¿Cómo influye el voto en blanco en el escenario de balotaje?
En las elecciones de primera y segunda vuelta son excluidos del conteo, por lo que no benefician ni perjudican directamente a una agrupación en particular, aunque en forma implícita ayuda a mantener la ventaja de quien lidera
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La decisión de Patricia Bullrich y del expresidente Mauricio Macri de apoyar a Javier Milei en el balotaje del 19 del mes próximo fracturó a Juntos por el Cambio y abrió una grieta entre sus votantes. Frente a la oferta dicotómica que encarnan el libertario y el candidato oficialista Sergio Massa, parte de este universo de electores, al que se suma un abanico variopinto de simpatizantes de izquierda, peronistas no kirchneristas e independientes, se dirime entre votar en blanco, impugnar el voto o, sencillamente, abstenerse de concurrir a las urnas.
Esta postura desató un acalorado debate mediático y en las redes sociales. Quienes apoyan el pacto electoral entre los libertarios y el ala dura de Pro advierten que no pronunciarse por ningún candidato favorecerá a Massa y perpetuará al kirchnerismo en el poder. Lo mismo postulan sus contrincantes, pero para disuadir a los “neutrales” a que eviten a que el libertario llegue a la presidencia.
¿Beneficia a un candidato en particular el voto en blanco? ¿Perjudica a la oposición que quienes no se sienten identificados con ninguno de los dos candidatos no vayan a votar?
La respuesta la ofrecen la Constitución Nacional y las leyes electorales. La Cámara Nacional Electoral define al voto en blanco como “una manifestación de la voluntad del electorado de abstenerse de elegir entre las diversas propuestas formuladas en un sistema legal de sufragio, expresando así su disconformidad con los candidatos y propuestas formuladas por los partidos políticos”. En definitiva, las opciones que tiene el elector no son dos –Massa o Milei-, sino tres: esta tercera opción representa el descontento hacia ambos candidatos.
Ahora bien, La Constitución establece que tanto en la primera como en la segunda vuelta electoral –si la hubiere- solo se deberán contabilizar los votos válidos afirmativos. Ergo, en este balotaje solo se contarán las boletas emitidas a favor de Massa o de Milei. El voto en blanco, si bien es un voto válido, es negativo, por lo que son excluidos del conteo general. El voto nulo, en tanto, es aquel que se emite mediante boleta no oficializada, o mediante boleta oficializada que contenga inscripciones y/o leyendas de cualquier naturaleza. Los votos nulos no son válidos, por lo tanto tampoco se incorporan al conteo.
En resumidas cuentas, en un balotaje el voto en blanco y el nulo no inciden en el resultado de la votación. Ergo, emitir estos tipos de sufragio no beneficia de manera lineal a ningún candidato en particular, aunque en forma implícita ayuda a mantener la ventaja de quien lidera. De ahí la creencia general de que “beneficia” al ganador.
Ahora bien, ¿por qué se dice que el voto en blanco o nulo beneficia “al candidato más votado”? Es la advertencia que agita el antikirchnerismo: alertan que Massa, que aventajó a Milei por 6,7 puntos en la primera vuelta, se favorecería con el voto en blanco. En las redes sociales reflotan lo que sucedió en Venezuela en 1998: en esas elecciones Hugo Chávez salió primero con 3,6 millones de votos, pero 4,4 de venezolanos se abstuvieron de votar o bien lo hicieron en blanco. Fue “la segunda fuerza”. Concluyen, entonces, que la historia de ese país habría sido muy distinta si esos votantes disconformes se hubiesen volcado a la oposición.
El único antecedente de balotaje que se realizó en la historia de nuestro país, se produjo en noviembre de 2015. En la primera vuelta de esas elecciones, el oficialista Daniel Scioli se había impuesto con el 37,08% de los votos válidos afirmativos, mientras que Mauricio Macri, de Cambiemos, obtuvo el 34,15%. Un total de 664.739 electores votaron en blanco, mientras que otros 199.446 optaron por el nulo: entre ambos sumaron 864.185, en una participación que llegó al 81,07%.
En el balotaje, que se realizó en noviembre de ese año, Macri ganó con el 51,34% de los votos frente a Scioli, que obtuvo el 48,66%. En este caso, el que iba segundo revirtió el resultado de la primera vuelta: el candidato de Cambiemos cosechó 12.988.349 votos mientras que el rival oficialista 12.309.575 votos.
Lo llamativo es lo siguiente: el balotaje le dio la presidencia a Macri por 678.774 votos que le sacó de ventaja a Scioli. En la primera vuelta estos votos negativos sumaron 864.185; en el balotaje 637.319 votos. Casi la misma diferencia que le sacó Macri a Scioli en la elección final.
En definitiva, el voto en blanco y el nulo no suman ni restan para ninguno de los dos candidatos en un balotaje. No los favorece ni los perjudica de manera automática, aunque sí cristalizan el resultado que beneficia al que va al frente. Además, cuanta más gente se ausente o bien decida votar en forma negativa, la democracia y el sistema de partidos terminan siendo los más resentidos.
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