A bordo del avión de Alberto Fernández: selfies, juegos de celular y preparativos para la gira
ROMA.- En el asiento 5H, una butaca de la primera clase del vuelo de Aerolíneas Argentinas que lo trajo hasta esta ciudad, el Presidente tuvo tiempo para descansar, distraerse con el +7, el juego que practica en su celular, y también para repasar la agenda y papeles de trabajo de la misión que le espera en los siete días de su primera gira europea.
Cada escala del itinerario, que culminará el jueves 6, confluye en un objetivo: obtener respaldo internacional para lograr una renegociación exitosa de la deuda externa, tanto con el Fondo Monetario Internacional (FMI), como con los acreedores privados.
En una Europa convulsionada por el temido inicio del Brexit, Alberto Fernández llevará ese pedido de ayuda, casi una súplica, al papa Francisco y a los jefes de gobierno de Italia, Alemania, España y Francia. A todos ellos les dirá que la Argentina tiene voluntad de pago, pero que necesita tiempo para reactivar su economía. "El resultado es incierto y los riesgos son altos", admitían anoche los integrantes de la comitiva en el salón VIP del aeropuerto de Ezeiza, minutos antes de abordar el vuelo AR 1140, en el que también viajó LA NACIÓN. En un clima distendido, se tejieron hipótesis de mínima y de máxima, se coordinaron jugadas, como en la previa de un partido clave.
El Presidente no pasó por ese lugar. Llegó en helicóptero con su mujer, Fabiola Yáñez, y fue directo para la pista. Compartieron las primeras dos butacas de la primera clase, a la derecha del avión. Ella sigue de cerca la dieta que empezó Fernández, una cuenta pendiente de la campaña. Detrás de ellos viajaron el canciller, Felipe Solá, y el secretario de Comunicación y vocero presidencial, Juan Pablo Biondi. Del otro lado del pasillo se sentaron la ministra de Justicia, Marcela Losardo, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Completan la comitiva el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y el jefe de gabinete de la Cancillería, Guillermo Justo Chaves.
De traje y corbata, el Presidente se sacó fotos con la tripulación y conversó durante algunos minutos con pasajeros a los que se cruzó en la fila del baño. Una sanjuanina que iba camino a Tel Aviv le agradeció haber elegido a Israel como primer destino internacional y le comentó que el gesto había caído muy bien en la comunidad judía.
En el último tramo del vuelo, de más de 12 horas, el Presidente conversó con los integrantes de su equipo sobre el raid de reuniones que les esperan. Al margen del respaldo de fuerte valor simbólico que se espera del Papa, el viaje se resume en un número: los países que visitará Fernández suman alrededor de un 15 por ciento de los votos en el directorio ejecutivo del FMI, una cifra nada despreciable para empezar a fortalecer la posición argentina, se entusiasman en la comitiva.
La palabra decisiva en el FMI, admiten en el entorno de Fernández, la tiene el gobierno de los Estados Unidos. Con un poder de voto en el organismo superior al 16 por ciento, la administración de Donald Trump cuenta de hecho con poder de veto, dado que las decisiones más importantes requieren de una mayoría del 85 por ciento.
En ese tablero, un apoyo de Europa no sería suficiente, pero podría colocar a la Argentina en mejor posición para encarar la gestión decisiva ante Washington. La misión que está a punto de iniciar el Presidente es un primer escalón de muchos otros que tendrá que subir hasta el 31 de marzo, fecha límite que se autoimpuso Fernández para cerrar la reestructuración de la deuda. "Igual, con Estados Unidos ya estamos hablando", aclaran en el gobierno argentino.
El partido más difícil de la gira, reconocían anoche en la comitiva, se jugará el lunes, a partir de las 20, en Berlín. Fernández tendrá un encuentro con la canciller Angela Merkel, la dirigente más poderosa de la Unión Europea (UE) y una referente de la disciplina fiscal a ultranza. "La palabra de Alemania pesa mucho en el FMI. Son la cuarta economía del mundo y manejan el Banco Central Europeo. Un apoyo de Merkel justifica todo el viaje", explicaba anoche un integrante de la comitiva en pleno vuelo, mientras esperaba su turno para el baño.
La dificultad del desafío radica en que Merkel es, dentro de Europa, una de las principales promotoras del acuerdo entre la UE y el Mercosur, un compromiso que el gobierno argentino prefiere postergar sin fecha. "¿Cuál será entonces el plan de seducción para Merkel?", inquirió LA NACION. La respuesta fue cruda: "No vamos a seducir a nadie. Vamos a pedir ayuda. Estamos al borde del precipicio".
Las demás paradas parecen, en la previa, menos complejas. Pero están lejos de ser partidos fáciles, advierten en la comitiva. Fernández quedó muy bien impresionado por la charla que tuvo con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en noviembre, cuando le explicó su posición sobre Venezuela. Francia es la segunda economía de Europa. En serias dificultades internas por el rechazo a la reforma previsional que impulsa, el presidente francés necesita mostrar alianzas internacionales. Ante la pésima relación que mantiene con el brasileño Jaír Bolsonaro, Fernández podría ser un buen socio en América Latina, analizan en la comitiva. Otro punto a favor de Macron: él también tiene reparos con el acuerdo UE-Mercosur.
Los encuentros con el presidente de España, Pedro Sánchez, y con el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, encierran menos sorpresas, evaluaban anoche en la comitiva. Fernández tiene buena relación personal con Sanchez y espera abrir un diálogo amistoso con Conte, marcado también por la gran cantidad de descendientes de italianos que viven en la Argentina.
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