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Esto es una vergüenza y no da para más. Hace casi un mes que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner no se hablan. Se ignoran, en el medio de la crisis más grave de la Argentina.
Él no la puede terminar de contener, pero no rompe la alianza porque tiene miedo de que el Gobierno y el país exploten por el aire. A ella, en cambio, no le importa nada. Solo que le garanticen su impunidad y acumular mucho poder y dinero para las elecciones del año que viene. Ante este escenario, cada vez que se pelean, Cristina avanza varios casilleros, mientras que el Presidente retrocede y pierde más poder.
Ella acaba de poner a Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda sospechado de corrupción, a manejar una caja multimillonaria, como es la construcción de viviendas con dinero del Estado. Cercano a José López, acusado de quedarse con la plata de la comida de los chicos para las escuelas, Ferraresi sostiene que tanto Julio De Vido como Amado Boudou son presos políticos.
Además, es el segundo responsable del Instituto Patria y, la última vez que juró como intendente, lo hizo en un acto vergonzoso en el que se usó a niños para idolatrar a políticos sospechados de corrupción, incluido él mismo.
Para ungir a Ferraresi, el Presidente tuvo que echar a María Eugenia Bielsa, una funcionaria honesta que no ejecutaba el presupuesto en tiempo y forma porque no le dejaban poner a quien le cuidara la firma. La hermana de Marcelo Bielsa cometió dos pecados. Uno: reconoció que durante el kirchnerismo se había robado. Y dos: reveló que no había aceptado ser candidata a gobernadora en 2015 porque Cristina le puso condiciones que le resultaron inaceptables.
Pero mientras Alberto y Cristina se ignoran, el barco en el que estamos todos se hunde todos los días un poco más. Desde que el cuarto gobierno kirchnerista asumió:
- Hay cinco millones de nuevos pobres
- Se recortaron los haberes jubilatorios, en promedio, más de un 20%
- Se fueron 30 grandes empresas del país
- Quebraron o cerraron entre 200 y 300 mil pequeñas y medianas empresas
- Cerca de cuatro millones de personas perdieron el empleo
- Se emitieron más de dos billones de pesos que siguen empujando a la inflación
- Se liberaron, con el argumento de la pandemia, entre 3.000 y 4.500 presos
- Y nos convertimos en uno de los países con más contagiados y muertos por millón de habitantes por Covid-19
Al mismo tiempo, Cristina -como si no tuviera la más mínima responsabilidad- acaba de meter mano en el presupuesto para ayudar a sus empresarios amigos. Como explicó Joaquín Morales Solá en LA NACION, los nuevos impuestos benefician a sectores del gobierno que controla Sergio Massa, como Transporte, y también a personas cercanas a ella. ¿Quiénes? Los dueños del juego made in Argentina, como Cristóbal López, quien pagará 50% menos de impuestos que los "bingueros" extranjeros; y los fabricantes nacionales de productos tecnológicos que se ensamblan en Tierra del Fuego, quienes pagarán el 11% menos de impuestos, si se los compara con los importados.
Mientras tanto, Cristina le hará pagar al Presidente los costos del ajuste para todos y todas. Hay tres categorías de ajuste. En primer lugar, está el ajuste VIP o premium, con el impuesto a las grandes fortunas. Máximo Kirchner es una de las personas que debería pagarlo dado que acumula más de $200 millones. Con esta medida esperan recaudar cerca de $400 mil millones de pesos. Dicen que es por única vez, pero nunca hubo en la Argentina un impuesto por única vez.
El segundo ajuste es el ajuste médium, que incide sobre la clase media y con el que podrían llegar a recaudar $13 mil millones más. Incluye: impuestos internos para productos electrónicos (pagarán el 6.5% los nacionales y el 17% los importados); primas del seguro automotor (0.5%); primas para las pólizas (3.000%); apuestas online (el 5% para las nacionales y el doble para las empresas de juego extranjeras); y el incentivo docente (alcanza el 1% de los valores gravados).
El tercero, y más brutal, es el ajuste nacional y popular, que es parecido al que intentó realizar Mauricio Macri y le costó la elección. Incluye: la fórmula de ajuste de las jubilaciones según el índice de recaudación de evolución de los salarios y no de la inflación real; un aumento de tarifas para reducir los subsidios al consumo; la eliminación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y del programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) que recibían las empresas con dificultades. El IFE cubría a 9 millones de personas y el programa ATP a medio millón de trabajadores.
Por el 0.1% de esto, a Macri o a cualquier presidente no peronista lo hubieran cascoteado hasta voltearlo, con pandemia o sin pandemia. Pero el combate de fondo entre Alberto y Cristina tiene que ver con el procurador: a quién va a responder el futuro jefe de todos los fiscales. Es decir: quién lo va a poder usar para la impunidad y la venganza. Aunque parezca mentira, Cristina tiene miedo de que Fernández lo ponga en contra de ella, y Fernández, que hasta ahora nunca fue acusado de robar, tiene el mismo miedo: que Cristina use a su procurador para llevarlo a los tribunales si, al final, se termina de pudrir todo.
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