro se cansó de pagarle al personal de seguridad y de mantenimiento. Ese gigante de 11 metros de altura, de una hermosa piedra negra llamada pórfido patagónico con tecnología de punta para su seguridad, fue edificado, donado y custodiado por Lázaro Báez.
El interior donde los restos de Néstor deberían descansar está hecho de piedra volcánica. Tiene vidrios antitumulto y cámaras de seguridad en HD que se puede controlar a distancia por internet. De hecho dicen que Cristina lo hacía desde la Casa Rosada o la Quinta de Olivos y ahora desde su banca de senadora o despacho de vicepresidenta.
Se ha visto mucho la fotografía en la que salen del Mausoleo Cristina y Máximo, acompañados por Lázaro Báez.
Por eso sostengo que el Mausoleo es un monumento a la corrupción, más allá del dolor genuino que expresan sus seres queridos y que yo respeto. Pero también creo que el mausoleo es un homenaje a la desmesura. Semejante autocelebración estalinista va en contra, incluso, del estilo del muerto. Néstor no era un exhibicionista. Una de sus escasas virtudes era la austeridad, o mezquindad, según dicen sus enemigos. Pero no quería ni ropa cara ni zapatos de lujo ni relojes o autos exclusivos. Nobleza obliga, Néstor nunca hizo alarde de su riqueza incalculable. Ese estilo es más bien de su viuda, es Cristina la que no se conforma con lo sencillo o lo cotidiano. Ella sí le da mucho valor a la elegancia y la majestuosidad. Ella milita desde siempre en la agrupación Luis Vuitton para la Liberación y Rolex o muerte. Se podría decir que Cristina lo hizo. O que Lázaro lo hizo. Pero la Justicia todavía no sabe quién lo pagó. Estoy seguro de que fuimos todos nosotros. Los impuestos de los argentinos en lugar de volver al pueblo fueron a parar a los bolsillos de los Kirchner. Y también a su tumba.
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