Alberto Fernández pasa Semana Santa en Chapadmalal y evita pronunciarse sobre la inseguridad en La Matanza
Fue con su familia para descansar el fin de semana largo; cierra así en silencio una semana en la que se bajó de dos actividades oficiales y que quedó marcada por la muerte de un chofer de colectivos y la agresión a Berni
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Alberto Fernández pasa la Semana Santa en la residencia oficial de Chapadmalal, junto a su mujer Fabiola Yáñez y el pequeño hijo de ambos, Francisco, que el próximo martes cumplirá un año. El viaje de descanso de Fernández se da tras una semana breve, pero agitada en la que el mandatario evitó las apariciones públicas salvo este miércoles en Chile, en el marco de una visita en la que se encontró con su par, Gabriel Boric. Para la que comienza, gran parte de la atención está puesta en el viernes 14 cuando se conocerá el índice de inflación de marzo, que ya se anticipa muy negativo para las aspiraciones del oficialismo.
Con dos cancelaciones seguidas en actos públicos y con agenda puertas adentro de su despacho, Fernández esquivó referirse al conflicto más caliente de la actualidad que comenzó en La Matanza, tras el crimen de un chofer de la línea 620 y el posterior ataque al ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, cuando llegó al lugar en el que compañeros de Daniel Barrientos estaban reclamando justicia.
En el atardecer de ese mismo día Fernández tenía previsto un acto también en la zona Oeste, junto al intendente de Ituzaingó, Alberto Descalzo, pero canceló su participación. Desde Casa Rosada argumentaron que era porque el pronóstico anunciaba lluvias. Sin embargo el acto se realizó pese a esos dichos, pero sin la presencia del mandatario.
Para el día siguiente Fernández se había anunciado en agenda un acto en el CCK junto a la ministra de Salud Carla Vizzotti, en el marco del Día del Donante de Médula Ósea, pero el mandatario también se bajó de allí y siguió el día a puertas cerradas.
En paralelo, en el interior de Casa Rosada se abonaba que la hipótesis de que el crimen de Barrientos no había sido un robo al voleo, sino que podía estar ligado a fines desestabilizadores. Una teoría que a los oídos presidenciales llegó vía el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, en la misma tarde del lunes negro en el que las imágenes que se vieron en el distrito más grande del conurbano bonaerense crisparon hasta a los ánimos más serenos de Balcarce 50.
“Hay gente que hace tres años que está esperando esto”, decían colaboradores del presidente en la sede de Gobierno. La teoría también servía para calmar la sensación de los que veían allí un cansancio y hartazgo ante una realidad dura que el gobierno busca maquillar pública y casi permanentemente.
Un escenario complicado con la provincia y el temor al número de la inflación
La hipótesis de posible un hecho armado que apenas con los primeros indicios de la investigación le fue informada al mandatario por su ministro marcó el único punto de encuentro entre Nación y Provincia, cuyo vínculo está prácticamente roto. El fondo de eso va más allá de los cruces, diferencias y chicanas entre Aníbal Fernández y Sergio Berni. Presidente y gobernador tienen roto el diálogo. Para interiorizarse de lo sucedido con Berni y solidarizarse, Fernández le pidió a su jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que se comunique con el gobernador. Fernández y Axel Kicillof ya no tienen diálogo.
La tensión escaló en las horas del martes en La Plata cuando se escucharon los rumores, que señalaban a la Casa Rosada como usina de la versión de que el presidente le había pedido al gobernador la renuncia de Berni. “Totalmente infundada la versión”, decían funcionarios de primera línea a LA NACION con despacho cerca del de Fernández. No obstante admitían el vínculo roto entre mandatario nacional y provincial.
En busca de dejar atrás esta semana, Fernández pasará las próximas horas en Chapadmalal. El escenario por delante tampoco será sencillo para el mandatario. El próximo viernes se conocerán los datos de la inflación del mes de marzo y las previsiones no son nada buenas. Mientras que algunos ya evalúan que la cifra puede terminar de dinamitar la posible candidatura de Sergio Massa, fuera de Casa Rosada están los que no tienen duda que el número también terminará de ser definitorio para definir la situación de Fernández.
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