El Gobierno admite que analiza la obligatoriedad de alojarse siete días en hoteles al regresar al país
Lo planteó la asesora presidencial Cecilia Nicolini, como parte de las medidas destinadas de reducir el impacto de la nueva variante Delta; evalúan también cómo disminuir los viajes internacionales
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La asesora presidencial Cecilia Nicolini, confirmó hoy que el Gobierno estudia la posibilidad de establecer la obligatoridad de alojarse en hoteles durante siete días para quienes regresen de un viaje al exterior. Es parte de las medidas que están en análisis para reducir el impacto de la nueva variante Delta del Covid-19.
“Es una opción que todos los que llegan cumplan el aislamiento en hoteles, se está analizando”, dijo Nicolini en declaraciones a El Destape Radio.
La variante delta de Covid que se disemina a toda velocidad por el mundo –y que acecha a la Argentina– tiene en estado de alarma al Gobierno y derivó en ríspidos debates internos para definir medidas tendientes a bloquear su ingreso por Ezeiza y retrasar su propagación en el país.
Se espera que en las próximas horas se anuncien nuevas medidas vinculadas a la reducción de los vuelos, para limitar el ingreso diario de personas al país. Pero según pudo reconstruir LA NACION la preocupación es grande, y hay un sector del oficialismo que puja no solo por endurecer los controles a los viajeros recién llegados sino también por restringir fuertemente las salidas al exterior.
El tiempo corre veloz. Cerca de Alberto Fernández reconocen que es muy difícil que la Argentina quede exenta de sufrir la transmisión de esta variante –que generó nuevas olas de contagios en países como Israel y Gran Bretaña– pero aspiran a retrasar su diseminación lo máximo posible, de modo de tener más avanzada la vacunación. Los datos, por ahora, son desalentadores: según los rastreos preliminares del personal de Migraciones, cuatro de cada diez viajeros que regresan al país incumplen la cuarentena obligatoria de siete días. Por lo tanto, están en riesgo de portar y transmitir la variante Delta aún cuando sus dos hisopados (el que se hicieron antes de volver y el que se realiza en Ezeiza) hayan dado negativo, ya que puede pasar que una persona tenga una carga viral baja al momento del testeo.
Según confió un alto funcionario nacional, al interior del Gobierno se están evaluando distintas alternativas en dos direcciones: aumentar los controles de los recién llegados y desalentar el turismo internacional. Eso suscitó acaloradas discusiones: hay funcionarios que reclaman enérgicamente cerrar las fronteras y habilitar solo viajes por motivos de máxima necesidad. Es decir, impedir que los argentinos salgan al exterior por turismo. Otro sector del gabinete, en cambio, advierte que una medida de ese tipo –como la que se tomó al inicio de la pandemia– puede derivar en planteos de inconstitucionalidad en el contexto social actual.
“Hay que hacerlo ya, y si alguien plantea la inconstitucionalidad que llegue a la Corte. Pero nos da un tiempo de margen”, opinó un colaborador que se inclina por tomar medidas más drásticas.
Otra alternativa que se estudia, tal como explicó Nicolini, es que los viajeros internacionales deban cumplir la cuarentena de siete días obligatoriamente en hoteles. Lo llaman el “modelo Canadá”. Esa opción, explican fuentes de la Casa Rosada, enfrenta dos inconvenientes. Por un lado, que los hoteles requerirán un acondicionamiento especial y personal de salud, que hoy está abocado a otras urgencias. Por el otro, que ya se registró una fortísima resistencia de los argentinos recién llegados a no volver a sus hogares.
Las distintas ideas sobrevuelan a la mesa de decisión, donde están involucrados la gestión de Axel Kicillof y los Ministerios nacionales de Salud, Interior, Transporte y Seguridad, además de Jefatura de Gabinete.
El kirchnerismo cree que las medidas vigentes son insuficientes y quiere ir más allá: entre las alternativas que plantearon puertas adentro figura el pedido para que aquellos que salen del país solo puedan regresar luego de 90 días, salvo excepciones por cuestiones humanitarias o de emergencia.
Protocolos y controles
Hasta ahora, los argentinos que hacen viajes internacionales deben realizarse un PCR antes de tomar el vuelo de regreso y otro en Ezeiza. Si su test da positivo, deben aislarse en hoteles para que se realice el estudio genómico de su caso y así detectar de qué cepa se trata. Si da negativo, debe cumplir en su domicilio una cuarentena de siete días y realizarse otro PCR más al culminar.
El control del cumplimiento de las cuarentenas está en manos de las fuerzas de seguridad de cada jurisdicción. Desde la semana pasada, la Dirección Nacional de Migraciones comenzó a realizar inspecciones adicionales y aleatorias en domicilios. Fue por esos recorridos que desde el Ministerio del Interior aseguraron que el 40% de las personas recién llegadas no cumplían con el aislamiento. Otras visitas, en cambio, mostraron cumplimientos. Fue el caso, por ejemplo, de la exgobernadora María Eugenia Vidal, que recibió a los inspectores nacionales tras su viaje por los Estados Unidos.
Las visitas de Migraciones (747 la semana pasada) son solo un muestreo. No cubre, ni de cerca, a todos los viajeros, que son entre 1700 y 2000 por día.
Entre otras medidas de menor impacto, el Gobierno distribuirá volantes en el aeropuerto advirtiendo que no cumplir con la cuarentena de los siete días “es un delito penal”. También planean enviar mensajes de texto para concientizar vía teléfono celular.
Según el último informe de vigilancia genómica, en Argentina predomina la circulación de la variante de Manaos. Después siguen la variante Andina y la Británica. Por ahora solo se detectaron tres viajeros con la variante Delta, que fueron aislados y no se halló circulación comunitaria.
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