Acuerdo con FMI: los gobernadores no creen que haya “albertismo”, pero se perciben más fuertes políticamente
Aseguran que jugaron un rol clave para que el Presidente tuviera los votos en el Congreso; algunos peronistas creen que habrá nuevos alineamientos internos
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CÓRDOBA.- Los gobernadores peronistas -también los de la oposición- interpretan que salieron políticamente fortalecidos por la aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el Congreso. Su lectura es que jugaron un rol significativo para que sus legisladores apoyaran la ley en el marco de la oposición del kirchnerismo duro pero advierten que no hay nada para festejar. La economía está golpeada, hay certeza de que el invierno pondrá a prueba el endeble andamiaje energético, la inflación mina el humor social y tienen la convicción de que la Casa Rosada no tiene caudal político para tomar medidas de fondo.
Ya se sabe que el presidente Alberto Fernández no tiene gobernadores que le sean incondicionales. Desde el inicio de su mandato la relación fue fluctuante, aunque en los momentos más críticos -como el que produjo la carta de Cristina Kirchner después de la derrota de las PASO- terminaron apoyándolo para prevenir males mayores.
“No hay albertismo -dice a LA NACION el ministro de Gobierno de una provincia peronista grande-. Lo que existe son acompañamientos puntuales, pero también hay diferenciación cuando la situación lo amerita, como las subas de retenciones o el cierre de exportaciones de carnes. Hoy pareciera muy lejos la posibilidad de un operativo ‘clamor’ para una reelección”.
Sobre esa referencia, por ejemplo, cuando se anunció el cierre de exportaciones a derivados de la soja, el santafesino Omar Perotti volvió a desmarcarse y se sumó a las críticas con el cordobés Juan Schiaretti (ya lo habían hecho con el cepo a las carnes) y con Horacio Rodríguez Larreta. Los peronistas pampeanos todavía mastican que perdieron la provincia por el cepo a la carne.
Por el lado del Presidente, el diálogo con los gobernadores quedó en manos del jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien está dedicado casi exclusivamente a ese tema. Tras la renuncia presentada en 2019, Manzur reemplazó en ese rol al ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro.
Con menos disponibilidad de recursos para repartir, la “muñeca” política será crucial. Especialmente en las provincias norteñas -donde el peronismo ya sufrió un desgaste en las últimas elecciones- hay una incertidumbre palpable respecto a cuánto puede influir en las elecciones locales la performance del Presidente. Hay algunas administraciones que están borroneando el cronograma electoral para separar la votación nacional de la local.
La incapacidad demostrada por la Casa Rosada para bajar la inflación -que aparece en las últimas mediciones de opinión pública como el tema que más preocupa a los argentinos- es el problema que más inquieta. Aunque admiten que los ayuda a “licuar” gastos, son plenamente conscientes de que ahuyenta votos.
De hecho, una buena parte de los mandatarios decidió apoyar al acuerdo con el FMI no por convicción, sino por entender que, con un default, la situación empeoraría. Incluso un grupo -Gustavo Bordet (Entre Ríos), Omar Perotti (Santa Fe), Gustavo Sáenz (Salta), Omar Gutiérrez (Neuquén) y Gerardo Morales (Jujuy)- fue al Congreso a explicitar su razonamiento.
Si bien el vínculo de la vicepresidenta Cristina Kirchner y el diputado Máximo Kirchner con los gobernadores (excepto el bonaerense Axel Kicillof) no fue cercano en estos dos años, sí existía en algunos dirigentes una suerte de “respeto temeroso” -como define un ministro cordobés- hacia la vicepresidenta. La pérdida de poder de veto que ese sector registró en las últimas semanas con el memorándum del FMI genera alivio y podría, según algunos, ser determinante para nuevos alineamientos internos.
Sobre ese razonamiento, en el que coincidieron tres de las fuentes consultadas por este diario, aparece el nombre de Sergio Massa que, antes de terminar arreglando con Fernández y Cristina Kirchner en 2019, intentó un armado con Miguel Pichetto, Schiaretti y Juan Manuel Urtubey. Las negociaciones de Massa fueron claves para juntar los votos en Diputados para aprobar el acuerdo; acordó los cambios que pedía la oposición para acompañar el proyecto. Es cierto que, antes de esa reunión, ya la mayoría de los mandatarios habían adelantado su aval al convenio.
“¿Llegó la hora de una alianza de gobernadores?”, preguntó LA NACION a un ministro de un distrito cuyano. “Es demasiado pronto para arriesgar; todos están ocupados en su propio juego y no en proyectarse nacionalmente. Pero, aunque falta poco, en política a lo largo de18 meses puede correr mucha agua”, respondió.
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