Alberto Fernández eligió el peor momento para fundar el albertismo
El Presidente procrastinó y decidió romper con Cristina Kirchner ahora, cuando no tiene dólares y con una inflación que camina hacia el 100%
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Maquiavelo enseñó que uno de los factores del éxito político es la fortuna. No se refería a la suerte, que tiene que ver con el azar. Para él, “fortuna” estaba más cerca del sentido de la oportunidad. La sensibilidad para relacionarse con el tiempo, que es uno de los grandes misterios de la política. Alberto Fernández decidió que llegó el momento de romper con quien fuera su impulsora, Cristina Kirchner. Podría haberlo hecho, como aconsejaba Maquiavelo, apenas llegó a la Casa Rosada. Tuvo otra oportunidad en la cúspide de su popularidad, durante la pandemia. La derrota en las primarias, cuando renunciaron los funcionarios de La Cámpora, pudo haber sido otro momento. O cuando la vicepresidenta lideró el rechazo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, qué el había celebrado. Pero Fernández procrastinó también para resolver esta tensión. Pensó que que ahora, sin dólares y con una inflación que camina hacia el 100%, era el momento en que la creatura debía sublevarse contra la creadora.
El método elegido fue la designación de tres funcionarias: Victoria Tolosa Paz, en el Ministerio de Desarrollo Social; Ayelén Mazzina, en el de Mujeres, Género y Diversidad; y Raquel Kismer de Olmos, en el de Trabajo. Fernández las nombró sin consultar con Cristina Kirchner. Y quiso que se supiera que no lo había hecho.
Sobre el alineamiento de Tolosa Paz con el Presidente no existe duda alguna. La última vez que él la postuló para un cargo, el de primera candidata a diputada por Buenos Aires, también fue contra la opinión de la vicepresidenta, que prefería a Santiago Cafiero. Tolosa reemplaza a Juan Zabaleta, que vuelve a Hurlingham para enfrentarse con La Cámpora. Un militante de esa organización, Damián Selci, reemplazó a Zabaleta al frente del municipio cuando él se convirtió en ministro. A Selci lo llaman, con cariño, Jaldo: es por la comparación con el vicegobernador de Tucumán, que se apropió de los resortes cruciales de la provincia cuando Juan Manzur le prestó la silla. Es inevitable que en Hurlingham haya primarias. El año pasado se pudieron evitar por una solicitud del Presidente a Máximo Kirchner. Imposible repetir ese pedido: el Presidente y Kirchner no se hablan.
Con Tolosa se frustraron las ensoñaciones de Ariel Sujarchuk, el exintendente de Escobar a quien Sergio Massa desplazó del control de la hidrovía, por razones misteriosas, antes de viajar a los Estados Unidos. Demasiado ecuménico Sujarchuk para este nuevo Presidente. Tolosa tiene experiencia en el área de la acción social, donde se inició bajo el amparo de “Chiche” Duhalde y su alter ego, “Chichi” Doga. Se alineó con la Casa Rosada de la mano de su esposo, Enrique “Pepe” Albistur, un filántropo que provee soluciones habitacionales a su amigo el Presidente. Tolosa soñó en 2019 con ser intendenta de La Plata, aliada a otro vecino de la ciudad, Emilio Pérsico, del Movimiento Evita. Los dos se enfrentaron con La Cámpora, que apoyaba a Florencia Saintout. Ahora la ministra deberá hacer equilibrio entre ambas agrupaciones, que conviven en su ministerio.
Mazzina llega desde el territorio Huarpe, Comechingón y Ranquel, que es la nueva denominación de la provincia de San Luis. La patrocina Alberto Rodríguez Saa. “El Alberto” está obligado a alinearse con la Casa Rosada. “El Adolfo”, su hermano, está cada vez más cerca de la señora de Kirchner. Ambos están trenzados en una pelea que parece irreconciliable.
Mazzina se convirtió en ministra porque Elizabeth Gómez Alcorta renunció en protesta por la represión a las mujeres mapuches de Villa Mascardi, a cargo de una fuerza conjunta destacada allí por Aníbal Fernández. La “machi” Eli recibió un respaldo a destiempo de quien ya no era su “lonko”. El Presidente viajó a Neuquén y se reunió con la comunidad que había sido reprimida. En tácita defensa del ministro de Seguridad salió el radical Gerardo Morales, exigiendo el castigo para los revoltosos: “Si estuviera en su lugar los metería presos”, dijo Morales, quien insiste en buscar alguna combinación interna con Patricia Bullrich. Morales y Gómez Alcorta se llevan como los Rodríguez Saá. ¿Motivo? Milagro Sala.
La salida de Gómez Alcorta fue acelerada. Desde la oficina de la vocera Gabriela Cerruti se divulgó un comunicado inmediato a la renuncia, informando que le había sido aceptada. “Ni llegué a hablar con Alberto”, explicó la dimitente ante una amiga. Llamó la atención la celeridad, porque al menos hasta el martes esa aceptación no había aparecido en el Boletín Oficial. Malpensados del Instituto Patria especularon con que esa velocidad en el anuncio hacía juego con otra información: Alberto Fernández comentó a un par de íntimos que “Gabriela quiere ser”. Pero no pudo ser. ¿Dificultades para conseguir respaldo en organizaciones LGTBIQA+? Era anteayer la versión de “el Patria”.
En el entorno de Cristina Kirchner consideraron que la sucesora natural de la ministra debía ser su segunda, María Cristina Perceval, “Marita”. No lo sugirieron. Pero lo esperaban. Sobre todo algunas senadoras. Pero el Presidente rechazó esa opción por una razón inédita: Perceval podía confundirse como el resultado de un entendimiento con la vicepresidenta. Y él estaba empecinado en que las designaciones se vieran como una señal inequívoca de su autonomía. Tal vez a la candidata le jugó en contra no haber asistido a la reunión de funcionarios alineados con Alberto Fernández que organizó hace ya algún tiempo en Rosario Agustín Rossi. “El Chivo” es implacable al pasar lista. Pero son conjeturas del ultrakirchnerismo. Ahora habrá que ver si Perceval se siente cómoda como segunda de Mazzina.
El afán de independencia del Presidente modeló también la sucesión del ministro de Trabajo. Se fue Claudio Moroni, por comprensibles razones personales, y llegó “Kelly” Olmos, de la mano de su homónimo, Juan Manuel Olmos. Descartados Mariano Recalde y su amigo Gustavo Ciampa. La tardía rebeldía de Fernández, convertido en una especie de “Profesor Hippie” salido de una película de Sandrini, llevó también a una ruptura con la CGT. Desde que se decidió la salida de Moroni la Casa Rosada comenzó a analizar la sucesión con los sindicalistas tradicionales. Ellos habían llegado a un consenso alrededor de Marta Pujadas, una laboralista con experiencia internacional, cercana a Gerardo Martínez. El argumento que se ofreció a los gremialistas sobre la negativa a completar el acuerdo fue insólita: “No podemos enemistarnos con los Moyano”. Desde la CGT contestaron con una pregunta casi risueña: “¿Te animás con Cristina y no te animás con Moyano?”. Suena sensato. En especial porque Pablo Moyano no interpretó la gentileza y convocó a una movilización de protesta en Plaza de Mayo. Lo peor que le puede ocurrir a un presidente peronista. Lealtad a la Moyano.
Esta crepuscular convocatoria a constituir el “albertismo” tiene como punto de fuga la candidatura del Presidente a la reelección. La justificación más convincente la ofreció el analista político Ariel Tarico, interpretando al interesado: “Voy a ser yo el candidato porque ¿adónde van a encontrar a otro dispuesto a defender el desastre que hemos hecho?”. Ojalá tenga un mínimo de éxito. Porque cabe esta pregunta: ¿qué sucedería si después de un plazo razonable, por ejemplo, en marzo, Fernández debe abandonar la carrera porque las encuestas le siguen mostrando el pulgar hacia abajo? ¿Qué profundidad tendría la crisis?
El kirchnerismo ultra guardó silencio frente a la posición desafiante del Presidente. La Cámpora habló, otra vez, por la voz de Andrés Larroque, “El Cuervo”: manifestó el malestar del grupo no porque no hayan consultado a la señora de Kirchner sino porque dejaron trascender el ninguneo. Sin embargo, como aconsejaba Néstor Kirchner, es mejor mirar qué hacen antes de qué dicen. El PJ bonaerense, con Máximo Kirchner a la cabeza, decidió ayer movilizarse a Plaza de Mayo, sumándose a Moyano. Los intendentes del conurbano adhirieron a la manifestación.
En la reunión en la que se decidió ese movimiento hubo otro debate relevante: por primera vez los caudillejos del Gran Buenos Aires y La Cámpora fijaron una posición formal a favor de suspender las PASO. Entre los gobernadores peronistas predomina esa estrategia. Con ellos habla Eduardo “Wado” De Pedro, quien sigue siendo ministro del Interior de un gobierno ajeno. Varios de esos jefes provinciales le hicieron saber a De Pedro que, si no hubiera primarias, convocarían a sus comicios provinciales junto con los nacionales. Una ventaja enorme para quien encarne la candidatura peronista. Cristina Kirchner tomó nota. Ella no sabe si será candidata. Tampoco sabe si no lo será.
No hace falta aclarar la importancia que tiene la eliminación de estas elecciones para la disputa sucesoria. A Fernández lo deja sin campo de batalla. Y a Juntos por el Cambio le provoca un daño enorme. Además de dejarlo sin una regla clara para dirimir candidaturas, desalienta el voto útil: uno de los efectos de las PASO es que, como adelantan la performance general de cada candidato, inducen a una polarización en la primera vuelta que beneficia a las agrupaciones dominantes. Ahora viene la etapa del punteo en la Cámara de Diputados para ver si están los votos que requiere la suspensión.
El PJ bonaerense, los Moyano, también la CTA, irán a la Plaza de Mayo. Ayer Hugo Yasky dijo que le pediría a Víctor Santa María que movilice al PJ Capital. Inesperado desdén por Mariano Recalde, que es el presidente del distrito.
El ingreso del Frente de Todos en un campo de batalla despiadado promete varias víctimas. Massa está entre las primeras. Si Fernández insiste en constituir su propio proyecto de poder, el kirchnerismo boicoteará todas sus medidas. Aunque las proponga Massa. El ministro de Economía está dolido. Miguel Pesce dio de baja el “dólar soja” sin consulta previa. La vicepresidenta le indicó vía Twitter que debería intervenir sobre los precios de los alimentos. Máximo Kirchner lamentó que hayan puesto al país de rodillas frente al campo. Es muy probable que Alberto Fernández haya tomado impulso contra Cristina Kirchner cuando constató que la alianza entre ella y Massa se había deteriorado. El teorema de Nosiglia: los pactos son de dos; entre tres son imposibles.
Las consecuencias inmediatas de la conflagración pueden aparecer en el presupuesto. Juntos por el Cambio lo va a votar. ¿La Cámpora también? ¿Y los senadores y senadoras de la vicepresidenta? Es posible que haya cambios relevantes. Por ejemplo, que se eliminen exenciones impositivas para el sector agropecuario. O que no se respete la pauta fiscal pactada con el Fondo.
Para Massa sería un inconveniente. Pero para Kristalina Georgieva sería un papelón. Muchos economistas entienden que el resultado de la segunda revisión del programa es escandaloso. Alfonso Prat-Gay lo señaló ayer en Twitter. Como consta en la tabla publicada en la página 38 de su Staff Report, el Fondo consigna que 2021 cerró con un déficit de 1,9% del PBI, descontados los gastos por Covid. Para este año admite que el gobierno peronista cierre el ejercicio con un déficit, también extraCovid, de 2,2%. Que, en rigor, es 2,5%, debido a que, apartándose de sus propios parámetros, permite que ingresos por emisión de deuda actualizada por CER sean tomados como si fueran recaudación impositiva. Quiere decir que, en vez de una reducción, se verifica un aumento del déficit de 0,6%. Aun cuando, como el mismo Staff Report expresa, habrá un ajuste sobre las jubilaciones.
El Fondo proyecta para el año electoral un déficit extraCovid de 1,9%, igual al de 2021. El ajuste recién comenzará con el próximo gobierno, al que se le exige que parta de ese déficit de 1,9% para llegar en 2027 a un superávit de 1,3%. Es decir, Kristalina Georgieva libera a Fernández de cualquier exigencia fiscal y pone contra las cuerdas al que lo suceda, exigiéndole un ajuste de 3,2% del PBI. Como el fallecido cardenal Sodano afirmó sobre el derecho, para Georgieva “los programas son un acordeón”.
Massa no es el único herido por el fuego cruzado del Frente de Todos. Jorge Taiana es otro gran inválido de guerra. Envió una lista de oficiales para convalidar su ascenso en el Senado. Tuvo el aval del Presidente, comandante de las Fuerzas Armadas, que refrendó su firma. La comisión de Acuerdos del Senado, que trabaja bajo la estricta vigilancia de la vicepresidenta, aprobó los pliegos en paquete. Pero cuando se especificó la lista de promovidos, se advirtió que la presidenta de la Comisión, Anabel Fernández Sagasti, había eliminado a nueve militares. Frente a una situación similar producida por Juan Domingo Perón en 1974, el general Jorge Carcagno, que era comandante del Ejército, pidió el pase a retiro. Era un oficial prestigioso, que había disuelto el Cordobazo sin disparar un solo tiro. Bajo el gobierno de Carlos Menem, con la misma dignidad, Vicente Massot presentó su renuncia cuando le rechazaron el ascenso de dos marinos. Taiana está en problemas.
Las concentraciones por el Día de la Lealtad se multiplican. La CGT celebra en Obras Sanitarias. El Evita en La Matanza, donde postula a la esposa de Pérsico como intendenta. El PJ bonaerense, los Moyano y la CTA, caminarán hacia Plaza de Mayo. Alberto Fernández no tiene dónde ir. Massa, en cambio, planea estar un rato en cada acto. El Presidente había previsto un encuentro en Tucumán. Un misterioso homenaje al contraalmirante Enrique García, interventor de la dictadura del ‘43 cuando se produjo el 17 de Octubre, y más tarde ministro de Perón. Esta soledad hace pensar en el consejo de Maquiavelo. Alberto Fernández desafía a la fortuna. Eligió el peor momento para fundar el albertismo.
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