Alexis Guerrera, entre la “resistencia” cristinista y las internas del Ministerio de Transporte
El nuevo ministro enfrentó críticas por su rechazo a estatizar la hidrovía; tiene en agenda la renovación de concesiones y la disputa por los subsidios
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“No lo dejaron ni sentarse en la silla”, coincidían dos altos funcionarios del Ministerio de Transporte, sorprendidos por la velocidad con que los problemas comienzan a acumularse en el despacho de Alexis Guerrera, que el lunes asumió en el museo de la Casa Rosada el timón de ese heterogéneo barco que comandaba el fallecido Mario Meoni.
Las durísimas críticas que recibió ese mismo día del kirchnerismo de paladar negro luego de aclarar que la estatización de la hidrovía “no es el camino” elegido por el Gobierno, son solo la más visible muestra de los desafíos que tendrá por delante. La pelea con los empresarios por los subsidios al transporte, el vencimiento de concesiones ferroviarias y el siempre demorado soterramiento del ferrocarril Sarmiento serán otros de los nudos que el exintendente de General Pinto y militante del Frente Renovador de Sergio Massa deberá desatar en el corto lapso, en plena pandemia y en el seno de un ministerio “parcelado” en cuotas de poder, en el que el senador cordobés Carlos Caserio y el líder camionero Hugo Moyano, cercano a Cristina Kirchner, conservan altas cuotas de poder.
“Con Guerrera no se van a meter, porque sería meterse con Sergio”, se atajan cerca del ministro. Se refieren a La Cámpora, que maneja el “ala aeronáutica” del Ministerio, con control sobre Aerolíneas Argentinas y organismos como ANAC, Orsna y EANA, todos reportando al hoy senador Mariano Recalde. El acuerdo de no agresión entre el presidente de la Cámara de Diputados y Máximo Kirchner, aseguran funcionarios de esa cartera, actúa de “paraguas” para evitar avances como del kirchnerismo duro por sobre “moderados”, como se dio en los ministerios de Vivienda o Justicia, por dar solo dos casos.
Sin embargo, la quita de la concesión y eventual “estatización” del dragado y control de la cuenca del Paraná, hoy a cargo de la empresa belga Jan de Nul y prorrogada por tres meses hace diez días, volvió a ser bandera del cristinismo puro. “Resulta imprescindible que el nuevo ministro de Transporte escuche a las múltiples voces que reclaman por el fin de la concesión a Hidrovía SA e impulse la creación de una empresa estatal que se encargue del dragado, balizamiento y administración de la Cuenca del Paraná”, afirmó a LA NACION José Cruz Campagnoli, del Espacio Puebla. Agregó que “es fundamental recuperar la soberanía sobre nuestras vías navegables, puertos y comercio exterior”.
La ola estatizadora, que surgió de un pedido de informes del excanciller Jorge Taiana a principios de año desde el Senado, responde a la sospecha de que Guerrera “piensa dejar todo como está” en esa vía navegable de 400 kilómetros, que concentra nada menos que el 80 por ciento del comercio exterior del país. La crítica despiadada llegó, incluso, de manos de la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quien le envió una carta “lamentando” que lo hubieran designado ministro.
“Los que piensan de ese modo son muy pocos. Y lo que dijo Guerrera es la línea del Presidente”, contestan con firmeza desde el ministerio de la calle Balcarce, a metros de la Casa Rosada. También deslizan que el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, no apoya la movida nacionalizadora. Arriesgan que “Cristina tampoco les dio el aval; si no, no se hubiera prorrogado la concesión”, y agregan que sí se está pensando en “un fuerte control del Estado” en el flujo de embarcaciones, claves para el ingreso de dólares al país.
Más allá de los encontronazos por la hidrovía, y apoyado por los massistas puros del ministerio, como Martín Marinucci (Trenes), Marcela Passo (Articulación Interjurisdiccional) y José Arteaga (CNRT), Guerrera pretende seguir la línea “ejecutiva” y “moderada” de su antecesor, sin pisar callos molestos.
Cerca suyo hay elogios hacia el moyanista Gastón Jaques, secretario de Planificación, y tampoco hay objeciones sobre el subsecretario de Transporte, Marcos Farina, cordobés y leal a Caserio. Está pendiente desde hace meses la designación del secretario de Transporte, el número 2 del ministerio que maneja los estratégicos subsidios al transporte, hoy centro de la pelea con empresarios del sector, que amenazan con quitar servicios. “Ese lugar es de Caserio”, responden desde el ministerio, aunque el candidato del senador cordobés, el exintendente de la localidad cordobesa de La Calera Rodrigo Rufeil, fue denunciado por Elisa Carrió en 2018 en una causa por presunto enriquecimiento ilícito, de la que fue absuelto a mediados de abril.
Con 16 años como intendente de General Pinto, una apacible localidad de poco más de 10.000 habitantes en el noroeste bonaerense, Guerrera debió hacer un “curso político acelerado” al pasar, de manera sorpresiva, de su cargo en Trenes Argentinos al sillón más caliente del ministerio. Un curso que también incluyó consultas periodísticas sobre su orientación sexual (Juan, su pareja oficial, estuvo en su asunción en el Museo del Bicentenario). “Siempre he sido una persona de diálogo y pienso seguir por el mismo camino (…) Este es un ministerio importante que siempre tiene situaciones tensas que intentaremos destrabar”, dijo Guerrera en sus primeras horas como ministro, en un anticipo de los desafíos que le esperan.
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