Alberto Fernández mantiene a Martín Guzmán pese a las críticas y lo avala en su plan para aumentar tarifas
A horas del sellar el acuerdo con el Fondo, el Presidente descarta la posibilidad de cambiar al titular del Palacio de Hacienda; además, rechazó la segmentación de tarifas que realizó La Cámpora y prepara un esquema mixto con ingresos y propiedades
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Alberto Fernández admite que está ante un momento bisagra. Sabe que lo que ocurra en las próximas semanas sellará el futuro de su presidencia. Es en medio de este escenario de incertidumbre que el Presidente busca enviar algunas señales que transmitan confianza. La primera es que el inminente cierre de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) no definirá la suerte de Martín Guzmán: el ministro de Economía no se va.
No solo eso. No habrá una oxigenación en la primera línea de su equipo de trabajo, según confió una altísima fuente oficial. Lejos de las especulaciones, Guzmán se prepara para la etapa que comenzará tras el cierre del capítulo con el Fondo. Trabaja en su próximo objetivo desde hace meses en estricta reserva: conseguir plata. Dólares frescos.
Pese a los cuestionamientos internos –el problema más grave es que su palabra perdió respaldos dentro del Gobierno–, el ministro de Economía seguirá en su cargo. Para el Presidente el titular del Palacio de Hacienda es “valiosísimo”. Fernández suele repetir en privado que le dio “un escarbadientes y lo mandó a pelear”.
El Presidente le reconoce al economista algunos de los logros de su gestión, como el acuerdo con los bonistas privados. También espera concluir el capítulo FMI para avanzar sobre lo que, según advierte en charlas con sus allegados, serán buenas noticias para la Argentina en materia de financiamiento internacional.
Lo mismo ocurre con el jefe de Gabinete, Juan Manzur. “Todos los días me lo echan al tucumano”, bromeó el jefe del Estado en los últimos días al leer una noticia donde ponían en duda la continuidad del ministro coordinador. El gobernador tucumano en uso de licencia tampoco dejará la administración nacional.
Ambos, Guzmán y Manzur, fueron blancos de severos cuestionamientos dentro del oficialismo. Al discípulo del premio Nobel Joseph Stiglitz lo acusaron de ocultar información sensible sobre el entendimiento con el FMI. Eso hicieron saber Cristina Kirchner, su hijo Máximo, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. A ellos se sumaron en las últimas semanas voces desde el círculo de confianza de Alberto Fernández.
Lejos del internismo, el Presidente está abocado casi con exclusividad a la finalización de las conversaciones con el organismo multilateral de crédito y se prepara para lo que imagina será un debate caliente en el Congreso. Como adelantó LA NACION, el Fernández enviará al Parlamento el proyecto de ley con el acuerdo la próxima semana.
“La unidad tiene que estar por sobre todo”, resumen cerca del mandatario. Pero más allá de los discursos altisonantes que emanarán desde el Parlamento, está convencido que el proyecto de ley se aprobará.
En un juego de pinzas, habló con varios gobernadores que comprometieron su respaldo y abrió con La Cámpora un canal de diálogo que incluyó tres gestos: recompuso su relación con el ministro del Interior, Wado de Pedro; mantuvo un intercambio de mensajes con Máximo Kirchner, y cerró la semana junto a la titular del PAMI, Luana Volnovich, que quedó en el centro de la polémica tras su viaje al Caribe.
Así, busca encapsular el efecto que tuvo la renuncia del hijo de la vicepresidenta Cristina Kirchner a la jefatura del bloque oficialista en la Cámara de Diputados. Con la expresidenta hasta el viernes no había hablado. Su última conversación se produjo cuando el Presidente aterrizó en China, hace dos semanas.
TARIFAS E INFLACIÓN
Entre los principales problemas que deberá abordar tras el acuerdo se imponen dos: tarifas e inflación. De los dos temas el de los aumentos sobre los servicios públicos será un debate interno que dejará heridos. La pulseada es entre Guzmán y La Cámpora. Es decir, entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Hasta ahora siempre se impuso la voluntad de la vicepresidenta.
Cerca del Presidente advierten que no se aplicará la segmentación de tarifas que prepararon el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, y al interventor del Enargas, Federico Bernal, dos hombres clave del área energética que responden a Cristina Kirchner. Según lo que habían dejado trascender, en primera instancia, se centralizaba en unos 500.000 usuarios de área metropolitana –propiedades donde el metro cuadrado supere los US$3700–, que dejarán de pagar un abono subsidiado para afrontar el consumo total.
Pero el Presidente y Guzmán entendieron que esa fórmula genera inequidades. Ahora, se está evaluando un esquema que combine el valor de las propiedades y los ingresos. “Estamos avanzando”, asegura un funcionario de primera línea.
Se sostendrá, según el boceto preliminar al que accedió LA NACION, el subsidio total para los que reciben la tarifa social. Se trata del 35% de los usuarios, según fuentes oficiales. El 15% más pudiente del país pagarán la tarifa completa. Mientras que al otro 50% se le irán reduciendo el subsidio de acuerdo a la fórmula de ingresos y valor de las propiedades.
El alza de los precios, en tanto, especialmente en los alimentos, encendió las alarmas. Esta semana se conoció el dato de enero, 3,9%; la proyección de febrero es similar. En la Casa Rosada ya asumen que la inflación se mantendrá en los actuales niveles durante los próximos dos años. A lo sumo bajará un poco.
“Es la misma inflación que dejó [Mauricio] Macri”, explican con resignación cerca del jefe del Estado. En el acuerdo con el organismo multilateral de crédito habrá una mención sobre el asunto, aunque no se especificarán metas.
Si bien es un problema, la inflación también sirve a los planes de Guzmán. Es que entre los economistas advierten que, paradójicamente, la inflación ayudaría al titular del Palacio de Hacienda a tratar de cumplir las metas fiscales de un futuro acuerdo porque generaría una licuación del gasto.
Mientras tanto, el Presidente ya comenzó a bocetar lo que será su discurso el 1 de marzo ante la Asamblea Legislativa. Si bien hará mención al acuerdo con el FMI y al impacto de la pandemia, su objetivo es hablar del futuro. También decidió volver a las calles y los encuentros de cercanía, como hizo tras el golpe electoral. “Estar con gente lo energiza”, cuentan desde su entorno.
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