Ahora Cristóbal López va por Rosner, el financista que intentó quedarse con Grupo Indalo
Le enrostra una pésima gestión que causó daños y perjuicios millonarios al holding, por la que quieren un resarcimiento; no pueden encontrarlo
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Ahora, los empresarios patagónicos Cristóbal López y Fabián de Sousa van por Ignacio Rosner, el financista que entre 2017 y 2018 intentó tomar el control del Grupo Indalo. Le enrostran una pésima gestión que causó daños y perjuicios millonarios al holding, por la que quieren un resarcimiento.
López y De Sousa ya notificaron a Santiago Dellatorre, el otro rostro visible de aquel fallido desembarco, con quien ya mantuvieron una audiencia de mediación, que no prosperó, por Zoom. Pero Rosner resulta inubicable desde que se radicó en Uruguay. Debió presentarse a una mediación este miércoles 2.
Para los patagónicos fue el tercer intento de concretar esa audiencia, tras las convocatorias del 6 de abril –a la que asistió Dellatorre– y 7 de mayo, previo a entablar “la acción social de responsabilidad” por su actuación al frente de la petrolera Oil Combustibles.
Para Dellatorre, su intentona no prosperará. Considera que no tienen legitimidad para demandar y que, además, que todo está prescripto. Pero la decisión de demandarlos ya está tomada. La aprobó el directorio de la petrolera, que así se lo comunicó al Juzgado donde se tramita el expediente de la quiebra. Decidió que se “inicie dichas acciones por acción extraconcursal, una vez agotada la instancia mediadora”.
Rosner y Dellatorre arrastran cuestionamientos por su actuación desde principios de 2018, cuando el juez en lo Comercial que por entonces estaba a cargo del expediente, Javier Cosentino, designó a tres coadministradores: Carlos Bianchi, Liuba Lencova y Francisco Cárrega.
La primera señal de alarma fue la acumulación de una deuda posconcursal –es decir, posterior a la apertura del expediente en 2016– por $1184 millones, “que se generó básicamente por la falta de pago del impuesto a la transferencia de combustibles, remarcó Cosentino.
El juez consignó otra acción que podía interpretarse como tendiente al vaciamiento de Oil: “Los administradores [por Rosner y Dellatorre] han retirado fuertes sumas de dinero sin que se haya justificado ello de algún modo en la causa”, explicó. En otras palabras, que habían retirado más de $5 millones –unos US$300.000 al tipo de cambio entonces vigente– bajo el concepto de “anticipo de honorarios”.
A esos indicios, abundó Cosentino, se sumaron informes “acerca del deterioro de la red de distribución por la pérdida de varias estaciones de servicio, la merma de la operatoria de la refinería ubicada en la localidad de San Lorenzo, Santa Fe, y la situación crítica de una de las sociedades controladas [por la constructora CPC] con importante actividad”.
Un mes después, el magistrado dio el paso final. Apartó a Rosner y Dellatorre tras recibir un informe lapidario de los coadministradores, quienes alertaron sobre números en rojo, serios problemas de gestión y falta de respuestas a sus consultas mientras se aprobaban honorarios por montos elevados o se contrataba “personal sin asignación específica de sector y con importantes salarios”.
Aún así, Dellatorre se siente con las espaldas cubiertas, según comunicó durante la audiencia de medicación. Considera que toda su actuación fue avalada, al final, por la Justicia, y que López y De Sousa le reprochan haber desembarcado en el holding por influencia del Gobierno pero que, al mismo tiempo y de manera contradictoria, haberlos engañado con que tenían contactos con el Gobierno que les evitaría terminar detenidos.
Cómo llegaron
Rosner y Dellatorre habían llegado al holding de la mano de Jorge Rottemberg, el mismo operador que medió entre López, De Sousa y los brasileños en la compra de los activos de Petrobras en la Argentina. Sospechado de sobornos para destrabar esa operación, los fiscales del Lava Jato lo investigaron junto al brasileño Tiago Cedraz, señalado por varios arrepentidos.
El desembarco comenzó en octubre de 2017, cuando se frustró la venta del holding a Orlando Terranova. López y De Sousa convocaron a Rottemberg para que le buscara comprador al Grupo Indalo. Poco después, el operador apareció con un candidato que parecía ideal: Rosner. Egresado del colegio Cardenal Newman, como el entonces presidente Mauricio Macri, y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica Argentina (UCA), también como Macri; exSideco, del Grupo Socma, junto a Macri, y una década en el directorio del Grupo Clarín, además de supuestos lazos con las finanzas internacionales.
Rosner y Dellatorre entraron a la negociación como representantes de un fondo de inversiones desconocido que primero se identificó como “GG-OP” y luego “OP Investment”. Son las iniciales del “Gauchito Gil” y de Osvaldo Pugliese, el genial músico, devenido ícono anti-mufa.
En ese contexto, Rosner y Dellatorre avanzaron con tres planes. Plan A: reflotar ellos mismos el holding y “ser megamillonarios como Raúl Moneta”, como comunicaron a sus allegados. Plan B: que de todos modos colapsara el Grupo Indalo pero “abrirse de la operación con US$5 millones cada uno”; y plan C: “Iniciarle un juicio a López por la ‘pérdida de la chance’” de completar la operación.
Pero nada salió según lo previsto. Quebró Oil Combustibles, Rosner sufrió un ACV y Dellatorre terminó eyectado del estudio Salaverri, del que era socio y al que le inició un juicio millonario. Pero terminaron desplazados por la Justicia en marzo de 2018. Ahora, López y De Sousa van por ellos.
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