Alejandro Rozitchner: "Si a la Iglesia le molesta el aborto, es un problema de los obispos"
Es jueves por la tarde y Alejandro Rozitchner está a horas de dejar su despacho, en un rincón del primer piso de la Casa Rosada, al cual llegó hace pocos días. "Vuelvo al segundo piso el lunes, después de mudarme unos días acá. Soy un soldado de la revolución", dice sonriente y desafiante el filósofo y asesor presidencial, un verdadero rara avis en un gobierno donde abundan exempresarios y funcionarios de larga trayectoria. Mientras recuerda su amistad con el rockero Luis Alberto Spinetta, o muestra sus dibujos de arte abstracto y sus libros, Rozitchner puede emprender su ataque directo contra la Iglesia, el kirchnerismo o los partidos tradicionales. Optimista hasta el cansancio dirá convencido que " Macri va a volver a ganar" en 2019 , porque "la gente ya no se come el truco del fracaso", relativizará la actual crisis y definirá al Gobierno como "moderno" por debates como los del aborto .
-Sería más difícil dar hoy el "taller de entusiasmo" que dictó en 2014.
-No, nosotros siempre estuvimos un poco en la lona, siempre estuvimos por perder las elecciones que terminamos ganando. Y si mirás la carrera de Mauricio desde que empezó hasta ahora, siempre saca más votos. Y eso va a volver a pasar el año que viene.
-¿Está tan seguro? Inflación, acuerdo con el FMI, recesión...
-¡Sí!. Cambiemos es una acción, un movimiento que está liderado por el votante, harto de un sistema de fracaso reiterado, una Argentina que se decidió a desafiar las verdades básicas de su visión del mundo: el fracaso es inevitable, el dolor es la verdad, la soledad es la verdad de las relaciones. La política no puede ocultar más su truco, que es transformar la pobreza en un valor, hacer que parezca épico ser pobre. Hay un gran conservadurismo en el populismo, encarna el rol del líder fuerte, el papá o la mamá de los pobres.
-¿Eso es el peronismo?
-Esos son los partidos tradicionales, sobre todo el peronismo...
-¿También el radicalismo?
-Creo que los partidos no existen, son fantasmas del pasado. No existe peronismo ni radicalismo, izquierda, derecha, son fantasías de los analistas, el votante está en otro planeta, ve quién lo ayuda a vivir y quiénes lo engatusan con el objetivo de hacer el mal en paz.
-Hay opositores que dicen lo contrario: Macri es ajuste, desocupación.
-Pueden decir lo que quieran, vamos a las cifras. Hubo siete trimestres de crecimiento, disminución de la pobreza, 600.000 nuevos empleos, inversiones destacadas como Vaca Muerta. Una situación que ahora se pone difícil, pero que va a ser retomada el año que viene. El votante se ha corrido de la zona del verso a la zona de la realidad, por eso va a seguir apoyando el cambio.
-¿Y las encuestas que hablan de una caída en la imagen del Gobierno?
-La baja en algunos índices es real, pero los números siguen siendo altos. Si escuchás las cosas que cuentan los ministros no podés sino sentir entusiasmo: la apertura de mercados de Etchevehere, las líneas aéreas nuevas que cuenta Guillo (Dietrich), lo de Turismo, son cosas que decís..., ¡guau!, qué bueno.
-¿No sería un poco el diario de Yrigoyen?
-Son cosas reales, documentadas. No escondemos los problemas, lo que se ve en Mauricio es una aceptación de los problemas de manera insólita. Los medios no logran distinguir que esto no es 2001.
-Durán Barba suele decir que este es un gobierno de izquierda...
-Sí, claro, coincido. Lo venimos diciendo desde hace muchos años; (Hernán) Lombardi inventó el "macrismo-leninismo". Hay varios de este equipo que tenemos pasado de izquierda. Las reivindicaciones sociales están en vías de realizarse más en este gobierno que en los que se declaman populistas. Cuando termine sus ocho años, Mauricio va a anunciar una baja en la pobreza muy grande.
-¿Debatir el aborto fue una decisión oportunista?
-El votante y la época mandan. Este es un gobierno que no pone límites a nuevas visiones, nuevos valores, el rol de lo femenino en la sociedad, la preocupación por la discapacidad, un gobierno realmente moderno que de forma lógica habilitó el debate.
-A Peña lo responsabilizan de habilitar ese debate...
-Mauricio y Marcos están en contra del aborto. Habilitaron el debate, y cuando salga la ley -yo estoy a favor de la despenalización- no lo van a vetar, se la van a bancar. Y si a la Iglesia le molesta, bueno..., es un problema de los obispos. Para mí, el Estado no tiene que tener religión.
-¿No hay uso político del tema?
-Te diría que no, aunque eso está sujeto a opiniones. Podemos sí decir que es bueno que aparezcan otros temas, porque si no hay una especie de tendencia al miedo, comprensible porque el que vivió 2001 ve que el dólar sube y se asusta. La discusión del aborto puede haber contagiado una idea de mayor libertad y tolerancia, que es lo que se promueve hoy.
-Hay muchos intelectuales kirchneristas que se sienten mejor con un gobierno que promueva la redistribución de la riqueza.
-Entre ellos redistribuyen la riqueza, ¡entre ellos! (se ríe). Los intelectuales alineados con el progresismo son profundamente conservadores, reverenciadores de un nuevo establishment que repite el fracaso de sus padres, que no pudieron hacer la revolución y defienden el fracaso, la corrupción y la delincuencia.
-¿Decide todo Mauricio con Peña y sus coordinadores?
-No debe haber presidente más dialoguista que Mauricio. Es cierto que después él toma las decisiones, y es cierto que lo nutre mucho más el criterio de Marcos que de otros. Hoy anda circulando mucho el "péguele a Marcos", pero su rol y su importancia en el equipo no se han movido ni un milímetro, la verdad es esa.
-¿Cambió mucho Macri en los últimos tiempos?
-Sí, yo lo cambié (se ríe). Quienes lo conocen dicen que ahora es un tipo más abierto y libre que antes. Para mí siempre fue fácil trabajar con él, no tiene ninguna impostura.
-¿Y si la gente vota otra cosa?
-Y bueno, me habré equivocado, pero no creo que pase. De los siete dirigentes con mejor imagen, seis son de Cambiemos. La séptima es la malvada, ¿no es una mala de telenovela?
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