Alfonsín asumió en la UCR
Una ovación estrepitosa cerró el discurso de asunción de Raúl Alfonsín como presidente del comité nacional del radicalismo. Centenares de militantes sudorosos (no había ventilación en el lugar) liberaban la euforia por haber recuperado a su "líder natural", en las palabras del próximo ministro del Interior, Federico Storani.
El mensaje principal de Alfonsín había sido formulado por la negativa:no se enfrentará con el presidente de la Nación. "No tenemos nada que reclamar al nuevo gobierno. Tenemos en Fernando de la Rúa y en Carlos Alvarez una confianza total", bramó.
Intentaba erradicar del imaginario colectivo la idea de que su gestión estará signada por la oposición interna a la administración de De la Rúa.
Fue más allá. "No tiene que haber más desencanto en la Argentina. Hubo desencanto en mi gobierno: la gente creía que recuperada la libertad se iban solucionar sus problemas; la crisis nos dijo que no. Hubo desencanto con este gobierno, que hizo todo lo contrario a lo que prometió. Ahora viene la hora del triunfo de la Nación argentina", afirmó.
Definiciones y promesas
El acto fue inusualmente breve. Varios centenares de militantes -algunos llegados del Chaco y de Mendoza- corearon el nombre de Alfonsín cuando De la Rúa llegó al comité, poco después de las 18. Cantaron: De la Rúa presidente/de la mano de Alfonsín . De la Rúa soportó varias ovaciones más para su sucesor en la jefatura partidaria.
En su discurso de renuncia a la conducción de la UCR, afirmó que el aparato partidario "será de gran valor para la gestión de gobierno", pero agregó: "Voy a ser presidente para todos los argentinos, no del partido, no de una facción".
Habló de su satisfacción porque "después del susto que nos dio, esté hoy con nosotros el doctor Alfonsín".
En el salón de actos del comité de Alsina y Entre Ríos no cabía una persona más: había militantes, futuros funcionarios, legisladores radicales e invitados del Frepaso. Todos festejaron el momento en que De la Rúa propuso a Alfonsín como candidato a sucederlo, aunque no era más que una formalidad: no hubo rival.
"Hay un hombre al que todos respetamos, que acredita una larga lucha al servicio de la Unión Cívica Radical y de la democracia. Ha dado todas las batallas en nombre nuestro, de nuestro partido y por el bien del país", lo presentó De la Rúa.
"Lo queremos entre nosotros y es un ejemplo de firmeza, coraje y continuidad en la lucha", lo elogió.
Los 87 delegados presentes levantaron las manos. Alfonsín quedó al frente de una mesa grande de conducción que integrarán representantes de las provincias y, por primera vez, mujeres. Concentrará todo el poder partidario, ya que no habrá "mesa chica" de discusión y la grande no se reunirá por varios meses.
"Nuestra principal (colaboración) ha de ser ayudar al gobierno de la Alianza", dijo Alfonsín. Adelantó que los problemas del país "no se solucionarán de la noche a la mañana". "Tenemos la autoridad moral para decirlo", opinó, porque "nadie nos ha votado engañados".
Como al pasar, dio una pista sobre el carácter que imprimirá al partido: dijo que los comités de todo el país harán "acción social directa", que serán "casas de solidaridad".
Todavía era de día cuando saludó, desde el balcón del primer piso, a los entusiastas militantes que habían quedado en la calle, frente al comité.
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