Alberto Fernández recibió al presidente de Cuba, un ministro chavista y funcionarios de EE.UU.
En su primer día completo en la Casa Rosada, el presidente Alberto Fernández ejercitó ayer sus dotes de equilibrista en materia de política exterior. El contraste, por cierto, no pudo ser mayor: por la mañana, en la primera audiencia del día, recibió al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y poco después saludó a Jorge Rodríguez, ministro y representante del gobierno chavista de Nicolás Maduro. A primera hora de la tarde, quienes llegaron fueron los representantes del gobierno de Donald Trump.
En realidad, la principal cabeza de la delegación de los Estados Unidos, Mauricio Claver Carone, se fue anticipadamente del país, molesto porque lo habían ubicado en la ceremonia de jura cerca del ministro de Comunicación chavista, Jorge Rodríguez. La administración norteamericana tiene a Rodríguez en la mira como corresponsable de violaciones a los derechos humanos, denunciados en el informe de Naciones Unidas confeccionado por la expresidenta chilena Michelle Bachelet.
Minutos antes de las 9, impecable y de traje, rodeado por dos guardaespaldas, llegó el presidente cubano, Díaz-Canel, quien heredó el poder tras los mandatos de los hermanos Fidel y Raúl Castro. Debió esperar veinticinco minutos antes de su encuentro con Fernández.
La reunión, que duró poco más de una hora, llegó luego del encuentro previo de Díaz-Canel con el canciller Felipe Solá.
"Durante el encuentro, los jefes de Estado destacaron la importancia de incrementar el intercambio de remedios y alimentos, con especial énfasis en medicamentos genéricos destinados a los adultos mayores de nuestro país", afirmó el comunicado oficial. "Tenemos un compromiso de hermandad con Cuba", expresó el Presidente.
A la salida, Fernández evitó hacer comentarios adicionales sobre el cónclave y solo se quejó por la falta de aire acondicionado en el salón Eva Perón, donde se llevó a cabo el encuentro. Entre nuevos funcionarios que iban y venían, familiarizándose con sus flamantes despachos, pasó Rodríguez, el poderoso ministro de Comunicación de Venezuela, cuestionado por la administración Washington. Con bajo perfil, el venezolano se reunió con Fernández y Solá. También estuvo Marco Henriquez Ominami, el dirigente chileno cercano a Fernández. "Pasó a saludarlos a Alberto y a Felipe", confirmó una fuente oficial.
Minutos antes de las 14, y ya con Fernández de regreso del acto de asunción del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, llegó a la Casa Rosada la delegación norteamericana, encabezada por el subsecretario interino del Departamento de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kozak. Los recibió el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, quien recorrió con paso nervioso y celular en mano los pasillos del primer piso, mientras el Presidente se tomaba unos minutos para saludar a los empleados de la casa, en la oficina pegada al comedor. Finalmente se concretó el almuerzo en el Salón de los Científicos, que duró poco más de una hora, y del que participaron, por el Gobierno, el canciller Felipe Solá y Jorge Argüello, virtual próximo embajador en Washington. Junto a Kozak estuvieron el embajador en la Argentina, Edward Prado; el consejero político Chris Andino, y la asesora Mariju Bofill.
¿Qué se habló durante el encuentro? Según voceros del Gobierno, fue una reunión "positiva", y no se escucharon quejas por la invitación a Rodríguez. "¿Desde cuándo tenemos que pedir permiso para invitar o no a alguien?", desafiaron muy cerca del Presidente. La embajada norteamericana, en tanto, expresó a través de twitter que la reunión sirvió "para continuar trabajando en el fortalecimiento de la relación bilateral en temas de interés para ambos países y la región".
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