Alberto Fernández, de Cristina a Kristalina
El candidato opositor envía señales de moderación a los mercados y al FMI, con el que deberá tratar si llega a la presidencia; también el Gobierno tomó nota de las urgencias
Cualquiera que sea el ganador en octubre, el flujo de dinero del FMI hacia la Argentina disminuirá dramáticamente el año próximo. La certeza del cronograma de préstamos y el trasfondo de una economía quebradiza moldearon con el rigor de la realidad las últimas horas de la política argentina.
El paroxismo de moderación que mostró el candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, en el evento "Democracia y Desarrollo", del Grupo Clarín, se convirtió en la muestra ejemplar del pragmatismo que impone el contexto: garantías de pago de la deuda, diferenciación con la política comercial de Guillermo Moreno, propuestas de una relación "cortés" con Donald Trump, abandono de la polémica con Jair Bolsonaro, críticas a la intervención del Indec; una tras otra, las principales definiciones de Fernández, mientras aludía con un familiar "Héctor" a Magneto, el CEO de Clarín, se hornearon al calor de las necesidades del momento.
"La moderación es precisa para atraer a parte de los cuatro millones de argentinos que no votaron ni a Alberto ni a Macri, porque tenemos que superar el 50% en octubre para poder sentarnos con el Fondo a negociar con fortaleza", tradujo un aliado del ganador de las primarias. Mientras su candidato subraya diferencias, Cristina Kirchner mantiene un silencio táctico.
Alberto Fernández convenció a dos millones de votantes que se habían ido a otras fuerzas volver a votar al kirchnerismo. Si la elección de octubre lo confirma como ganador, Fernández deberá convencer a la búlgara Kristalina Georgieva, la economista que se encamina a presidir el FMI, y al resto de los poderes mundiales que autorizaron un préstamo récord de 56.300 millones de dólares, de que la metamorfosis que muestra el candidato con respecto a las políticas de su compañera de fórmula también tendrán un correlato en la relación de la Argentina con el mundo.
La afición por la guitarra que arrastra Kristalina Georgieva de sus años de estudiante en la Universidad de Sofía, y que todavía practica a los 65 años, aparece como la única coincidencia indiscutible con el candidato peronista. El resto son todavía enigmas en el horizonte.
Frente a la flaqueza que exhibe la economía, la renegociación del acuerdo lentamente se asienta como un futuro inevitable. Mauricio Macri cimentó el apoyo del FMI gracias a la alianza que entrelazó con Estados Unidos y los principales países europeos, y sobre los fundamentos de compartir posiciones comunes en materia geopolítica, como el rechazo al régimen de Venezuela, la condena a Irán y la promoción de la apertura de los mercados. Son justamente tres ejes donde Fernández de Kirchner eligió caminos opuestos. Tal vez sea una pesada herencia que el candidato no puede lamentar públicamente.
Los exembajadores Jorge Arguello y Carlos Bettini trabajan por estas horas para revertir los resquemores del mundo hacia el kirchnerismo. Apelan a la preeminencia final de realismo. "No hay que olvidar que Trump vendía departamentos", ejemplifica un negociador con la esperanza de que finalmente se imponga el pragmatismo. Ya hubo contactos con autoridades de los Estados Unidos. Pero por ahora se dedican a escuchar.
El anagrama que lleva de Cristina a Kristalina también obsesiona al Gobierno. La estabilidad de los mercados no alcanza para ganar una elección, pero es condición necesaria para estar en condiciones de competir. El primer interrogante es la confirmación del desembolso por US$5400 millones que el FMI preveía girar en septiembre.
La Casa Rosada pasó las últimas semanas de la conmoción motivada por el resultado de las primarias a la reacción. Pero las prioridades que mostraron los diferentes sectores en el interior del oficialismo exhibieron diferencias sobre el diagnóstico. En el flanco del pragmatismo, donde se destacan figuras como el ministro Rogelio Frigerio, se antepuso la urgencia de calmar la confrontación y aplacar las aguas financieras antes que retomar la campaña, con el convencimiento de que, por el nivel de la crisis, la victoria posible era volverse a subir al ring antes que volver a lanzar golpes al adversario. "Primero tenemos que llegar", advierten inclementes.
Esa convicción sobre las urgencias del momento construyó el puente que permitió las dos charlas telefónicas entre Macri y Fernández, y que tuvieron como correlato el apaciguamiento de la inestabilidad en los últimos días de la semana. A Frigerio, su diálogo con el peronismo le valió que Elisa Carrió lo tomara como nuevo blanco y le achacara un favoritismo especial hacia los gobernadores que, a su entender, debilitó a los candidatos propios en las provincias.
"No se pudo bajar antes Ganancias por la resistencia de los gobernadores", sentenció Carrió. Para la líder de la Coalición Cívica la reunión del domingo pasado en la quinta de Olivos fue determinante para reconstruir el respaldo a la figura presidencial y retomar el camino a octubre tras la conmoción inicial. "Algunos quisieron demasiado pronto transformarse en conductores de la transición", condenó Carrió.
Los diagnósticos difieren. Pero cualquiera que sea el caso, nadie es capaz de negar que el muro que debe escalar el oficialismo para recuperar terreno electoral se levantó con los escombros del desengaño económico. La campaña macrista está obligada a trajinar ahora la aridez de atemperar el malestar de la recesión.
A un ministro de María Eugenia Vidal, las primeras horas posteriores a la elección, le trajeron a la memoria un libro con consejos para educar a los hijos que había comprado cuando fue padre por primera vez. El manual recomendaba nunca reaccionar movido por el enojo. Fue justamente lo contrario a la reacción presidencial en el momento posterior al triunfo de Fernández en las primarias. La templanza de aquellos consejos puede ser útil para estos tiempos de zozobra.
Temas
Más leídas de Política
"No entendimos nada". Pablo Moyano rompió el silencio tras su renuncia a la CGT y envió un mensaje al PJ
Nuevo giro en la ONU. La Argentina condenó la violencia contra mujeres y niños, 11 días después de haber votado lo contrario
"Zurdos, corruptos, degenerados". Rodríguez Larreta publicó una carta abierta a Milei en la que cuestiona su “violencia discursiva”