Alberto Fernández hizo equilibrio en la interna sindical y evitó definiciones
Rodeado de sindicalistas ansiosos por reposicionarse y oír definiciones sobre el eventual plan económico, Alberto Fernández no hizo más que alimentar el misterio. El presidente electo sobrevoló otra vez sin dar detalles su deseo de activar un comité productivo tripartito, con los gremios, empresarios y el Estado. Nadie sabe aún con certeza qué sucederá con los precios y salarios, si es viable activar un pacto antidespidos o si es que realmente existe una hoja de ruta para salir de la crisis.
En la noche que se consagró presidente, Fernández calmó a la CGT al confirmarle que el 10 de diciembre será elevada al rango de ministerio la Secretaría de Trabajo y que su elegido para el área será Claudio Moroni, con trayectoria durante los 90 en la Superintendencia de Seguros, la Anses y la AFIP. Moroni ayer no estuvo en la CGT y muchos dirigentes desconocen su trayectoria. En su WhatsApp se amontonan cada vez más mensajes con pedidos de audiencia.
La luna de miel entre Fernández y los sindicalistas seguirá inalterable más allá de la incertidumbre económica y de los deseos de muchos dirigentes de ocupar con tropa propia cargos de jerarquía en la gestión que se avecina.
Jactándose de su poder, conversaban en el 4° piso de la CGT algunos sindicalistas sobre cuánto debería durar el período de tregua. "Un año, tal vez un poco más, como pasó en 2002, cuando recién a los dos años se empezó a crecer", sugirió un dirigente del transporte mientras esperaba la llegada del presidente electo a la sede de Azopardo. El metalúrgico Antonio Caló apeló a otra de sus frases célebres para describir el momento."La visita de Alberto es como cuando te ponés de novio: la primera cita es linda y después vas viendo", dijo en FM La Patriada.
El jefe de la UOM exhibió el rostro más camaleónico de los sindicalistas: "Somos pendulares: un día estamos con uno; otro día, con otro", blanqueó, sin ruborizarse. La frase, traída del archivo, sirve para comprender algunas presencias en el escenario superpoblado que recibió a Fernández en el salón Felipe Vallese. A un costado, estuvo el ruralista Ramón Ayala, quien encarnó hasta el 27 de octubre pasado el sindicalismo macrista y que hoy comulga otra vez con el peronismo a pesar de presidir un partido político que integra Cambiemos.
La plasticidad de Ayala, como la de muchos otros gremialistas, es también un gesto de los gremios a Fernández, que les pidió escenificar la unidad para impulsar con más fuerza el acuerdo social con los empresarios.
El desafío del presidente electo será ahora cómo cumplir con las demandas. Fernández encontró en Héctor Daer a su interlocutor ideal. Se conocen desde hace años, se tienen confianza y para el candidato el gremialista es uno de los dirigentes más cerebrales del movimiento obrero. Daer es, además, la antítesis de Hugo Moyano, la otra viga gremial que sostiene el pacto con los representantes de los trabajadores.
Fernández, que visitó ayer por primera vez la sede de la central obrera, reconoció con un chiste futbolero la ascendencia que tiene el jefe camionero. Fue al único que mencionó con nombre propio en un salón poblado de unos 50 dirigentes. Moyano estaba allí a pesar de que el acceso estaba permitido únicamente para el consejo directivo cegetista, al que él y su hijo Pablo renunciaron hace más de un año por diferencias con la cúpula, a la que acusó de ser dócil ante la gestión de Macri. También fue una señal de reunificación ampliar el escenario para el resto de los referentes de las otras tribus sindicales, salvo la CTA, cuyos líderes no fueron invitados.
Sin tiempo para tener un mano a mano con ningún dirigente, Fernández sintió el tironeo por parte de algunos sindicalistas. Escuchó pedidos de diferentes sectores y postergó definiciones. "Hablemos la semana que viene", le respondió a más de uno.
El vínculo con Moyano, que aspira a convertirse en su interlocutor sindical por fuera del redil cegetista, comenzó a agrietarse. El jefe camionero presiona para que Fernández interceda a su favor en la pulseada judicial que mantiene con Mercado Libre por el encuadramiento sindical de los operarios de un centro de logística. Anhela, además, influir en la designación del funcionario a cargo del transporte. Lo desvela también ocupar con un hombre de su confianza la dirección del Ministerio de Producción y Trabajo, que por una determinación judicial coadministra con el gremio de camioneros la compañía postal OCA, otra terminal del poder moyanista.
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