Advertencia sobre males mayores para los medios
El informe de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) difundido ayer expone un panorama sombrío para la labor de la prensa y advierte sobre males mayores. Concretamente, acerca del crecimiento de una concepción totalizadora del poder, que no admite opiniones críticas.
La declaración pone la lupa en "nuevas y peligrosas formas" que apuntan a "la consagración de un discurso único y al sistemático debilitamiento de la crítica y el disenso".
Hay que efectuar aquí una aclaración. De acuerdo con el documento analizado, afortunadamente, aún existe libertad de prensa en la Argentina y se puede decir lo que se piensa. Pero advierte ADEPA que quien lo hace puede quedar expuesto a la represalia y la persecución. En otras palabras, aquella libertad, que es madre de las demás libertades, se encuentra hoy condicionada y amenazada.
Las formas de represalia son variadas y, en muchos casos, sutiles. Pueden ir desde el hostigamiento moral a los periodistas hasta los castigos económicos a determinados medios, fundamentalmente mediante el uso arbitrario de la publicidad oficial.
En abril de este año, en su informe anual sobre libertad de prensa en la región, la Organización de Estados Americanos (OEA) había advertido sobre el "clima de confrontación extrema" contra los medios periodísticos que reina en la Argentina. Había citado, en tal sentido, los carteles anónimos con mensajes agraviantes y estigmatizadores contra periodistas que trabajan en el Grupo Clarín, y las desafortunadas expresiones de Amado Boudou contra dos periodistas de La Nacion y Clarín, a quienes comparó con "los que ayudaron a los nazis a limpiar las cámaras de gas".
Un mes después, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) denunció "una estrategia gubernamental integral para lograr el control de los medios y golpear a la prensa independiente".
En lo que va de este año se sucedieron otros hechos lamentables, como los bloqueos a las plantas impresoras de diarios para obstaculizar su comercialización o la clausura de un quiosco de diarios y revistas ubicado en el Mercado Central por haber desobedecido su responsable una orden proveniente del Gobierno para que dejara de vender Clarín .
Las grotescas deformaciones de la historia de Papel Prensa con el fin de hostigar moralmente a sus dueños del sector privado para forzarlos a desprenderse de sus acciones constituyen otro capítulo de una batalla que poco tiene de "cultural", como se la pretende disfrazar, y mucho tiene que ver con la consolidación de un proyecto de poder que requiere del silencio de la prensa frente a sus abusos.
Las sanciones económicas y el acoso por la vía judicial contra las consultoras privadas que osaron medir el aumento del costo de vida de una manera distinta -y por cierto mucho más creíble- a la del Indec fueron interpretadas como un preaviso de lo que podría sucederles a los medios de comunicación y a los periodistas que pongan en duda el relato oficial.
ADEPA concluye su duro documento anunciando que "seguirá estando siempre abierta al diálogo democrático". Un gesto que no puede ocultar la desazón frente a quienes difícilmente acepten una relación con la prensa que no pase por la subordinación de ésta al Gobierno.
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