Alberto Fernández: confiado en ganar, define medidas y nombres para un gabinete
En los planes de Alberto Fernández y de sus colaboradores más cercanos no hay otra posibilidad que ganar las elecciones en primera vuelta. En privado, el candidato y su equipo de campaña pronostican una ampliación de la ventaja obtenida en las PASO y una victoria de entre 18 y 23 puntos de diferencia sobre Mauricio Macri.
Parado en el escenario que demarcan esas cifras, Fernández dedica cada vez más tiempo a planificar la etapa que se abrirá a partir de la noche del domingo, cuando se den a conocer los resultados finales. En su cabeza conviven preocupaciones por la eventual transición e ideas para poner en práctica a partir del 10 de diciembre. Delegar la conducción de las fuerzas de seguridad a un cuerpo colegiado presidido por un funcionario con acuerdo parlamentario es uno de los proyectos que más lo entusiasman.
El listado de las inquietudes más urgentes tiene la cara de Macri. "El Presidente es un irresponsable", levanta temperatura Fernández cuando se le pregunta por su adversario. Le reprocha los nombramientos y pases a planta permanente hechos en las últimas semanas; la vigencia del decreto de eliminación de IVA para los productos de la canasta básica, cuyo costo, después del fallo de la Corte Suprema, recae enteramente sobre la Nación, y la promesa de modificar a partir del 1° de enero el índice de actualización de los créditos UVA. "Hace promesas que después las tiene que cumplir el que venga. Me quiere condicionar", reniega.
Se inquieta también por el precio del dólar y el nivel de las reservas, una cifra que revisa todos los días. Sin haber definido todavía un equipo de transición, tiene decidido que, si gana las elecciones, exigirá designar a un integrante de su equipo para monitorear de cerca la tarea del Banco Central, desde el lunes hasta el 10 de diciembre. "No podemos permitir que se sigan fugando los dólares", argumenta. Se lo dirá a Macri si, como espera, el Presidente lo llama el domingo a la noche para felicitarlo. Solo entones iniciará el camino de una transición.
En el tránsito hasta el eventual traspaso de mando, el mayor desafío es la renegociación de la deuda con el FMI. El candidato del Frente de Todos intensificó los contactos con los acreedores privados para tenerlos como aliados en esa batalla. En simultáneo, tendió puentes con Washington, para mejorar las posibilidades de una reestructuración exitosa.
Sin embargo, su primer viaje al exterior como presidente electo podría no resultar del agrado de Donald Trump. Si gana, Fernández planea verse en México con Manuel López Obrador. "Puede ser una foto importante para la región", se entusiasma, mientras medita qué papel tendrá en la segunda cumbre del Grupo de Puebla, un foro de líderes progresistas, que llegará a Buenos Aires la segunda semana de noviembre.
Fernández asegura que ya definió el 90 por ciento de su eventual gabinete. Pero todavía no hizo el ofrecimiento formal a casi ninguno de los que parecen tener un lugar asegurado, como Santiago Cafiero (Jefatura de Gabinete), Felipe Solá (Cancillería), Eduardo "Wado" De Pedro (Interior), Matías Kulfas (Economía), María Eugenia Bielsa (Vivienda), Marcela Losardo (Justicia) y Daniel Arroyo (Desarrollo Social).
Aunque no trascendió el nombre también tiene elegidos a quienes ocuparían la AFIP y el Ministerio de Trabajo. En esta última cartera no pondrá un sindicalista, para evitar los recelos que podría generar entre los distintos sectores, sino que se inclinará por un dirigente de su entorno. Entre los lugares importantes que todavía quedan vacantes figura la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), órgano que se propone transparentar. Para la Procuración General, cargo que requiere del acuerdo del Senado, maneja tres opciones. "Tiene que ser alguien honesto, que no genere resistencia, otro ‘Bebe’ Righi", dijo a sus colaborares.
En el armado del eventual gabinete, Fernández tendrá muy en cuenta el respeto del equilibrio interno dentro del frente opositor, que reúne al PJ tradicional, al kirchnerismo y al massismo, entre otras fuerzas. "Va a tener presencia de todos los sectores. Nosotros sí vamos a hacer un gobierno de coalición", se entusiasma, cuando repasa mentalmente los nombres.
Otro casillero que resta definir es el de la presidencia del Consejo de Seguridad, el órgano que pretende crear Fernández para definir la política criminal y manejar las fuerzas de seguridad. Imagina un cuerpo colegiado dirigido por un funcionario designado con acuerdo del Senado, a propuesta del Poder Ejecutivo. Ese cuerpo reemplazaría al Ministerio de Seguridad y tendría representación de la oposición y de organismos de derechos humanos. "Es la única forma de diseñar una política de Estado. No podemos pasar de un extremo al otro cada dos años", dice el candidato.
La primera en conocer la lista completa será Cristina Kirchner. Él declaró que ella tendrá "cero injerencia" en el armado del gabinete, pero conversa con su compañera de fórmula todas las decisiones importantes. La vio por última vez el martes, antes de recibir en su casa al empresario Sebastián Eskenazi, del Grupo Petersen. Fernández sabe que el mantenimiento de la paz con Cristina es una condición para el éxito de su eventual gestión, al menos en el primer tramo. Elegir dirigentes que ella rechaza es como recalentar el motor antes de empezar a andar. Diego Bossio es uno de los que integra esa lista.
Otro gesto que servirá para medir los estados de ánimo dentro del Frente de Todos será la actitud que tome un eventual gobierno de Fernández frente al reclamo de auxilio financiero que, por anticipado, ya gestiona Axel Kicillof para la provincia de Buenos Aires. Cuidadoso del equilibrio con el resto de los gobernadores, el candidato a presidente se limita a decir que no es bueno que una provincia como Buenos Aires caiga en default. "Podría generar un efecto dominó", advierte.
Las urgencias de la agenda económica podrían postergar otro de los proyectos que Fernández tiene decidido enviar al Congreso: el de despenalización del aborto, que concibe como un paso en la dirección de la legalización. "Tenemos que terminar con la hipocresía", levanta el tono, y explica ante sus colaboradores que la despenalización que tiene en mente implicaría eliminar por completo el delito del Código Penal, tanto para la persona gestante como para el médico o cualquiera otra personal que practica la interrupción del embarazo.
Otras cuestiones menos importantes ocupan la cabeza del candidato. Sabe que debería ocupar la residencia de Olivos, pero se resiste a abandonar el departamento que habita en Puerto Madero, a pocas cuadras de la Casa Rosada. Solo el bienestar de un integrante de su familia lo empuja a mudarse a la quinta: el de su perro, Dylan.
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