Aborto legal: cartas escondidas y despliegue de funcionarios, la táctica del Gobierno para las horas decisivas
"Fue como jugar al truco. Había que ir callados". El asesor de un senador que trabajó activamente por la legalización del aborto ilustró así la estrategia de los verdes. Cuando la sanción ya era casi un hecho, tanto desde el Gobierno como desde las bancas de la oposición que se involucraron para conseguir los votos reconocieron que sabían desde hace varios días que algunos senadores que estaban en el lote de "dudosos" se pronunciarían a favor.
"De un voto sabíamos hace tres semanas, de otro hace dos. Pero no había que exponer a esas senadoras, los celestes estaban jugando muy fuerte", explicó esta madrugada el mismo asesor sobre las posturas de Lucila Crexell (Movimiento Neuquino) y la entrerriana Stella Olalla (UCR), que querían evitar presiones y escraches de ambos bandos.
Fuentes de la Casa Rosada coincidieron en el relato de los hechos. "Nosotros no las teníamos en duda. Pero no se podía sobreactuar. Cuando uno escucha los discursos de algunos senadores supuestamente indecisos lo que escucha son muchos de los argumentos que venía dando el Gobierno", dijo a LA NACION un importante colaborador que anoche caminó entre Balcarce 50 y el Congreso.
Alberto Fernández mantuvo ayer un perfil extra bajo durante toda la jornada, que continuó durante la madrugada de este miércoles. Suspendió la actividad que tenía en agenda y monitoreó desde Olivos, primero el inicio de la campaña de vacunación y, luego, la votación en el Congreso, en contacto directo con la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, la pluma jurídica detrás del proyecto y principal enlace del Poder Ejecutivo con el Senado.
Hubo senadores que deslizaron que el Presidente levantó el teléfono para intentar convencer a algunos indecisos, aunque sus asesores lo niegan. Con el salteño José Leavy, que hace dos años votó en contra como diputado y ahora invirtió su voto, se reunió en la Casa Rosada."El aborto seguro, legal y gratuito es ley. A ello me comprometí en la campaña electoral. Recuperar el valor de la palabra empeñada. Compromiso de la política", publicó cerca de las 5 en Twitter.
El aborto seguro, legal y gratuito es ley.A ello me comprometí que fuera en los días de campaña electoral. Hoy somos una sociedad mejor que amplía derechos a las mujeres y garantiza la salud pública. Recuperar el valor de la palabra empeñada. Compromiso de la política. pic.twitter.com/cZRy179Zrj&— Alberto Fernández (@alferdez) December 30, 2020
Presencia en el Congreso
Ayer por la tarde, cuando Ibarra y el ministro del Interior, Eduardo "Wado" De Pedro, salieron de la Casa Rosada hacia el Congreso, ya se los vio a ambos muy optimistas. Ibarra se mostró en los balcones junto a la ministra de Mujeres, Diversidades y Géneros, Elizabeth Gómez Alcorta; la viceministra de Salud, Carla Vizzotti; y la asesora presidencial, Dora Barrancos. Por allí se paseó también en el momento de la votación Máximo Kirchner. De Pedro, en cambio, deambuló toda la noche de una cámara del Congreso a la otra.
La presencia física de un bloque de funcionarios en el Senado fue el factor final, aunque hubo gestiones que se realizaron durante varios días para inclinar la balanza positivamente. El golpe de gracia fue cuando se anunció públicamente que el Gobierno vetará parcialmente la ley para modificar el artículo que fija que a partir de la semana 15 de gestación, el aborto continuará siendo un delito salvo en los casos en que el embarazo fuera producto de una violación o si estuviera "en peligro la vida o la salud integral" de la mujer.
El Poder Ejecutivo se comprometió a eliminar la palabra "integral" cuando promulgue la ley en el Boletín Oficial y de esa manera se habría asegurado los votos de dos senadores que no estaban convencidos de la redacción del proyecto: Edgardo Kueider (Frente de Todos) y Alberto Weretilneck (Juntos Somos Río Negro).
"Lo analizamos y nos pareció razonable", dijo ayer Ibarra tras la sanción de la ley. Un alto funcionario aseguró a LA NACION que el cambio no lo decidió el Gobierno ayer sobre la marcha. "Ya lo teníamos visto desde antes", aseguró.
Un tándem que se consolidó inesperadamente en los últimos días fue el de Ibarra con la senadora oficialista Anabel Fernández Sagasti, mano derecha de Cristina Kirchner. "Ellas no se conocían de antes y terminaron hablando treinta veces por día", exageró alguien que fue testigo de las gestiones. La vicepresidenta no se involucró de forma personal, pero impulsó a alguien que habla por ella.
En pos de exhibir esa buena sintonía, tres funcionarios y colaboradores anoche resaltaron el trabajo realizado por la senadora designada por Cristina. "Fueron claves Ginés [González García], Vilma [Ibarra] y Eli [Gómez Alcorta]. Pero puntualmente para lo de ayer la pieza clave fue Anabel", dijo un importante ministro a este medio.
Para ir por los votos que faltaban, Fernández Sagasti trabajó en contacto permanente con senadores verdes del oficialismo y la oposición (llegaron a tener un grupo de WhatsApp y reuniones vía Zoom): Nancy González, Norma Durango y Matías Rodríguez del Frente de Todos, y Guadalupe Tagliaferri, Pamela Verasay, Luis Naidenoff y Martín Lousteau, por Juntos por el Cambio. Este último prestó su despacho para hacer un brindis de madrugada con algunos senadores de su bloque cuando se sancionó la ley.
"Hubo una decisión política de Alberto de avanzar a pesar de que muchos le decían que no era el momento. Que el Presidente cumpla su palabra fortalece la democracia", dijo un ministro de primera línea a LA NACION, con la ley sancionada.
Algunos colaboradores de la Casa Rosada reconocieron que hubo referentes del propio campamento oficialista que habían desaconsejado avanzar con la iniciativa en esta instancia de la pandemia o le plantearon serias dudas sobre el éxito del proyecto. La transversalidad que caracterizó a los verdes también se vio entre los celestes. El jefe del bloque del Frente de Todos, José Mayans (Formosa), trabajó cerca de Silvia Elías de Pérez (Juntos por el Cambio). Ayer, en los cierres, el formoseño embistió duramente contra Gobierno. Habló de "degradación del Estado".
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