Alberto Fernández, en el debate: a la defensiva frente a las críticas, apuntó a la pobreza y al hambre
A diferencia del primer debate, cuando atacó a gusto a Mauricio Macri, Alberto Fernández se encontró anoche con un contrincante que le respondió golpe por golpe.
Ya desde las presentaciones se planteó un duelo personal entre el Presidente y el principal aspirante a sucederlo. Fernández personalizó en Macri y lo tildó de mentiroso y de dictar normas para favorecer a sus familiares con el blanqueo de capitales.
Buscó dejar en claro que estaba dispuesto a soportar la parada. Cuando Macri le contestaba mirando hacia el frente, hacia la audiencia, Fernández se daba vuelta y lo miraba a la cara, como para incomodarlo.
Macri fue a fondo cuando le reprochó a Fernández estar del lado de los delincuentes, mafias y barrabravas, y puso en su cuenta el descontrol en la importación de efedrina. Hasta lo conectó con el terrorismo al acusar al kirchnerismo de encubrir a Hezbollah, responsable del ataque a la AMIA. Para estas embestidas, Fernández no tuvo respuesta.
Lo mismo buscó cuando le reprochó su silencio ante la corrupción del kirchnerismo. Fernández se removía incómodo en su silla y cuando le respondió eligió atacar en lugar de defenderse: "¿No vio lo que pasaba en su familia? Después nos contó cuando su padre murió que su padre era el responsable. Hablemos en serio, no me va a correr", le dijo.
Macri estalló y tras el escenario lo increpó en privado, al punto de que la conversación subió de tono y los colaboradores de ambos temieron que pasara a mayores. Fue después de la primera pausa. Cuando retornaron al escenario, ambos llegaron recargados con más acusaciones cruzadas.
Fernández no defendió al kirchnerismo de las acusaciones. Nada dijo de los procesamientos de Cristina Kirchner que le recordaron los otros candidatos. Incluso se olvidó de las palabras cuando trató hablar de los "conflictos de intereses" en el Gobierno. Logró, eso sí, que también Macri eligiera el silencio frente a las acusaciones de beneficiar a sus familiares con el blanqueo, la compraventa de parques eólicos o la deuda del Correo.
Fernández se mostró más sereno y más efectivo, en cambio, cuando cuestionó la pobreza, el hambre y el desempleo. La defensa de Macri fue el sinceramiento de las estadísticas que se apagaron durante el kirchnerismo, con la intervención del Indec mientras Fernández era el jefe de Gabinete.
Los cruces entre ambos apenas si dejaron lugar para las propuestas. Fernández lanzó la idea de crear un Ministerio de Vivienda y reflotó su iniciativa contra el hambre. Destacó que, como en 2003, junto a Néstor Kirchner, "otra vez" sacará al país "de la crisis".
Sus colaboradores destacaron que, en sus ataques, los otros candidatos ubicaron a Fernández como presidente electo. Otros admitieron que las segundas partes nunca fueron buenas, en alusión a que, si en el primer debate Fernández se había impuesto sobre Macri a merced de golpes y chicanas, esta vez recibió golpe por golpe y, cuando dejó el ring, ni él ni Macri pudieron proclamarse ganadores de la contienda.
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