Acordar no es un síntoma de debilidad
La decisión de la Corte Suprema de Justicia estadounidense con relación a no tomar el caso de la deuda pública argentina reclamada por los holdouts dejó en claro que los problemas con los fondos que no se acogieron a los canjes de deuda deben ser resueltos por completo y de manera satisfactoria.
Ya es tiempo de tomar decisiones concretas y de enviar señales claras que permitan llegar a un acuerdo sostenible con los reclamantes. Los márgenes de maniobra son escasos, pero están disponibles diferentes instrumentos y mecanismos que les permitirían a las partes poder arribar a un acuerdo consensuado y de buena voluntad.
No llegar a un consenso, en el que ambas partes deban contribuir con un esfuerzo compartido, tiene costos potenciales muy elevados para nuestra economía y, por ende, para toda la sociedad argentina en su conjunto.
Ante este escenario, las salidas acordadas son las únicas que arrojan algo de luz. Por eso, desde AmCham Argentina, en nombre de las 650 empresas socias, muchas de ellas con más de 100 años de actividad en nuestro país, reafirmamos la necesidad de acercar a las partes en el camino hacia una solución de consenso, más teniendo en cuenta que proceder en otro sentido impactará en lo que suceda con los restantes holdouts e incluso con aquellos que ingresaron voluntariamente en los dos llamados de reestructuración de deuda en default, que representaron el 92% del total de acreedores alcanzados.
Si las negociaciones para fijar la metodología de pagos con los holdoutsavanzan satisfactoriamente antes del 30 de julio, la Argentina habrá dado un paso trascendente, el riesgo país se reduciría considerablemente y colocar deuda pública o privada a tasas similares con los otros países de la región será una posibilidad concreta.
Además, se abriría la posibilidad del máximo aprovechamiento de las oportunidades de negocios, dejando de lado la necesidad de preparar la macroeconomía para un ajuste severo y costoso.
Esta situación se desencadenó en un momento en el cual nuestro país ya venía demostrando su voluntad para ir regularizando el frente externo. Falta un nuevo paso, riesgoso, determinante, que requiere una dosis mayúscula de inteligencia y pragmatismo.
Negociar, según el diccionario de la lengua española, significa "tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro". De eso se trata: encontrar una solución consensuada donde ambas partes contribuyan con el esfuerzo compartido en la búsqueda del bien común.
En AmCham estamos convencidos de que, de mantener esa voluntad de negociación entre ambas partes, y a través de un trato justo y equitativo para todos, se podrá obtener una solución definitiva a la deuda pública pendiente de reestructurar, cerrando de una vez y para siempre la grieta que se abrió a principios de siglo; reactivar sostenidamente nuestra economía; preparar el terreno para la llegada de nuevas inversiones, y volver a ocupar el lugar que debemos tener en el contexto económico mundial.
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