Alberto Fernández cumple 100 días en la Celac, que sigue sin condenar la invasión rusa a Ucrania
La falta de consenso torna imposible una postura común, aunque sí se logró una red consular de asistencia para la salida de Ucrania; desde el Gobierno niegan querer antagonizar con la OEA
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Aquel pasado 7 de enero, los sueños de “liderazgo regional” de Alberto Fernández se potenciaban con una votación unánime. Ese día, y vencida la resistencia de la Nicaragua de Daniel Ortega, el plenario de cancilleres de 32 países ungía al país como nuevo titular de la Celac, el organismo fundado por el fallecido Hugo Chávez que funcionó históricamente como escenario para posturas contrapuestas a la OEA y los Estados Unidos.
Cien días después de aquella asunción, y tal como lo hizo durante más de dos años en la Casa Rosada, el Presidente sigue haciendo equilibrio en un conglomerado con serias divergencias ideológicas y políticas, que se pusieron de manifiesto apenas comenzó la invasión de la Rusia de Vladimir Putin a Ucrania. Sin postura ni declaración unificada en ese tema central, y con Brasil fuera del organismo por decisión propia, la Celac optó por una postura “solidaria” con logros tangibles en lo humanitario a la vez evitó un conflicto abierto entre países que condenaron a Putin y otros, como Venezuela, Cuba y Nicaragua, que sostienen su alianza con el presidente ruso.
“A través de la Celac, el Presidente articuló el diálogo con la región. El Presidente habla con todos desde un lugar razonable de articulación”, afirmó a LA NACION Gustavo Martínez Pandiani, subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la cancillería y encargado oficial de la Celac en el Gobierno. Pandiani destaca como ejemplo de que “todos los países valen igual” el viaje del Presidente a Barbados luego de su paso por Rusia y China, en febrero pasado. Recuerda que junto a México y Brasil puso en marcha una red consular de asistencia que permitió a ciudadanos de los países miembros salir de Ucrania. Y agrega que la Argentina fue proveedora de vacunas a países del Caribe, varios de los cuales desistieron poco más tarde de apoyar la candidatura de San Vicente y las Granadinas, sostenida por Nicolás Maduro y el propio Ortega en un momento álgido del vínculo de ambos con Balcarce 50, en septiembre pasado.
Cercano al titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, Martínez Pandiani niega la existencia de sectores prorusos en la Cancillería, aunque se lo mencionaba con eventual sucesor del vicecanciller Pablo Tettamanti (exembajador en Moscú) luego del vacilante primer comunicado de repudio a la invasión rusa, luego corregida por el canciller Santiago Cafiero en su discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. “No hay prorusos, ni proyankees, ni prochinos. Somos todos proargentinos. Y las decisiones las toma el Presidente”, afirmó el funcionario.
En relación a las violaciones a los derechos humanos en la tríada Caracas-La Habana-Managua, desde la Cancillería sostienen el principio de no injerencia “en las identidades de cada país y la elección de sus sistemas políticos”. Y aclaran que “el lugar para condenar esas violaciones es Ginebra y lo hicimos”, dejando en claro que la OEA, donde Estados Unidos tiene gran influencia, “no es el espacio más indicado” para hacerlo. Precisamente en Ginebra se dio el jueves pasado una foto curiosa y muy criticada por la oposición: el actual presidente del Consejo de Derechos Humanos, el embajador argentino Federico Villegas, se fotografió sonriente con los embajadores de Rusia, Venezuela y Afganistán, entre otros, con referencias al “multilateralismo”. Desde la Cancillería justificaron el gesto aclarando que Villegas debe hablar con los representantes del Kremlin para obtener permisos para investigar in situ lo que ocurre en territorio ruso.
Volviendo a la Celac, desde la presidencia argentina insisten en que se están cumpliendo un ambicioso programa con cinco ejes: la recuperación productivo pospandemia, ciencia e innovación, cooperación ambiental, cultura y educación, y ampliar los acuerdos externos existentes hoy reducidos a China y la UE. “No estamos contra la OEA, sí queremos ampliar las funciones de la Celac y potenciarla”, completa Martínez Pandiani.
La actividad de la Celac excluye a Brasil, el gigante sudamericano y principal socio comercial de la Argentina. Más allá de la “puerta abierta” que el Gobierno deja de manera retórica, la negativa de Jair Bolsonaro a integrar la comunidad habla a las claras de las diferencias ideológicas que hoy lo separan de la Casa Rosada. El frío y estancado presente del Mercosur, que tampoco condenó en bloque la invasión a Ucrania, es una muestra de ello.
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