Alejandro Slokar, un discípulo de Zaffaroni al que le gustaría llegar a la Corte

Atildado, flaco, espigado, con un hablar ampuloso, por momentos barroco, Alejandro Slokar se impone apenas llega a cualquier reunión. Habla erguido desde sus casi dos metros como una de las mentes jurídicas del kirchnerismo. Integra la Cámara de Casación desde 2011 donde lo nombró Cristina Kirchner luego de quedar primero en el concurso. Con 57 años, no abandona su idea de llegar a la Corte.

En la Casación trabajó en causas de derechos humanos y temas carcelarios, donde abrió caminos con algunas decisiones innovadoras que cambiaron la normativa del régimen carcelario. En tribunales se lo ve bajando la escalera desde su despacho del primer piso de Comodoro Py 2002 invariablemente de traje azul marino o gris, apenas encorvado, cargando un maletín de cuero marrón, de esos que desbordan de papeles.

Hincha de Independiente, es discípulo del exjuez de la Corte Eugenio Zaffaroni, con quien es coautor de un famoso tratado de Derecho Penal, junto con el fiscal Alejandro Alagia. Un libro de referencia para todo abogado y estudioso del derecho. Fue secretario del fallecido camarista Jorge Casanovas, un convencido de la “mano dura”, que estaba en sus antípodas políticas e ideológicas.

Slokar fue funcionario del gobierno de Néstor Kirchner como secretario de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios. El actual presidente de la Corte, Horacio Rosatti, era entonces el ministro de Justicia, que poco después renunció en desacuerdo con los precios de una licitación carcelaria.

Slokar tuvo simpatías de juventud con el radicalismo. El vínculo sobrevive, pero por otra vía: es cuñado del senador Martín Lousteau.

Cuando Cristina Kirchner impulsó el proyecto de “democratización de la Justicia” en 2013, Slokar se entusiasmó, aunque mantuvo algunas reservas. Fue uno de los fundadores de Justicia Legítima, el colectivo de jueces y fiscales –muchos alineados con el kirchnerismo– que busca reformar un Poder Judicial que consideran corporativo.

Paladín del “garantismo”, Slokar es un admirador del modelo kirchnerista. Mantuvo todo el año ríspidos desacuerdos con sus colegas Gustavo Hornos y Mariano Borinsky por sus vistas a Mauricio Macri.

Ahora, como presidente de la Cámara de Casación, cargo que ya ocupó en 2015 cuando asumía Macri, será el interlocutor con la Corte y con el Poder Ejecutivo, con los que tal vez sintonice una mejor frecuencia que la que exhibe hoy el Gobierno con la Justicia.

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