Alejandro Werner: “Este acuerdo con el FMI no es el que la Argentina necesita”
En una entrevista con LA NACION, el exdirector para el Departamento del Hemisferio Occidental del FMI dice que el programa que está negociando el gobierno de Alberto Fernández tiene falencias, es “débil” y no resuelve los problemas de la economía argentina; defendió el plan de Macri
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WASHINGTON.- Alejandro Werner cree que el acuerdo que están puliendo la Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) es débil, muy poco ambicioso, y solo aleja la posibilidad de que la economía empeore aún más, sin terminar de encarrilarla atacando los problemas de fondo para que pueda crecer más.
“Falta que conozcamos más detalles, todavía no es ni el acuerdo con el staff que luego va al Directorio. Pero claramente es un acuerdo muy poco ambicioso”, afirma Werner en una entrevista con LA NACION, la primera con un medio argentino desde su partida del Fondo. “Este no es el acuerdo que la Argentina necesita”, define.
El nuevo programa, al que meses atrás definió como “una curita temporal”, difícilmente genere la impresión de que la Argentina se encamina a un sendero de “estabilidad, predictibilidad y mayor crecimiento inclusivo” en los próximos años, anticipa. “Este programa reduce la probabilidad de deterioros mayores. Pero si este tipo de políticas persiste más allá de dos años, claramente esos escenarios se van a materializar”, advierte.
Werner cree que el Fondo llegará a un acuerdo “por cansancio”, y una convicción forzada de que es lo mejor que se puede hacer ahora. El plan probablemente sea realista, pero le ve falencias: una falta de compromiso del Gobierno con el ajuste de los desequilibrios como mejor opción para encaminar el país, y de políticas que garanticen que “esto es más que una corrección temporal”, como una mayor independencia del Banco Central, o una política monetaria más transparente, o un marco de responsabilidad fiscal como tienen Chile, Colombia o México; y de una agenda estructural, con reformas regulatorias y tributarias que bajen el costo de hacer negocios en la Argentina, y apuntalen la inversión.
Werner defiende el plan que forjó junto con el gobierno de Mauricio Macri, cuando era Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. Dice que ese programa no fue “débil” –a diferencia del Fondo, que lo tildó de “demasiado frágil–, aunque tuvo problemas en la implementación y debieron insistir más en colocar controles para bajar la volatilidad del dólar, y contener el “riesgo político”, al que le achaca parte –pero no toda– de la responsabilidad del fracaso.
La Argentina y el Fondo tienen una relación “anormal”, describe, anclada en un problema: la falta de un “contrato social funcional” en el país que permita evitar crisis recurrentes que terminan en las puertas del Fondo. El resultado es otra negociación.
–¿Este es un acuerdo débil?
–Para las necesidades de la Argentina, claro que es un acuerdo débil. Hasta ahora, lo que se ha anunciado. ¿Por qué? Porque el componente estructural microeconómico es limitado, el componente estructural macro también está ausente, y básicamente lo que hay son compromisos de política en la parte monetaria, fiscal y de acumulación de reservas que también son poco ambiciosos.
–Dijo que iba a ser una “curita temporal”, ¿lo sigue pensando?
–Es parecido, sí. Creo que entre curita y venda, podemos debatirlo. Pero realmente pensar en el acuerdo que necesita la Argentina hoy para ir sentando las bases para salir de varias décadas de estancamiento, de inestabilidad, claramente este no es el acuerdo que la Argentina necesita. Tal vez es el acuerdo viable. Y en ese sentido es mejor que no tener un acuerdo. Es bueno para la sociedad argentina que se pueda limitar la generación de equilibrios peores al que se está transitando, pero claramente yo creo que es mucho menos de lo que muchos analistas, incluyendo el FMI, tenían en la cabeza hace un año que se debería de alcanzar.
–¿Por qué el Fondo acepta este acuerdo?
–Creo que el Fondo Monetario tenía la disyuntiva entre seguir insistiendo en un acuerdo inaplicable y aceptar el mejor acuerdo posible, o directamente no tener un acuerdo. Creo que el Fondo anticipa que, en ausencia de un acuerdo, la situación económica argentina se deterioraría de manera importante, aunque desde el punto de vista de los seguidores del Fondo y de la aplicación de las políticas del Fondo probablemente limitaría el impacto reputacional para el Fondo porque muchos analistas dirían, “el Fondo siguió sus políticas”. Pero el Fondo yo creo que pensó que no tener un acuerdo tiene implicaciones negativas para la economía y la sociedad argentina, y seguir insistiendo en un acuerdo en el que hay diferencias muy grandes con el gobierno es un callejón sin salida, entonces lograr el mejor acuerdo posible que limite estos escenarios negativos tal vez implica un costo reputacional para el Fondo, pero implica lo que ellos consideran en este momento la mayor ayuda que pueden ofrecerle a la Argentina. Yo creo que pensaron, “esto es lo mejor que se puede ofrecer a la Argentina en este momento”, y el Fondo tiene que pensar en el beneficio de sus países miembros. Esa fue la lógica.
Werner dice que, cuando se diseñó el programa que implementó el gobierno de Mauricio Macri, el staff del Fondo al menos estaba más convencido de que podía tener resultados positivos. “Hoy, hay menos convencimiento en el staff del Fondo que este es el programa que la Argentina necesita. Pero es el que se puede alcanzar dada la visión del gobierno. Hay una diferencia fundamental entre la visión del gobierno argentino y probablemente lo que piensa el Fondo”, dice.
–¿Qué diferencia?
–La administración del Presidente Fernández piensa que la deuda pública es uno de los grandes problemas de la economía argentina, y arreglando la deuda, con el sector privado y el Fondo, se sientan las bases para el crecimiento. El Fondo cree que el problema de la deuda argentina es la consecuencia de muchos problemas de la economía, y tienes que arreglar el problema de la deuda, pero si no arreglas los problemas de fondo, luego o vas a mover el problema a otro lado, llamémosle inflación, o al final del día vas a tener otro proceso de acumulación de deuda, vía el Banco Central, que lleva a inflación, o vía la deuda externa, que te lleva a otra crisis de deuda, y no vas a salir de las crisis recurrentes. Para eso hay que hacer un trabajo y llegar a un consenso en la sociedad mucho más profundo. Esa diferencia de opinión hace que hoy el Fondo vea a este acuerdo como un acuerdo posible, que permite con una buena implementación limitar el riesgo de mayor inestabilidad en los próximos años hasta que se logre un mayor acuerdo político y social para hacer algo más ambicioso.
–¿Hay resignación de parte del Fondo?
–El acuerdo con los bonistas por la deuda privada también fue un acuerdo en el cual probablemente los bonistas firmaron por cansancio, y como dices, por resignación, algo que se vio reflejado en los precios de la deuda. Probablemente con el Fondo Monetario también es un acuerdo al que se llega por cansancio, y por convicción del Fondo Monetario de que esto es el mejor acuerdo posible, y si se implementa correctamente es mejor que las alternativas para la sociedad argentina. Pero claramente no es el acuerdo necesario.
El programa de Macri
Werner marca diferencias con el programa de Macri. El Fondo respaldó ese plan con el mayor préstamo de su historia, pero a fines del año anterior lo deshilachó en un análisis que el Presidente Alberto Fernández tildó de “lapidario”. Ese trabajo, llamado Evaluación Ex–Post, dijo que la estrategia de Macri fue “demasiado frágil”. Werner reconoce algunas críticas, pero disiente: “Yo creo que el programa económico del Presidente Macri no fue débil”.
“La evaluación toca muchos aspectos. Hay temas que se discutieron, como la posibilidad de incluir controles de capitales, de hacer una reestructuración de la deuda. En su momento creímos que el mejor curso de acción obviamente fue el que se tomó. En ese sentido sí siento todavía que el documento está muy escrito con la ventaja de ya haber observado lo que ocurrió. Creo que toca todos los puntos, pero probablemente no todos los enfatiza con la profundidad que a mi me hubiese gustado. El tema del riesgo político se debió haber enfatizado más. La discusión sobre cuáles iban a ser las políticas a partir del final del gobierno de Macri dependiendo del resultado electoral generó un ruido que tuvo un efecto importante sobre el programa durante todo el año electoral, y sobre todo después de las primarias”, señala.
–¿El programa fracasó por la política más que por la parte técnica?
–No, creo que es un elemento que en otras evaluaciones debe incluirse de manera más profunda. Es muy difícil decir si el programa fracasó por diseño, por implementación, por factores externos, o por la política. Se requiere más de una sola evaluación. Aquellos economistas, aquellos observadores que pueden identificar un solo factor, todavía, en este estado de las cosas, están sesgando su evaluación del programa. Creo que hay evaluarlos todos. Y creo que necesitamos todavía varias observaciones de distintos ángulos para tener una mejor visión, pero [el análisis del Fondo] es una contribución importante.
Werner sí marca tres cosas que hubiera hecho diferente. Hubo un diagnóstico optimista del riesgo político de un cambio de régimen, y de haberlo anticipado la discusión sobre la imposición de controles de capitales –reinstaurar un “cepo”– debió haber sido “más profunda, más estricta”, indica. El escenario de una victoria tan abultada del Frente de Todos en las primarias debió haberse contemplado, y “se debió haber discutido cómo ponerle cinturones y tiradores a este programa antes”. También se debió haber tenido una discusión más profunda sobre la política cambiaria ante la sensibilidad del gobierno de Macri a la volatilidad del dólar, y su deseo de intervenir más en el mercado.
“De haber sabido el gobierno argentino y nosotros que esto iba a ser un tema tan recurrente, probablemente el tema de los controles de capitales hubiese sido una solución. Debimos de haber insistido más. El único vehículo que querían usar era la intervención cambiaria. Sabiendo que íbamos a estar en esa disyuntiva, probablemente la discusión de los controles de capitales debió de haberse tenido con mayor insistencia”, admite.
–¿Y la deuda, no?
–Yo creo que en ese momento, en otros estados de la naturaleza, la deuda argentina podía ser sostenible. Y también mayores controles de capitales dan un entorno de mayor estabilidad a la deuda doméstica que mejoran los conceptos de estabilidad. Y si eventualmente se genera la percepción de que un país nunca va a tener superávit primario, el único nivel de deuda sostenible es cero. La administración del Presidente Macri tenía un compromiso firme de llegar a un superávit fiscal, y eso daba una perspectiva de sostenibilidad de deuda diferente a gobiernos donde el convencimiento a un superávit primario es mucho más bajo. Y lo mismo por el lado del crecimiento. La Administración Macri tenía una visión clara de llevar a la Argentina a una economía más moderna, que pueda atraer inversión. Hoy, es más difícil para la gente que ve a la Argentina desde afuera ver cómo el modelo económico que se propone lleva a un mayor nivel de inversión, crecimiento y productividad. Eso cambia la percepción de la dinámica de la deuda. Esto, en un escenario sin pandemia. En ese sentido, era más importante la discusión de los controles de capitales que la de la deuda.
–¿Cómo explica que el FMI preste 45.000 millones dólares a dos planes débiles?
–Yo creo que el programa económico del Presidente Macri no fue débil. Era un gobierno que venía haciendo reformas estructurales importantes. Y era un gobierno que tenía una concepción de dar la pelea por la credibilidad del marco macroeconómico, de cambiar la estrategia de gradualidad a una estrategia más de shock en el ajuste fiscal y monetario, y con eso convencer a los mercados. Por muchas razones, claramente no se tuvo el efecto deseado. Pero en ese contexto, el programa del gobierno anterior era un programa que tenía una concepción técnica sólida, y tenía medidas, y un compromiso claro, y lo que aquí llaman un ownership, el presidente y los ministros salieron a explicarlo. Hubo muchos problemas. Pero esos elementos estaban. Y había un compromiso para hacer al Banco Central independiente, se pasó una ley de competencia, y había un compromiso y un diálogo de continuar haciendo reformas estructurales importantes. Es muy diferente al programa actual, que con los anuncios que se han hecho a la fecha y como lo veo, tiene una ambición muy limitada. Probablemente es más realista en ese sentido. Pero un programa que la ambición es que la inflación siga siendo una de las cuatro más altas del mundo, y la inversión sea una de las más bajas del mundo, y que además las pocas medidas que tiene no sean explicadas por el gobierno con convicción de que eso es lo que necesita la sociedad, y se presentan como una imposición del Fondo Monetario, creo que es un programa mucho menos ambicioso. Con todos los problemas, la verdad nosotros trabajamos con un gobierno donde el presidente salió y le habló a su población y le dijo lo que había que hacer y por qué creía que había que hacerlo. Hoy eso no lo vemos, o yo no lo veo.
–¿Este programa es peor que el de Macri?
–Uno puede decir que un programa es mucho más realista, y dadas todas las limitaciones sociales y políticas que enfrenta la Argentina, esto es lo que se puede hacer. Lo que si creo que es si ésa es la convicción, y el Fondo Monetario acompaña esto, también diferente sería muy importante que el gobierno argentino explique este programa y estas medidas como su programa, porque es mucho más su programa que el del Fondo Monetario, como fue el programa de Macri, pero Macri salió a explicarlo como su programa.
–¿El acuerdo termina en otra negociación?
–Creo que esto va a acabar en un nuevo programa económico para la Argentina en dos o tres años. No sé si el nuevo gobierno argentino vaya a querer un nuevo programa o diga, pues yo me quedo con este, aplico una política mucho más ambiciosa, pero tal vez queda afuera del programa. La continuidad de este programa más allá de dos, dos años y medio, es muy limitada. Este programa reduce la probabilidad de deterioros mayores. Pero si este tipo de políticas persiste más allá de dos años, claramente estos escenarios se van a materializar. En ausencia de una nueva ambición en un programa más completo, claramente la Argentina se va a enfrentar con problemas mucho mayores, entonces vamos a tener que ver un nuevo programa económico en dos años.
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