Alberto Fernández, arrinconado por su relación con Fabiola, los chats de su secretaria y el rechazo del peronismo
El expresidente está separado de hecho y vive en Puerto Madero; el avance de la causa de los seguros lo complica judicialmente y el desprecio de sus excompañeros lo lleva al destierro político
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Alberto Fernández es hoy un hombre arrinconado. Su desteñido paso por la Presidencia lo llevó romper lazos con la plana mayor del peronismo, que prácticamente lo desconoce y se queja de que hace declaraciones políticas de manera inorgánica. También perdió afinidad con la “familia judicial” desde que denunció el tour de los jueces a Lago Escondido. Y afronta el avance de la causa de los seguros, con la filtración de los chats incluida, que este domingo derivó en acusaciones de maltrato físico a su expareja Fabiola Yañez.
El expresidente está separado de hecho. Vive en el departamento que le siguen prestando “Pepe” Albistur y Victoria Tolosa Paz en la torre River View de Puerto Madero, aunque viaja con alguna frecuencia a España, porque allí está, con Fabiola, su hijo Francisco, de apenas dos años. También da clases de derecho en dos universidades ibéricas. Pero su relación personal con Fabiola -que “nunca fue la mejor”, de acuerdo a personas de su entorno- ahora derivó en supuestas demandas constantes de dinero de parte de la exprimera dama.
A tal punto llegó la situación, que quienes lo vieron a Fernández en las últimas semanas en Buenos Aires o conversaron telefónicamente con él, lo notaron contrariado con la situación que atraviesa con Yañez. La “amenaza” -así la habría tomado el expresidente- que llegó desde España sobre la posibilidad de que Fabiola protagonice un documental sobre su vida en la quinta de Olivos entre 2019 y 2023 forma parte de esta saga.
En medio de una situación cada vez más complicada en el frente personal y judicial, Alberto Fernández se refugia entre sus leales de siempre. La exministra de Justicia Marcela Losardo está refaccionando la oficina del bufete de abogados que compartieron durante años en la recoleta avenida Callao y espera que el expresidente la acompañe. También Vilma Ibarra, la exsecretaria Legal y Técnica y quien alguna vez fuera su pareja, sigue hablando con Fernández, al igual que el excanciller y actual diputado nacional Santiago Cafiero.
Otros amigos de siempre, como el diputado Eduardo Valdés, también comparten algunos momentos con el expresidente, pero dirigentes que tuvieron mucho confianza con Fernández, como el también diputado Leandro Santoro, admitieron su decepción política con el exmandatario. En cambio, en privado lo contactaron algunos de sus exministros, como Martín Guzmán, que está en una suerte de precampaña para ser candidato a legislador en 2025, y Matías Kulfas, que fue eyectado de su gobierno a demanda de Cristina Kirchner.
La expresidenta sigue sin perdonarle a Fernández lo que considera un destrato hacia ella cuando debieron haber gobernado juntos. De hecho, el sábado pareció dedicarle una frase desde México, al hablar de la presidenta electa Claudia Sheinbaum. “Demostró la madurez y la lucidez de identificarse plenamente con el proyecto de Manuel López Obrador, que fue el que dio origen a este fantástico movimiento, resistiendo la tentación de querer ser distinto o mejor, sino formando parte siempre de un colectivo”, dijo la exvicepresidenta.
“Esa es la gran lección que debemos aprender”, remató Cristina Kirchner en el discurso que dio ante la dirigencia de Morena, el partido de López Obrador, un aliado histórico de Alberto Fernández. Imposible que el expresidente, que estuvo en México el día de la elección de Sheinbaum, no lo haya sentido como una mojada de oreja. Si bien algunos dirigentes del panperonismo especularon con que la frase estaba dirigida a Axel Kicillof, en el entorno de la expresidenta la reenfocaron hacia Fernández, el blanco dilecto del Instituto Patria.
Tanto es así, que cuando se publicaron las primeras filtraciones de los chats de la secretaria privada de Fernández, María Cantero, en el marco de la causa que investiga el negocio de los seguros con el Estado durante el gobierno anterior, desde el kirchnerismo hicieron notar que Cantero le decía a su marido, el broker Héctor Martínez Sosa, que el que gobernaba en ese momento era Alberto Fernández y no Cristina Kirchner. Casi una manera de echarle al expresidente toda la culpa por el fracaso del Frente de Todos.
Tampoco Sergio Massa, otro actor clave de Unión por la Patria -la alianza que sucedió al extinto FdT- es muy crítico de Alberto Fernández por su compulsión a publicar tuits o dar entrevistas sin concertar previamente con ningún dirigente relevante del peronismo. Pese a que el expresidente y el exministro de Economía no cortaron los contactos, en el Frente Renovador piensan que Fernández debió haberse llamado a silencio por un buen tiempo, siguiendo la misma estrategia política que adoptaron Cristina Kirchner y el propio Massa.
Pero Fernández es conocido como un “calentón” que no aguanta la tentación de salir a contestar las críticas que recibe. “No se podía guardar cuando era presidente y tampoco lo hace ahora, es parte de su personalidad”, lo describe un referente del PJ que lo conoce demasiado. Otros dirigentes son menos benévolos con el exmandatario: “Perdió el respeto político que le teníamos en el peronismo”, advierte en contacto con LA NACION. Y grafica: “Ni siquiera se pudo callar con lo de Venezuela, lo bajaron antes de subir al avión”.
No obstante, Alberto Fernández es un hombre político y mantiene relaciones en distintas partes del mundo. Estuvo hace dos semanas en Honduras, donde se reunió el Grupo de Puebla, del que participó activamente. Y luego aterrizó en Buenos Aires, donde por estos días le explotaron en las manos los chats de su exsecretaria privada. En lo que queda del albertismo están convencidos de que el juez Julián Ercolini los filtró, como parte de una operación que prepara el terreno de una próxima citación a declaración indagatoria.
El expresidente ya recusó, sin éxito hasta el momento, al juez Ercolini en la causa de los seguros. Adujo que el magistrado trama una “venganza disfrazada de causa penal” porque fueron amigos en el pasado -compartieron una cátedra en la UBA como profesores- y pese a ello él lo denunció por el viaje a Lago Escondido. Pero los chats de María Cantero se volvieron como un boomerang en su contra. Y todavía no hay certezas de que haya nuevos capítulos en el culebrón albertista. Y con Fabiola como protagonista.
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