Ahora es Massa el que necesita una mano de Milei
El caso Insaurralde y el temblor financiero golpean al candidato-ministro y reavivan la interna oficialista; el libertario lo ayuda al ensañarse con Bullrich; la última bala de JxC
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Martín Insaurralde recibió más consuelo que reproches en las conversaciones reservadas con Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner donde su renuncia a todo cargo y candidatura se impuso como la ley de la gravedad. Sus fotos sirviendo champagne francés en un yate sobre el Mediterráneo habían cruzado la frontera de lo defendible. “Me están extorsionando. No sé con qué más pueden salirme”, repitió, acaso con la esperanza módica de que la purga fuera piadosa.
El gobernador y al ministro de Economía acordaron dar la cara y mostrar algo parecido a la indignación. No es un caso más. Lujos, modelos, un divorcio explosivo y un sinfín de incógnitas se recortan sobre el paisaje de pobreza y degradación en el que el kirchnerismo debe juntar los votos que necesita para rescatar jirones de poder en la Argentina que viene.
El in crescendo del escándalo sumergió a Unión por la Patria en la peor semana de la campaña, cruzada por guerras internas y coronada por cuatro días de zozobra cambiaria, con los dólares financieros en rumbo hacia los 1000 pesos. “Se nos esfumó todo lo que habíamos ganado con las medidas de Sergio”, se sincera un dirigente que visitó a Cristina Kirchner después de que ella recibiera dos informes de sus consultores de confianza.
La vicepresidenta matiza la línea argumental de Massa, consistente en que Patricia Bullrich se derrumba sin remedio, que él sostiene un piso cercano al 30% y que Javier Milei no tiene de dónde sacar votos suficientes para superar el 40% que le permitiría ganar en primera vuelta.
“Los tercios están muy consolidados –explican cerca de Cristina–. La elección se define en los márgenes y cualquier error puede costar carísimo”.
Massa camina por una superficie inestable, entre sospechas de corrupción y un descalabro económico. Lo asiste una coincidencia de objetivos con Milei: los dos necesitan el colapso de Juntos por el Cambio. Quienes piensan mal van más allá y denuncian una estrategia coordinada, en línea con las sospechas de un pacto para llenar las listas legislativas y financiar a los libertarios.
Milei, que construyó su personaje con la denuncia de la “casta de políticos chorros” y el remedio dolarizador para frenar la inflación, no se inmuta con el caso Insaurralde ni se alarma por la gestión proselitista de la crisis económica. Personifica todos los males en Bullrich. Y bombardea las redes sociales con la idea de que JxC ya está definitivamente fuera del ballottage.
“Estamos en 36, 37 puntos y tenemos que convencer a una parte del votante de Bullrich que somos la única alternativa para terminar con el kirchnerismo. Ahí están los puntos que nos faltan para ganar en primera”, resume uno de los operadores principales de La Libertad Avanza (LLA).
El diagnóstico tiene líneas de contacto con lo que opina Alfredo Serrano Mancilla, el asesor español que Cristina Kirchner tiene hoy como consultor de cabecera: “El votante de Cambiemos en las PASO de 2015 se parece mucho al dato que sacó JxC ahora. Es un bloque político sólido; un votante que no tiene nada que ver con Milei”, dijo en una conferencia de esta semana.Pero, puntualizó, hay una porción de los que eligieron a Bullrich que se puede ir a Milei si considera que es la única vía real para evitar que Massa pase al ballottage.
A Unión por la Patria le interesa instalar el derrotismo en los simpatizantes de la coalición opositora. Una fuga de Bullrich hacia Milei podría permitirle a Massa blindar el segundo lugar incluso en medio del vendaval del Bandido y del dólar sin techo. Y, añaden, no hay margen para que el trasvase de votos ponga a LLA por encima de los 40 puntos.
Va a ser extenuante la gira de analistas militantes del mejor postor que afirmarán en medios y redes que ya no hay ninguna chance de que Bullrich sostenga el segundo lugar de agosto, como si la campaña fuera un partido de fútbol en el que se van acumulando goles.
Los temores de Kicillof
Detrás de cámara el miedo se cristaliza. Kicillof tuvo que salir de su zona de confort a clamar ingenuidad ante la ostentación de los placeres de su jefe de Gabinete. Sobreactuó una indignación en la estela del capitán Renault en Casablanca, cuando ordena cerrar el bar de Rick al grito de “¡qué escándalo, qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!”.
En la ronda mediática de control de daños, el gobernador dijo que no sabía que su ministro había salido de viaje en plena campaña. ¿De verdad durante cinco días no tuvo necesidad de hablar ni ver a quien en apariencia llevaba la gestión de su gobierno? Tampoco pudo fingir que lo había echado. Admitió que la salida se había decidido después de una “serie de consultas”. Podrá soñar con componer nuevas canciones, pero la discografía todavía opera en otro lado. Juró que la foto del Bandido “indigna y despierta preguntas”, pero al parecer no tanto como para desmantelar la red de funcionarios de su gobierno que responden a Insaurralde, sobre todo en áreas claves para el negocio del juego.
Kicillof ganó en agosto por apenas tres puntos y le prende velas a la división opositora. Agradece que su competidor principal, Néstor Grindetti, tenga la amabilidad de no aprovecharse de las desgracias ajenas, que siga sin hablar del caso Chocolate y que no vea en la actitud de Insaurralde más que una cuestión de la “vida privada”.
Máximo Kirchner, que en 2021 le dio a Insaurralde el papel de interventor de Kicillof, masculla bronca. No emitió opinión sobre la lujuria en Marbella y en su entorno describen que la relación con el gobernador “está en su peor momento”. Ve una conspiración para sacarlo de la presidencia del PJ bonaerense y sospecha de la mayoría de los intendentes del conurbano.
Su ansiedad se potencia con las versiones sobre la inminente aparición de nuevos videos comprometedores para otras figuras políticas de su ámbito. El enchastre de campaña se propaga a los libertarios, con imágenes que ya circulan en redes y que tienen toda la estética de un carpetazo de inteligencia.
Massa interviene para que las internas se barran bajo la alfombra. Logró el sábado una ansiada foto de unidad con Máximo y Kicillof. Pide “profesionalismo” y lo ejerce. Sus apariciones públicas siguen un libreto testeado en focus groups y estudios cuantitativos. Tiene que cuidar su “tercio” y tratar de reconquistar a una porción de exvotantes kirchneristas que no participaron en las PASO y no dieron aún el salto emocional hacia Milei. A ellos, les ofrece “disculpas” por los errores de este gobierno –en el que pícaramente no se incluye– y les ofrece una muestra gratis de lo que vendrá con sus anuncios de bonos, aumentos y quitas de impuestos. Al igual que Milei comprendió que es una época de atajos: unos proponen dolarización, otros firman cheques.
“El caso Insaurralde es alimento para los programas de chismes y las charlas de los bares, pero a nosotros nos tiene que preocupar más evitar un temblor con el dólar”, señala un ministro muy involucrado en la campaña. Massa va a usar todas las herramientas que le quedan –desde el Banco Central, a la AFIP, a la Polícía Federal– para detener la corrida.
En su equipo no le temen ni al ridículo. El viceministro Gabriel Rubinstein informó el viernes el índice de precios semanal con el siguiente mensaje: “La inflación está bajando. No hay dudas de ello. Con Superávit Fiscal Primario y dólares para bajar brechas cambiarias podría bajar mucho más”. La originalidad del gobierno de Alberto Fernández es que sus integrantes pueden ser oficialistas y opositores en el espacio mínimo de un tuit.
Los sondeos que comparten Massa y Cristina reflejan que hay un giro en la sociedad que es más complejo que una simple “derechización”. Así como creen que es mentira que exista una ola antiestatal, sí ven un cambio en temas como la seguridad y las protestas callejeras. No es de extrañar que el ministro retome hoy en el segundo debate presidencial un discurso de mano dura contra la delincuencia y contra los piquetes.
Las Fuerzas del Cielo sueñan con ganar en primera
“Parece que todos juegan para nosotros”, se alegró Milei en conversación con uno de sus seguidores cuando constató que la disrupción en los mercados era significativa. No tuvo reparos en alegrarse en público antes del agrio almuerzo con empresarios en Mar del Plata: “Cuanto más alto está el dólar, más fácil es dolarizar”. En otra época declaraciones como esa desataban un alboroto del gobierno de turno. No hace falta más que recordar cuando el menemista Guido Di Tella habló de un “dólar recontra-alto” en medio de la hiperinflación de Alfonsín. Amablemente, Massa y compañía se la dejaron pasar.
En LLA navegan plácidamente por el mar de escándalos. Milei celebró haber salido sin heridas del primer debate presidencial. “Estaba eufórico, como aliviado”, cuenta un testigo de la intimidad del viaje a Santiago del Estero.
El candidato había preparado obsesivamente sus intervenciones para cumplir el tiempo exacto que le daba el reglamento. Su objetivo era mostrarse contenido, desdibujar a Bullrich, raspar apenas lo justo a Massa y fidelizar el voto propio.
En esa lógica encajó su jugada más sorprendente: referirse a los años 70 con un mensaje que bordeó el negacionismo al hablar de “excesos” de la dictadura, en contraposición con el consenso jurídico e histórico de que existió un plan sistemático para asesinar y desaparecer a quienes la Junta Militar consideraba enemigos.
“El votante de Milei valora la autenticidad. Hablar de un tema incómodo, incluso con una postura polémica, refuerza esa caracterización de tipo que dice lo que siente. Su excentricidad es un activo”, explica un consultor que tiene contactos con LLA. Lo confirma una de las figuras del equipo de campaña del ganador de las PASO. Ese punto lo preparó a solas con su candidata a vice, Victoria Villarruel.
Una fuente libertaria exhibe encuestas que lo dan a Milei con 37 puntos, mientras que sus dos rivales se disputan el segundo lugar con cifras similares a las que sacaron en agosto (27/28 puntos). Son números que desmienten la idea de que “Bullrich ya está afuera”.
El análisis que hacen los libertarios es que la disrupción económica le puede sumar a Milei algo de voto peronista desencantado, mientras que la instalación de un fracaso de Bullrich le atraería antikirchneristas ansiosos por dar vuelta la página. Así, el camino de coronarse en primera vuelta sería viable. Creer o reventar. El ballottage es terra incognita para un candidato que se pone a diario un nuevo techo con su avidez por marcar enemigos.
Bullrich, a todo o nada
Milei disfrutó también la herida que abrió en Juntos por el Cambio la declaración de Mauricio Macri en Harvard sobre lo que debería hacer la coalición en caso de un triunfo de los libertarios. Sacó a todos sus voceros públicos a elogiar a Macri hasta la exageración y sin miedo a contradecirse con las críticas que desparraman a diario sobre lo que fue el gobierno de Cambiemos.
Bullrich no pudo contener en público su fastidio. Los matices que tiene la frase completa (“vamos a ganar nosotros”, arrancaba Macri) apenas moderan el daño que le hizo a una candidata que rema para mitigar el desánimo de los propios. Lo suyo es lograr la hazaña conservadora de no perder el voto magro que exhibió en agosto.
Ella venía de un desempeño decepcionante en el primer debate, que atribuyó a la medicación que le dio su médico por un proceso gripal, pero que tuvo evidentes falencias estratégicas de su parte. Desperdició la oportunidad de enrostrarle a Massa el caso Insaurralde en caliente, porque en su equipo no tenían medido el efecto que eso podía tener.
Ahora las mediciones se alinearon con el sentido común y anticipan en su comando que este domingo, en el segundo debate, irá a la guerra con dos armas: Insaurralde y el pacto Massa-Milei.
“Tenemos un tiro más. Ahora sí es a todo o nada”, insiste una fuente cercana a la exministra. Hubo euforia en su tropa tras el paso por IDEA, donde sintió que los empresarios la ven en carrera. También sazonan su esperanza con encuestas que les dan mano a mano con Massa en el segundo lugar, a partir del dólar desbocado y el desparpajo de la corrupción. Números hay para todos... hasta que un día se abren las urnas.
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