Alberto Fernández ensaya una nueva dinámica y un rol más autónomo
Mientras espera acordar con el FMI, reconstruyó su círculo más íntimo y hace gestos con la mira en el kirchnerismo
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Las largas jornadas de trabajo en Casa Rosada pasaron a ser una rareza. Varios de sus viejos amigos dejaron de compartir su cotidianeidad, aunque mantengan cercanía e influencia. Los diálogos con Cristina y Máximo Kirchner se sostienen, aunque muchas decisiones ya sólo se “informan”, sin consulta previa.
Refugiado en la apacible tranquilidad de la quinta de Olivos, el presidente Alberto Fernández transita una nueva dinámica post derrota electoral. Con la “mesa chica” de siempre, el agregado de nuevos actores y la decisión de “hacer su propio camino” y tener “otra relación” con la vicepresidenta, según coinciden dos de sus hombres de confianza en lo más alto del poder.
“Obsesionado” por las variables económicas y decidido a acordar con el FMI “este mismo mes o en enero”, el Presidente luce, según varios miembros de su entorno, “más tranquilo” y “cómodo” con su nueva rutina, que de a poco deja de lado “pedir permiso” al sector que encabeza la vicepresidenta, aunque “con buenas formas y sin romper”, según agrega otro leal. “Lo de (Débora) Giorgi en otro momento no hubiera pasado, ahora pasó”, comenta uno de los ministros que sigue formando parte de la cotidianeidad, en relación a la demora de 52 días en el nombramiento de la funcionaria (pedida por el ultracristinista secretario de Comercio, Roberto Feletti), que terminó renunciando, cansada de esperar y en tensión con Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo y uno de los “funcionarios que no funcionan” según la visión de Cristina Kirchner.
El deliberado “congelamiento” a Giorgi y la decisión de concurrir a la reunión de la UIA (negada por la portavoz Gabriela Cerruti horas antes de concretarse) fueron parte del diálogo semanal con la mesa política, que integran los ministros Gabriel Katopodis (Obra Pública) y Juan Zabaleta (Desarrollo Social), además de los incondicionales Julio Vitobello (secretario general), Gustavo Beliz (Asuntos Estratégicos) y el silencioso jefe del virtualmente desaparecido Consejo de Asesores, Juan Manuel Olmos, cuya oficina en el primer piso de Balcarce 50 también suele estar vacía, con su ocupante (según comentan en la Casa Rosada) en Olivos. “Las últimas cosas que pidieron se les dijo amablemente que no”, relata un incondicional del Presidente en referencia al kirchnerismo duro, que acepta a regañadientes el eventual acuerdo con el FMI.
A los habitués del entorno presidencial se suman dos “ex” como el canciller Santiago Cafiero, que volvió a almorzar seguido con Fernández, y el ex secretario de Comunicación Juan Pablo Biondi, echado del Gobierno por presión de la vicepresidenta y que sostiene su cercanía con el primer mandatario. En las reuniones de cúpula, como el almuerzo del lunes en el despacho presidencial, también participa Jorge Ferraresi, ministro de Hábitat con raíces en el cristinismo y presente cada vez más cercano al Presidente.
“Juan XXIII también está sentado ahí”, puntualiza un alto funcionario en referencia a Juan Manzur, el hiperactivo jefe de gabinete que sostiene una relación oscilante con el Presidente. El mismo funcionario niega que el Presidente tenga “celos” o reparos con el tucumano, que nunca desmintió sus ambiciones presidenciales de cara a 2023. “Manzur juega para Alberto, es jefe de una tribu de gobernadores e intendentes que juega para él”, dice un funcionario que defiende la tarea del gobernador de Tucumán con licencia.
De todos modos, las sospechas palaciegas están a la orden del día. Según pudo saber este diario, a Manzur le habría “sorprendido” la elección de la secretaria de Relaciones Internacionales de Cancillería, Cecilia Todesca, como vocera de la reunión de gabinete económico, el miércoles pasado. “Ahí tiene que estar sentado el jefe de gabinete”, se escuchó decir cerca del jefe de gabinete, mientras la activa portavoz Cerruti (designada por el Presidente) se encargó personalmente de la comunicación oficial de ese cónclave de ministros, del que también participó Fernández luego de dos meses de ausencia. “Manzur ganó ahí nomás en Tucumán, en el peronismo lo que cuentan son los votos”, desliza otro ex funcionario en relación al jefe de gabinete, quien sin enojo aparente sostiene tanto su ritmo de trabajo escuchando a “heridos” de la elección pasada, como gobernadores, intendentes y dirigentes peronistas de distintos ámbitos.
Gestos
Manzur ha repetido, en las últimas semanas, algunos gestos de acercamiento al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, invitándolo a compartir las reuniones con los gobernadores. “Lo invita, pero tiene que ir al despacho de Manzur”, puntualizan con picardía desde otro despacho equidistante del de ambos. La renuncia presentada (y no aceptada) por De Pedro en las agitadas horas que siguieron a la derrota oficialista en las PASO parece seguir dejando huellas. Una alta fuente no cristinista asegura que en la mesa chica “llamó la atención” que el presupuesto anual de Interior esté “subejecutado en un 50 por ciento” mientras “los funcionarios que no funcionan son todos cercanos a Alberto”, se desahogó el referente.
Más allá de los roces internos, en el círculo que rodea al Presidente transmiten optimismo. “Si logra acordar con el FMI, que pinta bien, después vienen las vacaciones y pasamos un verano tranquilo. En marzo empieza la Argentina real”, resumía otro albertista influyente con una mezcla de ilusión y pragmatismo.