Alberto Fernández se resiste a usar auto blindado y no refuerza su seguridad a pesar del ataque a Cristina Kirchner
El Presidente rechazó utilizar uno de los dos vehículos blindados y solo se incrementó el número de custodia en la Casa Rosada; las razones para no extremar los cuidados
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“No lo usa, ni lo va a usar”. La frase, dicha cerca del presidente Alberto Fernández, es en referencia a uno de los dos Ford Mondeos blindados con que cuenta la cúpula presidencial. El que correspondía a Cristina Kirchner, pero que hasta el ataque tampoco usaba, estaba en arreglo esa noche. Entonces, Fernández le cedió a su vice el suyo. Cristina aceptó. Ahora que el otro vehículo salió de taller, Fernández seguirá sin usarlo.
El peso de la puerta y el hecho de que la ventanilla no pueda bajarse son algunas de las explicaciones que dan cerca del mandatario para explicar el por qué desiste de utilizarlo.
A casi dos semanas del atentado contra Cristina Kirchner y pese a haber sostenido que “el próximo” era él, según dijo el propio Fernández en referencia a una captura de WhatsApp de un amigo de los detenidos por el ataque, el mandatario elude cambios en su seguridad. Así como no cambió el auto en el que se moviliza, tampoco se aumentó el número de hombres que lo cuidan.
Recién en las últimas horas hubo un primer cambio en su seguridad y no fue estrictamente alrededor suyo sino en la propia Casa Rosada. Fue luego de que su custodia y la comisaría de Casa de Gobierno pidieran completar el personal del edificio. Según explicaron las fuentes consultadas la decisión se basó en “recuperar la capacidad”, que en los últimos años “fue perdiendo gente por diferentes motivos”.
En los diez previos la seguridad alrededor del mandatario no había tenido cambios, “porque todo funcionó siempre bien”, resaltan. Solo el viernes 2, el día siguiente a la agresión a la vicepresidenta, la Casa Rosada tuvo una mayor custodia policial que la habitual y los granaderos vistieron trajes de fajinas y armas largas, en lugar de sus habituales vestimentas de gala. Pero fue solo por precaución frente al enorme caudal de gente que se reunió en el lugar para repudiar lo sucedido. “Podía haber otro Montiel entre la gente”, aseguró una fuente de Balcarce 50 para explicar la decisión.
Tanto la Casa Rosada como la Quinta de Olivos son lugares considerados como “seguros”. Ambos están bajo el cuidado de Casa Militar, la organización mixta que depende de Secretaría General de Presidencia, y está compuesta por militares y civiles en un suerte de “control mutuo”. Tiene más de medio millar de personas, entre militares, granaderos, suboficiales, soldados y civiles.
Además, la seguridad propia del presidente está en manos de la división Custodia de la Policía Federal Argentina (PFA), que también trabaja bajo la órbita de Secretaría General de Presidencia y junto a Casa Militar. Fernández cuenta con un equipo comandado por Diego Sandrini, su jefe de Custodia, y quien lo acompaña incluso en aquellas incursiones en las que el mandatario prefiere con el mínimo indispensable de hombres. La custodia está dividida en dos equipos que funcionan en guardias de 24 horas de trabajo por 48 de descanso.
“Custodiar a un político siempre es un problema, no está en la idiosincracia. Es un problema que excede nombres: a todos los presidentes les molesta tener custodia 24 x 7″, se sinceró una fuente. En esa línea, las distintas voces consultadas explican que con el expresidente Mauricio Macri, el tema “tampoco era fácil” y están quienes también admiten, a pesar de la sensibilidad del momento, que en el caso de Kirchner, se violaron todas las recomendaciones que hacen a la custodia. “Desde hace días se repetían rutinas, horarios, la cercanía que se daba era total, todo eso amplía las posibilidades de que algo como lo que sucedió, suceda”, completaron.
Sin embargo, de cara a futuro, advierten que el problema es mayor. “El problema es que pasó algo que no había pasado y eso abre otro escenario”, explican. Tras lo que rescatan que “ahora lo que se puede hacer es aprovechar la experiencia”.
Esa preocupación se extiende tanto entre a nivel político en el oficialismo como en las áreas de Seguridad. En ambas terminales existe la convicción de que un atentado como el que sufrió la exmandataria puede repetirse. “Eso es lo que se venía viendo a nivel internacional, donde hay antecedentes de ataques similares: una persona que se mete en un grupo y desde ahí acciona”, detallan. “Además, frente a los grupos cada vez más radicalizados, esto es más factible de repetición y ni que hablar por el efecto “cascada””, se sinceró una de las voces consultadas por LA NACION.
“No puedo separarme de la gente”
“Tengo que estar atento por si me pasa a mí, pero no puedo separarme de la gente”, dijo Fernández a la cadena Telecinco de España este lunes. Fue después de afirmar que “se conocieron las conversaciones de los implicados y hablaban del fallido atentado contra Cristina y hablaban de que el próximo era yo”, en referencia a los acusados por el atentado a Kirchner.
La afirmación de Fernández tiene anclaje en lo que fue el estado de WhatsApp de Nicolás Carrizo, uno de los amigos de Brenda Uliarte y Fernando Sabag Montiel, los dos principales detenidos por el ataque a la vicepresidenta. El mensaje no provino de los peritajes de la causa sino que fue aportada por la señal televisiva Telefé Noticias, que vio el mensaje en la cuenta de Carrizo y lo sumó a la justicia.
Ante el escenario que se abre con la preocupación por lo que puede suceder de acá en adelante, la mayor atención se la lleva lo que puede suceder en eventos públicos. A partir de la semana pasada, tras varios días alejado de esos momentos, Fernández retomó agenda. Un acto con alumnos por el Plan Conectar fue en donde primero se mostró tras el ataque y donde se buscó extremar la atención.
Primero, como sucede siempre, en la previa es Casa Militar quien va a recorrer el lugar y evalúa posibles riesgos, lugares de salida, etc. Después, en el momento, se pone el eje en el anillo de diamante, el primero de los que rodean al mandatario y son los que en un caso, como el de Kirchner, debieran agachar a la persona custodiada y sacarla del lugar, está a cargo de la custodia. Luego hay otros dos anillos que trabajan muy conectados entre sí y. hasta un tercer y cuarto, en el que intervienen las fuerzas del lugar donde se desarrolla el evento. “Al Presidente le gusta y le hace bien estar cerca y compartir con la gente. No lo va a dejar de hacer”, refuerzan cerca suyo y explican que allí se maximiza la atención.
“El problema es con el desequilibrado que no esperas. El lobo solitario”, insisten. Y en ese sentido enumeran antecedentes como los del cuchillazo a Jair Bolsonaro, el sopapo que recibió el francés Emmanuel Macron y el asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe.
“Se vienen haciendo encuentros para mejorar a todos los niveles de Seguridad. Se reacciona de acuerdo a protocolos internacionales, pero el problema más allá de lo que haga la seguridad, es lo que le dejen hacer”, insisten quienes conocen de cerca la dinámica del tema. “Hasta ahora todos los problemas que hubo siempre fueron advertidos, hasta el velatorio de (Diego) Maradona”, completan.
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